El Amor Llega A Los 50

Subí cada uno de los escalones hasta llegar al pasillo. Mis pies se sentían extremadamente pesados.

Hice mi mayor esfuerzo para poder dar cada paso. Era un desgastamiento emocional muy fuerte todo lo que había pasado hace un momento. No sé de donde saque las fuerzas para hablar así.

No muy lejos de mí, estaba León con una mirada sería. No dijo ni una sola palabra, me dio la espalda y se fue a su habitación.

Yo tampoco dije nada, aunque mi corazón de madre se partía en mil pedazos, preferí hacerme la dura y no dar ni un paso atrás.

Continué avanzando hasta entrar a mi habitación. Cerré la puerta detrás de mí, y fui directamente al closet.

Miró toda la ropa de hombre que había. No quiero nada que tenga que ver con Hernán, al interior de mi recámara.

Tomé una de las maletas, y empecé a meter toda la ropa de hombre que había ahí. El aroma del perfume de Hernán se penetró tanto en mis manos, que deseaba vomitar.

_______ ¡No; más!

______ ¡No, más!

Al terminar de acomodar algunas cosas dentro de las maletas, las saqué fuera de la puerta. Todo lo demás, incluyendo, reloj, y joyas valiosas, las arrojé al piso, sin importarme que valgan miles de dólares.

Al final de cuentas, soy yo las que ha pagado por todo esto. Al escuchar el ruido, Hernán subió corriendo las escaleras. Ver todas sus cosas regadas por todas partes, se volvió loco de coraje.

_______ ¡Maldita loca! ¿Qué has hecho?

Hernán se inclina a recoger las cosas de más valor, uno de sus mejores relojes, se ha roto, y le ha dolido mucho. Lo menor es que no me puede hacer nada, ya que si lo hace, va a cometer otro grave error.

_______ ¿No, es evidente?

_______ No compartiré mi recámara con una basura como tú. Puedes escoger cualquiera de las habitaciones de empleados y dormir ahí. O, si lo prefieres, puedes compartir la casa del perro, y quedarte ahí hasta que nuestro divorcio salga.

Furioso, por mis palabras; Hernán endereza su cuerpo, y como un demonio herido, se va contra mí.

Sentí un fuerte golpe en toda mi espalda. La mano de Hernán ejercer demasiada fuerza en mi mentón.

_______ ¡Perra! ¡¿Crees que me puedes humillar así?!

_______ ¡No eres más que una basura!

No sabía como escapar de ahí, por un momento pensé que Hernán, rompería mi mandíbula en dos... Levanté mi rodilla, estrellándola en medio de sus piernas.

Fue algo que me ayudó a escapar de sus manos. Al verlo caer de rodillas delante de mí, entre corriendo a mi habitación y la cerré por dentro...

Con la respiración agitada, me desvanecí hasta caer al piso... Llevé mis manos a mi rostro, tratando de tranquilizarme. Fue algo imposible, las emociones dentro de mí, estaban a flor de piel.

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...Narra Martina...

Escuché todo lo que Hernán, y esa perra de Mariana hablaron. Por cada palabra que salió de los labios de esa mujer, me doy cuenta de que todo sea ha salido de mis manos.

No puedo permitir que las cosas se salgan de mi control. Por años he manejado a cada miembro de esta familia como yo he querido.

Me convertí en la madre de un hombre muy poderoso, y no pienso perder ese poder, por una mujer como Mariana Escobar.

Me costó mucho trabajo quedarme con la fortuna del hombre que me rechazo; y qué prefirió a su maldita esposa por encima de mí.

Yo amaba demasiado a Rodrigo. Cada día que lo miraba sentado detrás de ese escritorio, fantaseaba con el día que me pidiera estar con él. Pero eso jamás sucedió.

Para él, era solo una empleada más de esa empresa. Era su secretaria, la mujer que estaba muy por debajo de su esposa.

Ver a esa mujer todos los días llegar con algo de comida y pasar toda la tarde a lado del hombre que yo deseaba para mí; era algo que odiaba con todas mis fuerzas.

Yo deseaba tener todo lo que ella tenía. Un marido guapo, rico, y que ame. Por desgracia, yo no tuve ni la mitad de buena suerte que ella, me enamoré del padre de Hernán, me abandono en cuando supo que estaba embarazada. Jamás volvía a saber nada de él.

Sabía manejar los miedos de todos, y así lo comencé hacer, pero, ninguno de mis planes funcionó. Rodrigo y su esposa, peleaban, pero, siempre terminaban por reconsiderarse.

Me levantó de la cama muy despacio. Caminó hasta la puerta, en donde ya no se escuchaba ni un solo ruido. Al abrirla, veo a Hernán de rodillas en el piso.

_______ Hernán. Mi amor. _____ Usé un tono de voz lamentable.

Él voltea a verme y se pone de pie con esfuerzo... No es difícil adivinar lo que Mariana le ha hecho.

_______ Ven a mi recámara, le pediré a una sirvienta que recoja todas tus cosas y la llevé a una habitación de invitados.

Volví a entrar a mi habitación, detrás de mí; entró mi hijo. Tomé asiento en el sofá cerca de la ventana, miré atentamente, hacia fuera.

______ Lo siento, madre. Debí ponerle un límite.

Levanté mi mano, para impedir de que Hernán continuará hablando. Era obvio que ha subestimado a la zorra de Mariana.

Mariana ha tomado muchas fuerzas en solo un día, no me quiero imaginar lo que va a pasar dentro de una semana. Ella tomará el control de todo, Hernán y yo, dormiremos debajo de un puente o lo peor de todo, en una cárcel.

______ Hemos cometido un grave error, en subestimar a esa mujer. Ahora tiene Alas, gracias a David... Ella cree que puede volar alto y destruirnos con solo una palabra.

_______ Ingenua, ¿no?

________ Sí, es imposible destruir a una mujer como tú. _____ Enseguida, responde Hernán.

Volteó a ver a Hernán a los ojos. Mi amado hijo ya ha envejecido y con él, su cerebro.

_______ Yo no pienso vivir mis últimos días de vida, mendigando una moneda. Hay que cortarle esas Alas, de raíz a esa mujerzuela.