Cuando la desesperanza te invade pueden soplar vientos de paz si encuentras el verdadero amor, esta verdad la comprobaron Estrella y Samuel, dos jóvenes que tienen un huracán de problemas pasados y presentes encima, pero con ayuda mutua logran salir adelante, aunque no se sabe si esten destinados a ser más que amigos.
Pese a que su padre ha sido acusado de un delito muy grave, entre ambos lucharán no solo para revelar la verdad, sino para curar todo el dolor que el mal tiempo dejó.
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Primera cita
Los primeros rayos de sol aparecieron en la mañana y Samuel ya tenía la cita con el psicólogo para Estrella. Después del desayuno se lo comunicó a ella, quien se sorprendió por lo rápido que la había conseguido, pero aceptó asistir aunque no le diría nada a su mamá para no preocuparla.
Estrella: No quiero decírselo a mamá para no preocuparla así que iré sola, pero necesito la dirección para llegar bien.
Samuel: Iré contigo, será mejor que por ser la primera cita te lleve y te presente con el director de la clínica.
Estrella: Te agradezco la verdad es que estoy nerviosa.
Samuel: Todo estará bien, no tienes de qué preocuparte.
La cita estaba programada por la tarde, así que Estrella le pidió ayuda a doña Susan para poder asistir a su cita.
Doña Susan: Daniela, necesito que Estrella me haga un favor, necesito que lleve unos documentos a Samuel, son muy importantes y no los puedo enviar con alguien particular.
Daniela: Por supuesto, Susan, sabes que puedes contar con nosotras para lo que sea.
Susan: Ella regresará con Samuel un poco más tarde así que no habrá de qué preocuparse.
Estrella agradeció a doña Susan y salió para encontrarse con Samuel en su oficina. Cuando ella llegó a recepción decidió esperar en la sala de espera hasta que él saliera, pero para su sorpresa la recepcionista le indicó que subiera hasta la oficina del joven ingeniero Varela.
Estrella fue conducida hasta la oficina de Samuel, era la segunda ocasión que estaba ahí, pero estaba igual de nerviosa que esa primera vez. Tenía nervios porque nunca había estado en la oficina de Samuel y sentía muchas miradas sobre ella.
Secretaria: Permiso, ingeniero Varela, la señorita Vans está aquí.
Samuel: Gracias, señorita, puede retirarse. Hola, Estrella, bienvenida a mi oficina, toma asiento por favor. Estaré listo en breve, solo termino de ordenar unos documentos.
Estrella: Sí, tranquilo, yo esperaré aquí.
Samuel ordenó en menos de cinco minutos y luego se dirigió donde estaba sentada Estrella viendo su celular para distraerse un poco y calmar sus nervios.
Samuel: Listo. ¿Aún estás nerviosa por tu cita?
Estrella: Sí, un poco.
Samuel: (tomando a Estrella de las manos y besándolas) Tranquila, te prometo que después de tu consulta te llevaré a conocer un lugar encantador.
Estrella: Eso me parece bien, deseo conocer mi país, lamentablemente no he tenido la oportunidad de salir a conocer.
Samuel: Si te portas bien prometo llevarte hasta el último rincón del país.
Estrella: ¿Qué? ¿Si me porto bien?
Ambos se ponen a reír muy alegremente y luego Samuel besa a Estrella con mucha ternura. Al dejar un espacio entre ellos Estrella sonríe y se sonroja al ver su labial en los labios de Samuel y los limpia con sus dedos de forma delicada despertando en el cuerpo de Samuel una reacción que él pensaba nunca más volvería a sentir con nadie. Estrella muy ajena a lo que estaba pasando siguió conversando tranquilamente que se portaría bien para que Samuel le mostrara su país.
Samuel, por su parte, pudo ver lo ingenua que era ella, no se dio cuenta de que él estaba muy tensionado tratando de ocultar algunas cosas muy evidentes. Cuando por fin se relajó se dirigió junto a Estrella a la clínica, al caminar por los pasillos las miradas parecían pegarse a sus espaldas como rayos X escudriñando más allá de lo que podían. Mientras Estrella se sentía incómoda a Samuel no le importó.
Al llegar a la clínica se dirigió a la oficina del director.
Samuel: Buenas tardes, doctor Sáenz.
Dr. Sáenz: Ingeniero Varela, qué gusto tenerle por aquí, pasen y tomen asiento. ¿Ella es la paciente?
Samuel: Sí, ella es la señorita Estrella Vans, una persona muy cercana y especial para mí, por eso necesito que la doctora Ríos tome el caso.
Dr. Sáenz: Por supuesto ella está lista, cuando usted desee puede pasar.
Samuel: Vamos entonces.
Se dirigieron hacia el consultorio de la doctora Ríos, quien los recibió amablemente y atendió a Estrella con mucho profesionalismo y carisma. Estrella y ella tomaron confianza rápidamente y la terapia se desarrolló sin ningún contratiempo.
Al salir Estrella no parecía tan nerviosa como cuando entró y Samuel quien la esperaba se relajó también.
Samuel: ¿Cómo salió todo?
Estrella: Muy bien, la doctora dice que necesitaré unas seis sesiones más para culminar mi tratamiento.
Dra. Ríos: Así es y por ahora deberá tomar algunos tés relajante que le estoy recetando.
Samuel: Perfecto, seguiremos su consejo, doctora, muchas gracias.
Compraron lo recetado y abandonaron el lugar para ir a un sitio que Samuel tenía pensado llevar a Estrella para que se distrajera un poco.
Samuel: Veo que te fue bien, ya no estás nerviosa.
Estrella: Me fue muy bien, la doctora es encantadora y me aconsejó mucho, fue una valoración, las terapias iniciarán la próxima semana.
Samuel: Bien, por lo pronto disfrutaremos de una cena en un lugar que te gustará.
Llegaron y se bajaron del auto para adentrarse a una terraza rodeada de plantas. Aquí había diferentes estaciones que exhibían la gastronomía del país en todo su esplendor, desprendiendo olores deliciosos por los cuatro puntos cardinales.
Samuel se dirigió a una mesa preparada para dos personas y en seguida fueron atendidos por una mujer de la tercera edad, pero aun robusta. Con gran amabilidad saludó a Samuel.
Doña Pinita: Samuel, bienvenido a tí y a esta bella señorita. Es una sorpresa verte acompañado.
Samuel: Maestra, (besando sus manos) Me alegra volver a verla. Le presento a Estrella, es una amiga muy especial.
Doña Pinita: Hola, Estrella, tienes un bello nombre, concuerda contigo, una estrella guía el camino de alguien que quiere orientarse. Espero que Samuel pueda aprovechar la oportunidad de ser guiado.
Estrella: Buenas noches, señora, mucho gusto.
Doña Pinita: Dime doña Pinita, así me llama la mayoría de nuestros visitantes. Qué bien ver a Samuel en compañía de una grata persona.
Samuel: Estrella, la maestra Pinita fue mi maestra de Secundaria y ella influyó en mí como ningún otro maestro, tiene un lugar especial en mi corazón. Ella es la propietaria de este maravilloso lugar.
Estrella: Felicitaciones es un lugar precioso me encanta.
Doña Pinita: ¿No eres de aquí?
Estrella: Sí, pero no crecí aquí, apenas estoy conociendo mi país.
Doña Pinita: Pues bienvenida, aprovecha la oportunidad y visita todo cuanto puedas, les enviaré a un mesero a tomar su orden y les deseo buen provecho, que tengan un agradable momento. Y jovencita cuida a este muchacho, sí, que eres especial para él, no viene con compañía femenina así que aprovéchalo.
Estrella se quedó muy avergonzada pero a la vez divertida con esta señora. Disfrutaron tanto de este momento, era su primera cita juntos y fue demasiado agradable. Al regresar a casa ambos se excusaron de no tener apetito y que tomarían algo ligero, naturalmente doña Susan sospechó pero no les puso las cosas difíciles. Si Samuel se enamora de Estrella ella estaría encantada.