Su personalidad le permitió continuar con una vida que no recordaba.
Su fortaleza la ayudó a soportar situaciones que no comprendía.
Y su constante angustia la impulsó a afrontar lo desconocido; sobreviviendo entre una fina y delicada pared que separa lo inexplicable de lo racional.
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A la altura de las expectativas
^^^23 de diciembre, 2022^^^
^^^Holdes, capital Hiuston^^^
^^^Residencia Ruiz^^^
^^^2: 52 am.^^^
— ¿Cómo se encuentra, Félix?
Tercera vez que oía esa pregunta a lo largo de mi vida y por tercera ocasión debía dar una respuesta negativa. Dolía, especialmente porque se trataba de mi amiga de la infancia, mi pelirroja amiga tenía los ojos desgastados de tanto llorar y su mirada solo recaía en las manos de su abuelo durmiendo plácidamente.
— Me temo que es parte de la condición fantasma —suspiré desanimado—. Llamaré a Dagan para evitar el deterioro del campo.
Hundió su cabeza en la cama de Daimond y siguió llorando a cantaros, desconsolada. Tras acariciar su cabeza decidí darle un momento a solas con él para hacer una llamada.
Busqué en mi línea telefónica personal el nombre de Dagan. Le informé el colapso de Daimond y su estado para que estuviese pendiente a las llamadas del Anexo. Como detalle extra, le pedí que trajera a Lia para que le hiciera compañia a Roxan.
Avancé a paso lento por todo el pasillo, moría de sueño y los muebles solo incrementaban mis deseos de descansar un momento.
— No eres el galán de siempre, Félix.
Voz firme y seria pese a tener tonos femeninos.
— Son tres días de sueño acumulado, señorita.
Las trivialidades abundaban cuando el jefe no estaba cerca. La mujer que rozaba sus cuarenta años tiritó bajo su refinado abrigo de piel, lucía demasiada arreglada como siempre pese a lo repentino del aviso y la alerta. Tras charlar un poco, la pelirroja teñida me dejó solo nuevamente para desaparecer en el pasillo.
Los sirvientes de la casa murmuraban preocupados por el colapso del jefe de hogar, temían que su nieta no pudiese cumplir con la expectativa de los directivos. Reprimí visualizar a mi esposa en Roxan y busqué un lugar tranquilo en los kilómetros cuadrados de la residencia, pero solo me encontré con más gente. Anexados, para ser claro.
Opinaban, opinaban, opinaban y opinaban sobre temas que no comprendían. Cuestionaban situaciones conflictivas y sacaban a relucir conclusiones estúpidas. La indiferencia y repulsión que me causaban disipaban mis ganas de dormir.
— ¿Creen que sí sea una maldición? Ederne también quedó así de un día para otro.
— ¡Shh! Cállate idiota —murmuró vigilando a los costados—. No la menciones.
Mi sangre hirvió y la cólera llegó hasta mis puños que se cerraron por instinto. La sola idea de aparecer y romperles la mandíbula me quedaba corta. Sin embargo, sabía controlarme y reprimir lo que desencadenara un problema.
— Señorita Ederne para ustedes, imbéciles —di vuelta en el pasillo con las manos en los bolsillos de mi abrigo. Sonreí, pero mis ganas de estallar debieron percibirse en las palabras—. Guarden silencio y regresen por donde vinieron, sus asquerosas presencias alimentan las malas energías.
Me miraron pálidos y tras disculparse, huyeron. No sabía en qué parte de la residencia me encontraba, pero poco importó cuando mis fuerzas se desvanecieron y aterricé de espalda contra el suelo.
Soñé, más fueron cosas pasadas sin importancia. Cuando abrí los ojos pude reconocer donde estaba acostado, la sala de reuniones privadas del Anexo. Una suave cobija beige cubría mi cuerpo y lo calentaba, aunque me habría gustado estar sobre una cama, era un mueble.
— Gracias por recogerme ¿Trajiste a Lia, Dagan?
— Sí, se quedó junto a Roxan —suspiró y cambió de tema, serio—. ¿Qué crees que sucedió?
Mi respuesta fue obvia. Eliana.
Cuando me recosté en sus piernas aquel día, sentí los restos de un desborde inexplicable de energía negativa, misma que solo se experimenta antes y durante la apertura de un portal. Su contacto con el más allá absorbe enormes cantidades que luego expulsa sin notarlo, su habilidad creció tanto que si tuviera que explicarlo con nuestros términos de Rieles, Eliana sería un tren y su cuerpo un vagón desocupado. Vivía expuesta a parásitos y al adentrarse en ella para cruzar el límite, se aferraban a la energía vital de otro Riel.
— El día que entró en contacto con Daimond lo que hizo fue transmitirle aquella descarga —comenté mi hipótesis.
— Debió infestar su cuerpo astral —suspiró temeroso—. Maldición, esto es malo.
— Déjame terminar.
Todo ser humano es capaz de expulsar aquella energía negativa. Todos, en algún punto de su vida tienen un ligero roce con lo paranormal, sin embargo, quedan libres por mecanismo propio, automático. El caso de Ederne fue diferente ya que su cuerpo astral empezó a corromperse por no liberar aquella energía. Ambas son opuestas y complementarias, lo malo de nuestra posición actual es que al ser una habilidad nueva de Eliana, se convierte en un riesgo latente.
— Si el jefe y la iglesia se enteran de esta característica capaz de quebrantar la vida de Rieles, no dudarán en matarla, Dagan —finalicé. Apartó la mirada, no cabizbajo, sino pensativo y aquello no ocurría seguido—. Usaremos el estado de Ederne.
— No —cortó sin más—. Sé que lo haces por ella, pero no será la excusa.
— Tampoco es que sea confiable —rebatí—. No confío en nadie además de mi capaz de protegerla. No dudarán en dejarla como está si eso significa "erradicar" el mal, a Eliana.
Lo ví cerrar los ojos y al abrirlos mostraron el mismo tono oscuro que el día del incidente.
— No te involucres más, Félix —pidió—. Lo que haré podría arrastrarte conmigo y no puedes hacerlo.
— Supongo que no vas a decirme —él asintió—. Dagan, escúchame–
Soltó una risa que pocas veces dejaba escapar. Acortó nuestra distancia y me golpeó con un cojín del mueble, intenté adquirir seriedad para callarlo, pero terminé cediendo a nuestro momento de diversión.
— No pensarás que he trabajado catorce años para la iglesia en vano, ¿verdad? —sonrió.
Su plan era arriesgado y descabellado, lo supe casi por intuición.
— Maldito loco —reí.
Gracias a la insistencia y presión de Lia sobre Roxan, pudimos convencerla de salir a desayunar en un restaurante tradicional. Por supuesto, para comodidad de mis acompañantes, pedí a la dueña que dejase el restaurante exclusivamente para nosotros y yo me encargaría de cubrir los gastos. Accedió, pero para no desperdiciar la comida ya preparada la regaló a sus vecinos, aunque eso también debería ser pagado de mi bolsillo.
Tuvimos una buena convivencia y el desayuno fue un cinco estrellas absoluto. Para nuestro pesar, el mayordomo de Roxan llamó para avisar que el jefe estaría pronto en la residencia junto a los del Vaticano de incógnitos.
— ¿Eh? ¿Quieres que vaya con ustedes?
— Sí —suspiró Dagan—. Eli, surgieron problemas que te incluyen.
Estaba mal espiar su conversación, pero necesitaba saber que planearían.
— Ya veo —dijo tranquila—. Entonces iré, gracias por confiar en mi.
Hubo una pausa larga en la que supuse, él la abrazó.
— Voy a cuidarte así que no te asustes y confía en mí, ¿bien?
— Haré lo mejor que pueda para ayudarte, también debes confiar en mi, Dagan.
Dejé que la última imagen de mi esposa desapareciera de mi mente y me preparé para salir con la misma sonrisa de siempre y molestarlos.
Las dificultades por las que atravesó hubieran sido opacadas si Dagan hubiera confiado en ella desde el inicio; Lia ha demostrado valentía. Se mantuvo en pie luego de recibir puñetazo mío y no se acobardó, de alguna manera se ganó mis respetos ese día.
Hace siete años atrás fundamos nuestro equipo siendo tan solo dos mocosos con problemas graves de amor.
Tres años después, la iglesia, aún teniendo pleno dominio y control sobre Dagan, lo castigaron brutalmente usándola. La vida que Eliana forjó desde la muerte de sus padres pereció frente a sus ojos dejando a Dagan como el culpable en un escenario manipulado.
Durante dos años ella estuvo internada bajo el diagnóstico de depresión agravada y cinco intento de suicidios fallidos. Al final, usé mi habilidad y suprimí sus recuerdos para calmar al Anexo quienes temían de ella y su descontrolada habilidad.
Desde entonces han transcurrido dos años donde, por apelaciones mías, el anexo y la iglesia la dejaron en paz.
Nos tomó siete años llegar hasta aquí y, afortunadamente Lia parece tener mayor fortaleza que Eliana, si la seguimos apoyando como se debe, podría no solo salvar a Ederne, sino que sus habilidades podrían ponerle fin al mal de Hiuston.
— Félix, si los del Anexo me quieren muerta, ¿significa que soy más fuerte que todos?
Reí ante la pregunta de Lia.
— ¿Eres más fuerte que yo?
Negó cubriendo su mejilla derecha.
— Lo dudo en realidad.
Volví a reír y despeiné su corto cabello negro.
— No escuches lo que digan, tú no puedes ganarme, soy superior a ti, ¿verdad?
Ella asintió, sonriendo.
— Si, capitán.
A sus ojos me convertí en un lider y sí o sí debía cumplir con sus expectativas. Desde la ventana del auto ya se contemplaba la entrada a la residencia y la fila de carros negros aparcados frente a la entrada indicaba que el principal personaje de la mañana había llegado sano y salvo. Roxan se aproximó a recibirlo, después de unos momentos, notó nuestra presencia.
Ederne, hoy más que nunca, te extraño tanto.