Ella, era la hija de un general, una guerrera talentosa, pero su prima le tendió una trampa para asesinarla y así tomar su lugar como una princesa heredera, ahora, a reencarnado en la princesa que fue puesta en su lugar y su prima acabo aun como una concubina más, pero aun siendo la princesa, las concubinas abusaron de ella, ahora que está en ese cuerpo, esta lista para su venganza.
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recuerdo
En la habitación, Lili había preparado el baño, cuando todo estaba listo le pidió que saliera y ella sola se metió a la tina, mientras se frota el cuerpo con la esponja, se puede ver en su espalda varías cicatrices, unas ya a punto de desaparecer, pero encima, hay unas más frescas, según las memorias de su cuerpo, fueron hechas, a causa de Aya; la verdadera Saya, disfrutaba de su desayuno cuando el príncipe entró precipitadamente a su alcoba, ella ingenuamente se puso feliz y corrió hacía él, pero este solo le empujó y le dio una cachetada, acusándola de golpear a la concubina Aya, esta entró tras el príncipe mostrando heridas en los brazos.
- alteza, yo siempre he sido buena con usted, es injusto que por celos me trate así. Príncipe, fue horrible, la princesa llego a mi y me golpeo repetidas veces con una escoba.
- ¿como puedes ser tan mala? Que seas mi esposa no te da derecho a maltratar a mis concubinas.
- esposo, yo nunca hice eso, créame, tal vez la concubina Aya se confundió y fue otra persona.
- silencio! ¿Como podría estar confundida. Guardias, llevenla fuera y que reciba treinta latigazos.
Los guardias obedecieron rápidamente y llevaron a Saya para darle el castigo, desde ese día, Saya se la pasaba encerrada en su palacio, pero cuando por fin decidió salir, a caminar por el jardín, de pronto una mujer choco con ella y esta cayó al piso gritando, era Aya quien yacía en el sueño quejándose del golpe, Yuna y el resto de las concubinas llegaron, para ayudarla y comenzaron a decir que Saya había sido quien la empujó, Aya fue llevada a su palacio, pero no paso mucho que un par de hombres fueron por la princesa y la arrastraron a la alcoba de Aya, donde esta permanecía acostada en cama y el príncipe estaba a su lado, sosteniendo su mano, Yuu se puso de pié y pidió a las concubinas que repitieran lo que habían visto, todas hablaron de como vieron que Aya caminaba tranquilamente y la princesa se acerco a ella para empujarla con todas sus fuerzas, Saya no hizo más que abrazarse a los pies del príncipe gritando que eran puras mentiras, que fue la concubina que choco con ella, el príncipe solo la empujo lejos y ordeno a los sirvientes que la sostuvieran, que sería castigada, pues debido a la caída, la concubina había sufrido un aborto, Yuna no dudo en mencionar que la princesa estaba celosa por el embarazo de Aya y que por eso había hecho ese acto de maldad. Sin escuchar sus súplicas, el príncipe hizo que se llevaran a la princesa y en el patio, la chica recibió golpes con un látigo, no supo ni cuantos habían sido cuando la joven se desmayó.
"Cuantas injusticias tuviste que pasar, Saya, pero descansa en paz, que yo, obtendré venganza por ti"
Fue sacada de sus pensamientos, debido a que Lili la llamo para informar que había llegado un regalo de la emperatriz, así que se apresuro a salir y fue una maravillosa sorpresa, justo ahí en medio de su alcoba, Lili sostenía en sus manos una hermosa espada con de funda roja y detalles en oro, el mango de la espada también tenía un par de detalles en rojo, también había una nota la cual le saco para leerla.
( pequeña Saya, el emperador y yo, decidimos enviarte este pequeño obsequio como un adelanto de tu próximo cumpleaños y esperando que lo estés haciendo bien, durante tu entrenamiento. Tú madre estaría orgullosa de ti, de ver como su hija se habré nuevos caminos en esta vida, donde una mujer esta limitada. Espero lo estés haciendo bien y no dudes en buscarme si necesitas ayuda; cuídate y yo pediré a los cielos que cuiden de ti)
No pudo evitar derramar unas lágrimas, tal parece que Saya realmente si tuvo a alguien que la quisiera con sinceridad.
"Niña tonta, nunca debiste arruinar tu vida casandote con ese inútil"
Se limpió las lágrimas y tomo la espada, para blandirla un par de veces, era ligera, perfecta para su cuerpo que aun necesita ser fortalecido.
- Lili, esto me motiva aun más. Yo Hayashi Saya, voy a ser una mujer poderosa y nunca me dejaré pisotear por nadie, nisiquiera por un hombre.
- princesa.
Lili aplaude ante sus palabras, tal vez su señora haya cambiado mucho, pero ese cambio parece ser para bien, lo que era necesario después de todo el infierno por el que a pasado.
Una nueva mañana llego, en la habitación del príncipe Aya aun sufre por las dolorosas heridas, su sirvienta le ayuda poniéndole la medicina que el doctor le dejo, mientras que el príncipe, había salido a dar un paseo por el jardín, desde ahí pudo ver a Saya salir de su alcoba, vistiendo nuevamente la ropa de entrenamiento, pero ahora había algo diferente en su atuendo, esa espada que resaltaba en su cintura, la funda color roja era muy llamativa y a juzgar por los detalles, se notaba que era sumamente costosa; se apresuró a alcanzarla y la sujeto del brazo con fuerza, lo que claramente la molesto.
- alteza. ¿Podría soltarme? Si viene a reclamar por el castigo de su amante, la próxima vez, dígale que respete el lugar donde esta.
- ese castigo fue demasiado, pero no vengo por ello ¿de dónde sacaste esa espada? ¿Acaso estas seduciendo a los hijos del general?
- no tengo porque responder, pero en vista de que trata de ensuciar mi reputación, le diré, que fue un regalo de la emperatriz, si se atreve a dudar, puede ir con ella y acusarme de ser una promiscua.
Aparto su brazo porque sintió que le apretaba fuerte. El príncipe solo frunció el ceño, no podía solo ir hacia la emperatriz sin pruebas algunas.
- si no tiene nada más que decir, me retiro que llevo prisa.
- espera, te acompañaré.
- no hace falta alteza, me se el camino correctamente.
- esposa, solo quiero caminar a tu lado ¿tiene eso de malo?
Se detuvo ante lo dicho, viniendo del príncipe no puede ser nada bueno, algo esta planeando y debe ser una especie de venganza por lo sucedido con su amada Aya; sonrió mientras camina de nuevo.
- bien, pero no moleste y tampoco estorbe con mi práctica.
- t-tú, ten más respeto, soy tu esposo.
- ¿no se cansa de repetir eso? Nunca se ha comportado como mi esposo y espera de la noche a la mañana yo le de mis respetos, me temo que eso no se exige, se gana, alteza.
Sin más apresuró su paso y aunque el príncipe le sigue, apenas llego al campo de entrenamiento, lo ignoró para empezar su práctica con Kazuo y al igual que ella, espera que no les interrumpa.