Elysia pensaba que había encontrado el amor verdadero en los brazos de Davian, su esposo, pero la traición y la codicia hicieron añicos sus sueños. En un fatídico encuentro en medio del océano, ella descubre que Davian y su mejor amiga, han conspirado para despojarla de su fortuna y de todo lo que ama.
Destrozada y abatida, Elysia cae víctima de sus maquiavélicos planes. Sin embargo, en las profundidades del océano, una poderosa entidad le da una segunda oportunidad, depositando todo su poder en su cuerpo. Así resurge con un nuevo propósito y una sed insaciable de venganza, Elysia se convierte en la encarnación de la justicia.
¿Qué crees qué pasará ?, ¿Logrará Elysia su objetivo?¿Encontrará él amor en el camino ?
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Capítulo .14.
—Yo... No, no tengo hambre —respondió Davian, tratando de sonar firme.
Elysia alzó una ceja y le sonrió con picardía.
—Qué mal. La carne está realmente deliciosa —dijo, disfrutando cada bocado.
Davian no pudo evitar fijar su atención en ella mientras seguía saboreando su cena. Sin embargo, una sensación de incomodidad lo invadía; un escalofrío le recorrió la espalda. La forma en que ella lo miraba, con una intensidad desafiante, le resultaba intimidante y le generaba una inquietante mezcla de admiración y temor. Se preguntó si realmente era su esposa la mujer frente a él.
La mañana siguiente se presentó con un brillo suave y dorado que inundaba el ambiente. Davian se despertó sintiendo una inquietud en su interior, una sensación incómoda que no lograba sacudirse. Después de asearse y prepararse para el día, tomó la decisión de llamar a su madre. Quería pedirle que trajera a Rowan de vuelta a casa. Marcó el número familiar y esperó con impaciencia a que la voz de su madre sonara al otro lado de la línea.
—¿Sí? —respondió ella, con un tono familiar y acogedor.
—Mamá, necesito que traigas a Rowan a casa. Elysia quiere que esté aquí —dijo Davian con firmeza, intentando calmar la creciente ansiedad que pulsaba dentro de él.
—No puedo salir, Davian. Mis amigas han venido a tomar el té. ¿No puedes venir tú a recogerlo? —respondió ella, dejando entrever su disgusto ante lo que le estaba pidiendo.
Davian dejó escapar un suspiro, esforzándose por contener su frustración y mantener la calma en la conversación.
—Por favor, mamá. Hay algunas cosas que necesito hacer aquí, tus amigas pueden esperar. No te cuesta nada traer al niño, ¿verdad?
Tras una breve pausa, su madre le contestó con un tono cargado de sarcasmo que no pasó desapercibido para él.
—¿Por qué mandas por él a la inepta de tu esposa? Su madre es ella, no yo.
Davian sintió cómo la tensión en el ambiente aumentaba, pero hizo un esfuerzo consciente por no perder la compostura.
—Mamá, por favor. Solo te pido que lo traigas.
—No puedo, Davian. Adiós —respondió antes de cortar la llamada.
—¡Qué buena madre tengo, gracias, mamá! —exclamó él, frustrado.
Davian comenzó a prepararse para salir a recoger a Rowan, pero justo cuando estaba a punto de abandonar la casa, Elysia apareció repentinamente en la puerta.
—¿A dónde vas? —preguntó Elysia con curiosidad.
—Voy a recoger a Rowan. Mi madre no puede traerlo —contestó él con calma, explicando su situación.
—Bueno, entonces vamos. Yo también iré contigo —declaró Elysia de manera decidida.
Davian estaba a punto de protestar y expresar su descontento con la idea, pero antes de que pudiera articular una sola palabra, Elysia ya había salido, dejándolo parado en la entrada con un gesto de sorpresa y las palabras atoradas en su garganta.
El trayecto hacia la residencia de Lysandra se desenvolvía en un silencio palpable. Elysia contemplaba el paisaje a través de la ventana, con una expresión profunda, mientras Davian intentaba enfocar su atención en la carretera.
Al llegar a la mansión de Lysandra, una elegante construcción rodeada de jardines meticulosamente cuidados, Davian aparcó en la entrada y salió del vehículo, seguido de cerca por Elysia. Al acercarse a la puerta principal, fueron recibidos por una empleada que les abrió la puerta con una sonrisa cordial.
—Buenos días, señor Davian, señora Elysia —saludó la empleada, inclinándose un poco y haciendo un gesto con la mano para permitirles el paso.
—¿Dónde está mi madre? —inquirió Davian, su tono revelando una clara impaciencia por la situación.
—La señora se encuentra en la sala principal, disfrutando de un té con sus amigas —respondió la empleada con una voz suave y cortés.
—¿Y mi hijo? —preguntó Elysia, manifestando una preocupación palpable en su voz.
—El joven Rowan está en el jardín, jugando —contestó la empleada, aliviando un poco la inquietud de Elysia.
Davian asintió y mostró su agradecimiento a la empleada antes de avanzar hacia la sala principal, acompañado por Elysia, quien caminaba a su lado.
Al cruzar la puerta de la sala principal, se encontraron con la imagen de Lysandra, quien estaba rodeada de un grupo de amigas. Todas ellas reían y charlaban con gran entusiasmo, creando un ambiente vibrante y lleno de vida. En cuanto Lysandra vio entrar a Davian y Elysia, se levantó de su asiento con una gran sonrisa en el rostro y se dirigió rápidamente hacia su hijo.
—¡Hijo, qué bueno que viniste! —exclamó con alegría, mientras lo abrazaba brevemente, mostrando su cariño y entusiasmo por su llegada.
—Mamá, solo he venido a recoger a Rowan.
Lysandra, al escuchar esto, frunció ligeramente el ceño, mostrando una mezcla de sorpresa y curiosidad, y contraatacó con una pregunta.
—¿Por qué tienes tanta prisa? Deberían quedarse a tomar un poco de té con nosotras.
Con un gesto amable, ella tomó la mano de Davian y comenzó a guiarlo hacia su grupo de amigas. Elysia, que también estaba presente, decidió seguirlos desde atrás. A medida que se acercaban, las amigas de Lysandra comenzaron a rodear a Davian, llenándolo de elogios. Comentaban sobre lo atractivo que se había vuelto, haciendo que su rostro se sonrojara un poco. Por su parte, Elysia se acomodó en el sofá cercano, sacó su teléfono móvil de su bolso y decidió enviar un mensaje, ajena a la conversación que se desarrollaba entre Davian y las amigas de su madre.
Lysandra la observó con indiferencia, dejando entrever una actitud despectiva en su voz al decir:
—Elysia, es sumamente grosero estar mirando el celular mientras conversas con otras personas. Ya que te has dignado a estar aquí, ¿por qué no te tomas la molestia de servirnos el té?
Elysia sintió un profundo desdén. La Elysia de antes, que siempre aceptaba sin protestar, se habría apresurado a cumplir con la petición, pero la nueva versión de sí misma no iba a permitir ese tipo de menosprecios.
Con una calma helada, Elysia levantó la mirada de su teléfono y replicó.
—¿Acaso ustedes no tienen manos y pies? Pueden servir su propio té.
Las amigas de Lysandra intervinieron de inmediato, con expresiones de indignación en sus rostros.
—¿Es así tu nuera, Lysandra? Qué falta de respeto y mala educación.
Elysia sonrió con serenidad y respondió.
—Prefiero eso a ser una mantenida, especialmente si se trata de una vieja chismosa. Su educación deja mucho que desear, señoras. Si continúan por este camino, sus esposos podrían buscar compañía más joven y no tendrán tiempo para gastar con ustedes, que solo se dedican a chismear.
Una de las amigas de Lysandra se llevó la mano a la garganta, tratando de despejar el té que se le había atragantado. Su rostro estaba pálido y los ojos abiertos de par en par, reflejando la sorpresa y el escándalo que le había causado el comentario de Elysia.
Lysandra, al ver la reacción de su amiga y escuchar las palabras de Elysia, se puso de pie de un salto, iracunda. La furia se reflejaba en su rostro, que ahora se había tornado de un rojo intenso.
—¿Cómo te atreves a decir algo así? —exclamó, dirigiendo una mirada fulminante hacia su hijo—. Davian, ¿no vas a decir nada para defenderme? Tu esposa está a punto de matarme de un disgusto con sus palabras tan hirientes.
Frente a esta explosión de emociones, Elysia se mantuvo imperturbable. Su rostro se mostraba sereno y su expresión era totalmente despreocupada, como si la tensión en la habitación no la afectara en lo más mínimo. Con un tono de voz suave y melódico, inició un comentario que para ella sonó armónico y agradable. Sin embargo, para su suegra, las palabras que pronunció carecían de dulzura y resultaban bastante más amargas de lo que ella suponía.
—Suegra, he escuchado que el nuevo cementerio está buscando más huéspedes. Si le parece bien, podría hablar con el propietario para que le reserve un lugar, para que sepa que me preocupo por usted.
Las palabras de Elysia provocaron que Lysandra se alterara aún más. Davian, indignado por la falta de respeto, exigió a Elysia que se disculpara inmediatamente por lo que había dicho.
—Elysia, ¡discúlpate con mi madre, ahora mismo!
Elysia se levantó con una elegancia casi desafiante y contestó, sin perder la compostura.
—No entiendo, ¿por qué tendría que disculparme? Solo di una sugerencia.
Dirigiendo nuevamente su mirada a Lysandra, concluyó con una sonrisa sardónica.
—Para su buena suerte, cuando veníamos de camino, nos topamos con una funeraria. Está a solo 40 minutos de distancia. Oh, ¿acaso prefiere optar por la cremación? Viéndolo así, es más rápido y eficiente.
Las amigas de Lysandra quedaron completamente sorprendidas, sin poder creer lo que acababan de escuchar. Elysia, en medio de la conmoción, se puso de pie y se dirigió al jardín, dejando a todos en un estado de asombro absoluto.