¿Qué pasa cuando un personaje de novela antigua transmigra al mundo moderno? Esta es la divertida historia de una villana adaptándose al progreso. Es como invitar un neandertal a casa
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Una mujer independiente
Dalia observaba todo con curiosidad. Esta era la tercera vez que paseaba las calles de la ciudad en auto. La primera fue en la ambulancia 🚑 y allí, ahora le daba vergüenza recordarlo, se portó como niña de cinco años, pero pensó que había que perdonarlo. Había acabado de llegar a este nuevo mundo de la forma más insólita posible. La segunda vez que la montaron en un vehículo, todavía no sabía mucho y hasta se sintió intimidada por la avalancha de sonidos y por enfrentarse a lo desconocido ignorándolo todo. Esta tercera vez, sí que la estaba disfrutando. La música flotaba dentro del auto de su madre y ella disfrutaba del paisaje urbano. Esta ciudad era preciosa. No sé parecía a nada que ella conociera de antes. Llevaba una semana observándola desde la terraza de su apartamento. La contemplaba lo mismo de día que por las noches y no dejaba de parecerle increíblemente fascinante.
Hoy era un día especial. No solo porque ahora era capaz de apreciar lo que le rodeaba, sino porque iría al trabajo de su madre a hacerse una transformación, había dicho ella. Esto fue otra cosa que la sorprendió. En su mundo, las mujeres de su clase no trabajaban, podían hasta ir a la Academia Delta Adhara, pero eso era todo. De ellas se esperaba solo una cosa, que atraparán un buen partido y se casaran, tuvieran descendencia saludable y ya. Eso nunca le pareció cuestionable, pero ahora aquí ya no le parecía aceptable. Su actual madre vivía sola en una casa de ensueño, no tenía marido, trabajaba y era feliz con ello. No dependía de un hombre para esto. Eso le gustaba. Su madre de ahora era una mujer bella, fuerte y alegre. Quería ser como ella. Independiente era la palabra. La había buscado en Google y le encantaba el significado y como sonaba.
Llegaron al lugar que su madre dijo, era su negocio. Cuando entraron quedó aturdida por el recibimiento. Allí todos la felicitaron por la suerte de haber sobrevivido al accidente y ella aunque fue agradable con los desconocidos, no pudo dejar de pensar sarcásticamente. ¿Qué mérito había en eso de ser rescatada, si es que ella no hizo nada? A quién si había que felicitar era al hombre que la rescató. Estuvo buscando en Google y encontró la noticia de lo que había pasado. Allí ponían fotos sacadas como del infierno. Un escalofrío recorría su cuerpo de pensar en lo que pudo pasarle, de no haber llegado Sergio en su rescate. A ese hombre le debía su vida y lo que llegara a lograr en este mundo.
Despejó su mente y se concentró en el recorrido que le estaba dando su madre por todo el complejo. Aquello era inmenso. La Señora Rosa cómo le llamaban aquí, era dueña de este edificio. Le estaba explicando que fue parte de la herencia dejada por el abuelo. En el primer piso había como una especie de taberna muy sofisticada. Aquí, a esto se le llamaba restaurante. En el segundo piso se encontraba un salón de estética o más comúnmente llamado salón de belleza. En la tercera planta se hallaba el lugar que su madre nombró laboratorio de cosmética. Este mundo era extraño, pero este lugar de trabajo de su madre se llevaba el premio de lo raro.
Rosa explicaba con entusiasmo, que ahí se creaban; en los diferentes departamentos perfumes, jabones, champú, creyones, en fin un montón de cosas que a ella le encantaban. El lugar le parecía fascinante. No lo entendía, ni falta que le hacía, pero en cambio le encantaban los productos que se obtenían aquí. Luego de este recorrido. Ellas se quedaron en la segunda planta. Allí un equipo de sirvientes, alias estilistas, las habían de verdad transformado. Dalia pensaba que este cuerpo era lindo, pero ahora era bello.
Acostumbrada de su otra vida, a que otros cuidaran de su cuerpo. No sintió violento el que la desnudaran, pero sí se sorprendió un poco, aunque se guardó bien de protestar, cuando le arrancaron todos los pelos del cuerpo y cuando decía todos, era todos. Hasta los de allí abajo. Luego le dieron un masaje de cuerpo entero, con aceites esenciales, que la dejó como gelatina. Su piel resplandecía saludable. Una vez vestida la pasaron a otro lugar y allí le dieron un catálogo para que eligiera cómo quería el cabello. Ella no sabía qué tenía de malo el suyo, pero decidió hojear. Se quedó fascinada. Era increíble lo que se podía hacer con el pelo aquí. 🫣
- Oiga. ¿De verdad puedo tener el cabello así, si quiero?
- Claro.
- ¡Genial! Hágame esto de aquí.
- ¿Dalia, estás segura hija de querer cortarte el cabello? Es que nunca has querido más que un dedo para quitar las orquetillas. Eso te va a quedar a media espalda.
- Mami ahora soy otra Dalia y quiero experimentar cosas nuevas.- se giró hacia el especialista. - Usted haga lo que le digo.
Y así comenzó la verdadera transformación. Le hicieron un corte en capas con unas iluminaciones finas que envolvieron en papel aluminio para aislarlo del resto del cabello, al que aplicaron el castaño rojizo que tenía de base. Luego le lavaron, masajearon secaron y peinaron el pelo aquello le quedó igual que en el catálogo. Se veía precioso. En este mundo, hasta el pelo lo podía tener como quisiera. Satisfecha por el resultado, se dejó arrastrar a otro lugar, donde le perfilaron las cejas, le depilaron el bigote, le masajearon y exfoliaron la cara. Ella creía que eso sería todo, pero estaba muy equivocada. Un nuevo equipo se encargó de ponerle pestañas largas y aplicaron un maquillaje perfecto. Para cuando se miró al espejo estaba enamorada de sí misma.
Eran las nueve y media. Bajaron al primer piso a tomar una merienda. Dalia se sentía la mujer más hermosa del mundo junto a su madre. Cuando llegó Eduardo a recogerlas las halagó por su belleza y ellas sonrieron. Dalia pensaba ¿si hubiese tenido todas estas maravillas en mi vida pasada, Rafael me hubiera amado? Y se respondió a sí misma. No, ella como Sol era bonita y el chico aunque disfrutaba la intimidad, nunca mostró verdadero interés en ella, fuera de la cama. En esta nueva vida quería ser independiente como está madre. Aquí había visto por la televisión lo que las mujeres podían lograr y ella quería eso mismo. Era su nuevo propósito de vida.
El día de hoy era muy importante y decisivo para lograr esto. Dependiendo de la valoración que diera el Doctor Miranda, ella podría o no retomar la vida de la verdadera Dalia, allí donde aquella la dejó. Ya había empezado a estudiar el contenido que tenía que aprobar para graduarse en arquitectura. Le estaba resultado bastante difícil, pues no poseía conocimientos previos y tenía que buscar información y tutoriales extras para comprender los principios básicos, pero iba avanzando. Sí todo salía bien hoy en esta consulta, podía ir a la universidad. Le aterraba la perspectiva, pero también la emocionaba.
La consulta del Doctor Miranda era un lugar horrible, pensó Dalia. Lo había saludado y después él cortésmente les había indicado que se sentarán en un cómodo sofá. Aquel lugar estaba desprovisto de decoración, salvo por un reloj de pared. Las paredes estaban pintadas de un blanco inmaculado. La superficie del buró del Doctor era insultantemente limpia y pulcra y todo tan condenadamente en su lugar, que a ella le dio el impulso perverso de querer desordenarlo, pero se contuvo. Hoy había que actuar como la mejor artista de kdramas. Su futuro dependía de ello. No más Falso Doctor ni ningún otro disparate.
Definitivamente en ese lugar lo único de interés era el Psiquiatra. ¡Dios mío! Ahora que no estaba tan desorientada, tenía que reconocer que estaba para envolverlo y llevárselo a casa. Lo comparó con Rafael, pero no, para nada, este Doctor por mucho era más guapo.
- ¿Cómo te sientes Dalia?- preguntó con aquella voz que parecía destilar miel y caricias.
- De maravilla Doctor.
- Eso es bueno. Necesito que salgas un momento con mi asistente a rellenar algunos tests, luego yo te llamo. Mientras que terminas yo hablo con tus padres.
Dalia obedientemente salió con una mujer mayor a realizar aquello de los tests. Cuando la puerta se cerró, él preguntó a los padres.
- ¿Me gustaría saber, cómo ha evolucionado su hija en esta semana?
Rosa comentó que Dalia estaba recobrando la confianza en sí misma. Y era capaz de quedarse sola sin ataques de pánico. Eduardo por su parte contó que este accidente había hecho que su hija madurara y habían retomado sus relaciones. A modo de conclusiones sus padres estaban contentos con ella. Poco a poco el episodio de locura iba pasando. Se había interesado mucho por volver a la universidad y concluir el semestre que le faltaba para graduarse. Estaba estudiando muy duro para esto. El Doctor Miranda apuntaba de vez en cuando algunas observaciones. Media hora después regresó Dalia de realizar las pruebas y entonces él había pedido a los padres que lo dejaran a solas con su paciente.
Ella estaba nerviosa, pero se esforzó por no demostrarlo. Todo su futuro dependía de este momento.
- Bien Dalia. ¿Qué tal con los tests? ¿Muy difíciles?
- No especialmente, pero aburridos si que un poco.
- ¿Cuéntame qué has hecho está semana?
- He descansado, me alimento bien, bailó, converso con mis padres, estudio. Lo típico.
- Dices que te gusta bailar. Cuéntame sobre ello. ¿Cómo te sientes cuando lo haces?
- Sí, me gusta bailar kpoper, es divertido y relajante. Aunque otros tipos de baile también me agradan. Estoy pensando en inscribirme en mi tiempo libre, en alguna Academia. Es que quiero aprender los elegantes bailes de salón.
- Me parece bien. Me han dicho tus padres que piensas retomar la universidad. Te sientes preparada para ello.
- Claro. Quiero graduarme y ser una mujer independiente.
El Doctor Miranda apuntó algunas cosas y luego le preguntó si seguía confundida o a veces le daba la sensación de ser otra persona. Dalia pensaba con ironía para sí misma, sí supieras. No es que creyera que era otra persona, es que realmente lo era, pero en este mundo nadie creería eso. Al contrario la tildarían de loca, por lo que respondió.
- No, para nada. No sé en qué estaría yo pensando🤔.
El Doctor Miranda volvió a apuntar otra nota. Ella estaba tentada de desordenar algo. La sacaba de quicio tanta perfección. Se concentró en vacilar descaradamente al joven mientras él escribía. Era muy guapo. Si el médico del marquesado hubiera sido como este, no quiere ni imaginar lo que le hubiera hecho. Ella siempre había sido una chica muy precoz y desinhibida con respeto a las cuestiones sexuales. Su nana de la otra vida, era una mujer muy alegre de la cintura para abajo y era uno de sus pasatiempos de niña, espiarla sin ser descubierta, en sus apasionadísimos encuentros con los soldados. ¡Esa mujer si que sabía hacer gemir a un hombre! La educación gratuita que daba a su pupila sin saberlo, hizo que está se convirtiera en toda una descarada. Todavía recordaba el día que drogó a Rafael y lo hizo suyo. Al principio le dolió, pero después puso en práctica todo lo que había aprendido a escondidas y aquello fue sublime. Rafael vibraba bajo sus caricias y su cuerpo. Incluso el poco tiempo que estuvieron casados fue así. Él no la amaba, pero sí que la deseaba.
de raros como su amiga que a pesar
de todo va por su meta de acostarse con Mario le gusta
los villanos será que ella se lo quede lo amarre?