Obsesiones que matan, enredos irreparables, lascivia, seducción, lujuria y sobre todo la pasión.
La vida la a golpeado de muchas maneras, principalmente con un matrimonio irremediablemente roto, ella, siendo una arquitecta de renombre y una diseñadora famosa, se adentra en el mundo de los negocios.
Creyendo que su vida no mejoraría más, su exesposo quien se desposo nuevamente con su amante, vuelve y pone su mundo de cabeza.
Y cuando todo no podía ser peor, un Coronel, un exnovio de años atrás quien se encuentra comprometido, se reencuentra con dicha mujer que le provoca de nuevo una obsesión que dañara a los que están a su alrededor.
Por eso, nadie sabía que los engaños fueran tan placenteros como lo que despertó en la fría Celine Blackwood y el indomable Coronel Alexander Morgan.
Después de todo, ¿Los amantes lograran tener su final feliz? ¿Podrán los Villanos de esta novela sobrevivir a las adversidades?
Trilogía "Hijos del Engaño"
Enemy to lovers.
Tomo 1
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Capítulo XIV
Dicen que no hay un dolor más grande que el sufrir una infidelidad.
Cuanta razón hay en esas palabras, le había dolido tanto el engaño del hombre que tenía enfrente, en ese mismo momento en que la citaron en la sede. Su padre, quien había vivido el abrupto divorcio de su hija, odio a ese hombre tanto que el solo hecho de verlo lo enfermaba, lo veía sin pestañear, sin dejar de apretar la mandíbula, sin dejar de apretar la mano de su hija, puesto que no le causaba gracia que aquel hombre viera con tanta lujuria a su hija, a la que había engañado y abandonado sin explicaciones.
—Que haces aquí hija
—Lo mismo te pregunto papa, recibí una llamada esta mañana, tú sabes algo
Compartieron opiniones en silencio, conforme el consejo y directivos de la sede llegan a sus respectivos puestos en la mesa.
Benjamin Morgan al momento de entrar logró apreciar a las dos figuras más poderosas después de él, la sorpresa lo golpeo, pero aun así, su rostro se mostró impecable ante la familia delante.
Camino hasta ambos familiares que se conocían a la perfección.
—Logan, amigo mío, es una sorpresa verte aquí...
Ambos adultos con una presente cabellera con canas se saludaron gustosamente como los excompañeros de la milicia que fueron en sus tiempos de juventud. Cuando Logan Blackwood fue ministro dejó su posición al caer su esposa en una terrible enfermedad de desánimo que casi se la arrebata.
—Celine, querida, es una sorpresa verte en estas circunstancias...
Menciono viendo a la joven mujer que con una sonrisa se puso de pie y lo saludo armoniosa.
—Lo mismo digo tío Benjamin...
John Mayers se pudo de pie con la intención de irrumpir en el afectuoso reencuentro de aquellos pilares que fundaron la famosa FBI, pero se detuvo al ver la gélida mirada de Benjamin Morgan quien lo veía con cierta amenaza en sus ojos, haciendo que se congelará en su lugar y pensara dos veces en acercarse.
—Dinos Benjamin, porque el consejo nos ha citado...
—Créeme, no tengo la más menor idea
Se sentaron al unísono en sus asientos y cuando la reunión estaba por comenzar la abrupta entrada de un miembro más de la junta irrumpió tarde como nunca antes.
Alexander Morgan entró en la sala de conferencias, el mismísimo Coronel había llegado, para colocarse en la única silla vacía que esperaba por él. Al sentarse y ver que la reunión comenzó no pudo evitar ver de reojo a la mujer que se había cruzado de brazos y cerrado ambos ojos sin importarle nada de lo que se proyectará, miró hacia su izquierda y ahí vio a John Mayers quien veía a Celine Blackwood con demasiado enfoque.
Al terminar las proyecciones las luces fueron encendidas y solo entonces Celine abrió sus ojos para entonces hablar y alegar por lo que realmente se preguntaba.
—Dejemonos de rodeos, ?por que me han citado?...
Mordaz, directa y cortante, como solo Celine Blackwood sabía hablar, su padre cerró los ojos, el comportamiento de su hija era una visión parecida a la de su esposa y entendía que nadie podía interponerse con ella. La comisura de Alexander Morgan se alzó un poco en una evidente sonrisa por la pregunta de la impetuosa mujer que se mostraba ahora tal cual como es.
Hizo un gesto con la intención de esconder su son risilla para tan solo escuchar la interrupción del ministro general Richard Thompson.
—Querida, la razón por la que te citamos esta mañana es porque, la participación de unas de nuestras exmilitares condecorada Celine Blackwood es indispensable para la misión...
—¿Qué? Pero usted lo acaba de decir ministro general, mi hija es una exmilitar
—Si, una mercenaria, que hace bien su trabajo...
Celine sonrió sarcásticamente para ponerse de pie con rapidez y con molestia.
—No, se lo que piensa ministro, y no pienso regresar, me esforcé tanto por renuncia y salir de esta mierda como para volver a practicar antiguas costumbres, así que, no, no cuenten con mi apoyo
—Celine...
Tomó su abrigo y bolso para salir de la sala de conferencias con las miradas de los únicos hombres.
—Ja, esa niña sigue siendo la anfitriona de todas las juntas, quizás debería reñirla un poco exministro
—Con todo respeto, mi hija ya es una adulta que toma sus propias decisiones, tal vez usted necesite disciplina, puesto que no apruebo la manera en que miro a mi hija
La tensión entre ambos adultos se sintió en la sala, Alexander Morgan hay pocas cosas que le provocaban dicersion y en ese momento se habia divertido y lo demostró al sonreír, asi fue como llamo la atención de los presentes que presenciaron como el fin del mundo los azotó.
La ronca risa varonil de Alexander Morgan retumbó en la sala de conferencia desconcertado a los presentes quien se dedicaron a verlo a excepción de Benjamin Morgan y Logan Blackwood quienes sonrieron.
—¿Hay algo que le cause gracia Coronel?
—Si
Dijo, para seguir riendo antes de ponerse de pie y acomodar su saco.
—La cara de estúpidos que pusieron al ver con lujuria a la mujer que pudo haberles arrancado los ojos si se lo hubiera propuesto, en especial usted subministro Müllet
Dijo con lengua venenosa para después salir de la sala y ver aquella mujer aún caminar por el pasillo hasta la salida. Soltando un suspiro la siguió a paso acelerado tratando de acercarse a la mujer que danzaba al caminar, su postura firme, hombros atrás, cabeza en alto y, ¡demonios!, esas caderas que se movían ese movimiento que lo hizo pasar saliva.
La tomó por el brazo reteniéndola.
Celine se giró hacia él con pereza creyendo que se trataba de alguien más, estaba preparada para darle una bofetada a ese imbécil que tratara de siquiera acercarse le, pero se sorprendió de ver que no era a quien ella esperaba. Trato de alejar su brazo, pero Alexander la retuvo.
—¿Qué es lo que quieres?
Ni una sola palabra, teniéndola del brazo de aquella manera la llevó consigo hasta su oficina que se encontraba cerca, al llegar la metió en ella seguido de el quién cerró la puerta pasando el pasador.
—Que demonios estas haciendo, yo no quiero estar aquí...