VUELVE A MI

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Mi madre esta parada ahí con una gran sonrisa, me sorprende tanto verla, no logro comprender cómo es que ella dio con mi ubicación, no hablamos por teléfono ni nada por el estilo así que no sabíamos nada una de la otra, ni siquiera respondía sus llamadas.

— ¿No invitarás a pasar a tu madre o vas a dejarme aquí afuera? — Genial, ahora sí tengo madre. Abro la puerta para que pueda entrar.

— Toma siento — Le digo en un tono no muy amable, el vestido de novia sigue en el sillón ni siquiera lo he mirado con cuidado, ¡Vaya! ni siquiera lo recordaba y no es como que desee hacerlo.

— ¿Así que ya tienes el vestido?, se ve muy lindo, pero… ¿segura que te queda?, creo que has engordado, deja de comer y ponte a hacer ejercicio ya solo falta una semana para la boda, pronto todos los problemas se resolverán, pero no creas que podrás engordar debes cuidarte o no podrás mantener a tu lado a mi yerno — Lo dice la que pesa como ochenta kilos.

— No sé a qué te refieres, dijiste que yo no formaba parte de tu familia, que no eras mi madre ¿Ya no lo recuerdas? Me echaste a la calle sabiendo que no tenía ningún lugar a donde ir — Uso un tono algo agresivo con ella porque no me agrada.

— Pues no parece que no tengas a dónde ir, mira nada más la casa en la que estás viviendo, bien podríamos mudarnos todos aquí, como la familia que somos, piensa en tu hermano, ¿Cómo es que pagas la renta con tu sueldito de gerente? — Respira profundo Daniela ella es tu madre. Si no me calmo sola, quizá la asesine justo ahora.

— No es mi casa, estoy trabajando me pagan por cuidar de ella — Deja escapar una risita que se escucha en toda la casa.

— ¿Por cuidar la casa?, ¿Qué clase de trabajo es ese? nunca había escuchado que te pagarán por cuidar una casa ajena y disfrutar de ella, no te lo creo mejor di que no nos quieres aquí, quizá te reúnes con tus amantes aquí y por eso te estorbamos, ¡más te vale que no lo arruines Daniela Martínez! — Odio que me nombre así, es claro que me está regañando, como si todo fuera mi culpa.

— Conseguí el trabajo de un compañero en la oficina, no hago nada malo no hace falta que me insultes y a todo esto ¿qué es lo que quieres y cómo llegaste aquí? — Mi paciencia esta al límite por primera vez.

— Qué grosera eres con tu madre, Carlos me dijo que estabas aquí, porque aunque no lo creas mi yerno y yo tenemos contacto y nos llevamos muy bien — Es la primera vez que escucho eso, no tenía ni la menor idea que estos dos se reúnen.

— ¿Entonces Carlos y tú se conocen? — Le pregunto sin poder creerlo.

— ¡Pues claro!, vas a casarte con el, qué clase de madre crees que dejaría que su hija se case con un desconocido — Pensaba que precisamente ella era esa clase de madre, de las que te sacrifican sin piedad; Como si la misma sangre no corriera en nuestras venas.

— ¿Y qué es lo que quieres entonces? — Le vuelvo a preguntar mientras cruzo los brazos.

— Solo quería asegurarme que estuvieras bien y recordarte que debes llevar el cabello recogido porque así lo pidió mi yerno — No puedo evitar burlarme de su comentario, es increíble que lo llame yerno cuándo bien sabe que no tenemos esa clase de relación.

— Está bien mamá no te preocupes, ¿cómo está papá y mi hermano?, ¿Por que no vinieron? — Esto es algo que si me interesa.

— Ellos están bien, están disfrutando de su tiempo juntos como padre e hijo — Claro, restriégame en la cara la relación que a nosotros siempre nos negaste y que tanto exiges para mí hermano.

— ¿Necesitas algo más? debo ir a trabajar y se me hace tarde — Comienzo a salir de la casa o ella no se irá jamás.

— Solo no olvides llegar puntual, recuerda que todo esto es por nuestra familia, además serás feliz junto a este hombre porque realmente te quiere — Claro, no lo vi en casi un año y ahora resulta que me quiere, pues si me quiere, pero en la cama.

— Sí mamá gracias — Sale de la casa y cierro con llave. Ella camina despacio haciendo tiempo, pero yo quiero que ella se adelante y se fuera, pero parece querer algo más así que se lo pregunto sin rodeos.

Y entonces mi madre habla con su rostro real.

— Necesito dinero para el vestido de la boda, no creerás que tu madre llegará con un vestido cualquiera, debo comprar algo elegante — Ya decía yo.

— ¿Cuánto necesitas? — Ni siquiera se atreve a decirme la cantidad, la trae escrita en un tonto pedazo de papel. Le he dado dinero a mi madre desde que trabajo, supuestamente que lo ahorra por mi, pero aún no sé en qué se lo gasta, tengo una leve sospecha desde hace un largo tiempo, pero sin pruebas, terminé olvidando mis locas ideas.

— Lo mandaré a tu tarjeta — Le digo y ella se va feliz al fin. Antes de perderse en la esquina, voltea y me dice.

— No olvides también para unos zapatos — Solo afirmo y se pierde, se aleja al fin, espero que esta sea la última vez que la vea; Solo ha venido hasta acá para pedirme dinero que dudo mucho lo gaste en un vestido, pero si con eso se va estoy tranquila. Sigo avanzando despacio por la calle, solo quiero pensar bien en lo que debo hacer la siguiente semana, un día estaría casada y al día siguiente divorciada en la cárcel junto a mi padre por haber incumplido el contrato, además de haber perdido el anillo de diamantes, ¿que puede ser peor que todo eso?.

Camino unas cuadras, con la cabeza agachada hasta que miro atrás, el auto de Nando va detrás de mí despacio. Me detengo al notar si presencia y se estaciona junto a mí cuando me detengo. Baja rápido llegando a mí con una pequeña sonrisa.

— Te vi un poco desanimada así que solo te seguí en caso de que necesitaras algo — Eso es muy amable de su parte, darme mi espacio, algo que muy pocas personas hacen.

— ¿Quieres que te lleve al trabajo?, bueno lo que queda de camino — Acepto y durante el resto del camino, solo nos miramos un par de veces, es… como si pudiésemos comprender la situación sin palabras, me gusta estar a su lado.

— ¿Qué harás el viernes? — Me pregunta Nando rompiendo el hielo.

— Nada, solo estaré en casa ¿y tú? — Una leve sonrisa se le escapa.

— Mi madre dijo que hará una cena con sus amigas y me pidió que te invitara — No se que decir, pero sin duda deseo ir y conocer esa clase de reuniones.

— Acepto, solo si me ayudas con algo, que me enseñes que hacer en esa clase de cenas — No es divertido si debo soportarlos además yo no planeo ser su payasa, me tratarán con respeto los riquillos engreídos.

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