Una Luna Para El Alfa

Lyra llegó a la habitación en silencio. Estaba oscura, apenas iluminada por la tenue luz de la luna que se filtraba entre las cortinas. Nessa ya se había quedado dormida, envuelta en las mantas. Con cuidado, Lyra se colocó su pijama, se deslizó bajo las sábanas y, mientras su cuerpo se relajaba, una sonrisa comenzó a formarse en sus labios. No podía quitarse de la cabeza al lobo que había visto esa noche. Era tan guapo, fuerte… Su mera presencia la hacía estremecer. Más allá de su apariencia, había algo entre ellos que no podía negar: la conexión.

Pensar en ello le hacía latir el corazón con fuerza. La Diosa Luna le había dado una nueva oportunidad. Aquello era inusual; hasta donde había oído, la Diosa rara vez daba segundas oportunidades, especialmente cuando ambas partes rechazaban el vínculo. Lyra, por supuesto, había sentido esa conexión desde el principio, pero primero quería asegurarse de que aquel lobo era alguien digno. Sentir su piel, su calor… Había sido algo completamente nuevo para ella, algo que jamás había sentido con nadie antes, ni siquiera con Lucian, de quien estuvo enamorada durante tanto tiempo y quien la había rechazado sin piedad.

La mañana siguiente llegó con una suave luz que se filtraba en la habitación. Su loba, habitualmente perezosa, se movía inquieta en su interior.

—No me siento bien hoy —le dijo con voz somnolienta—. Creo que descansaré.

Lyra rodó los ojos. Su loba era demasiado vaga, siempre buscando excusas para no hacer nada. Cuando intentaban correr juntas, su loba siempre se quejaba de estar cansada durante días.

Lyra despertó a Nessa, quien se dirigió al baño para ducharse.

—Voy a traerte el desayuno… hasta asegurarme de que Lucian no esté por aquí —dijo, en tono serio pero protector, mientras Nessa se preparaba para la ducha. La chica solo asintió.

Bajó las escaleras, sintiéndose emocionada. La mansión era un lugar increíble, aunque la oscuridad que la envolvía le daba un toque sombrío que la hacía sentir una ligera incomodidad. Paseaba por los largos corredores, observando cada detalle, asegurándose de que no hubiera muros en la costa. Fue entonces cuando vio a aquel lobo de la noche anterior, y su corazón dio un vuelco. Él también la había notado, sus ojos la percibieron y luego, casi de forma inconsciente, la olfateó.

"Acércate, Caelan. Quiero apreciar a nuestra compañera", susurró su lobo en su interior, pero Caelan solo le ordenó mantenerse quieto, reprimiendo el impulso.

Sin embargo, Lyra no tardó en acercarse. —Tú… ¿trabajas en la mansión? —preguntó, fingiendo indiferencia, aunque sus ojos brillaban con curiosidad.

Caelan suspiró, fastidiado. —Puede ser —respondió finalmente.

Lyra levantó una ceja, desafiándolo con una sonrisa burlona. —Eres un pervertido —le espetó, con una chispa de irritación—. Seguro que estás acostumbrado a andar por ahí, pero escucha bien: si le cuentas a alguien lo que pasó anoche, juro que te haré quedar mal frente a… —se detuvo, recordando su nombre en el último momento— frente a Caelan.

Caelan casi suelta una carcajada. —¿Cuántos años tienes? Pareces una niñita corriendo a quejarse con su papá —se burló, sin molestarse en disimular su diversión. Luego, con un ligero movimiento de la cabeza, se dio la vuelta y se marchó, dejándola sola y con los ojos bien abiertos, atónita.

Mientras veía su espalda desaparecer en la penumbra, Lyra sintió la rabia en su interior. Justo en ese momento, una picazón familiar apareció en su brazo. Miró el sarpullido que había allí y, pensando en lo ocurrido la noche anterior, dedujo que alguna planta del lago debía ser la causante.

Al otro lado de la mansión, Caelan entró en su oficina, donde su tía Morgana lo esperaba con los brazos cruzados.

—No entiendo por qué pediste a Magnus que llegara antes que los demás y luego lo dejaste esperando todo el día de ayer —lo increpó de inmediato.

—Lo siento, tuve un asunto urgente que atender —dijo Caelan, enrollándose las mangas de su camisa.

Morgana frunció el ceño al ver el sarpullido en su brazo. —¿Qué te pasó?

—Anoche me metí en el lago, debe haber alguna planta allí que me causó esta reacción —respondió, evitando su mirada.

Morgana, que había observado detenidamente el sarpullido en el brazo de Caelan, soltó un suspiro con algo de complicidad, sabiendo más de lo que él había querido admitir.

—Esa planta que te causó el sarpullido es bastante rara, Caelan —murmuró, mirándolo con picardía mientras recogía sus cosas—. Es Alneumai, conocida por su toxicidad leve para los licántropos. Me parece bastante curioso que hayas estado en el lago, sobre todo porque esa planta crece en la profundidad, no cerca de la orilla. Pero, no te preocupes, tengo una crema que aliviará la picazón, te la haré llegar en un momento.

Caelan, sin cambiar la expresión en su rostro, asintió con una leve sonrisa en sus labios, aunque sus ojos reflejaban algo de incomodidad. Sabía que Morgana sospechaba más de lo que estaba dispuesta a decir, pero él mantuvo su mirada tranquila, como si nada lo perturbara.

—Gracias, tía —contestó—. Solo me tomé un descanso en el lago, nada más.

Morgana levantó una ceja, incrédula.

—¿Nada más? Bueno, entonces no hace falta que te diga que Alneumai no crece cerca de la orilla… Supongo que tu "nada más" es lo que prefieres contarme, ¿verdad? —dijo, lanzando una mirada burlona mientras Caelan apenas contenía una sonrisa—. Pero ten cuidado, Caelan. Sabes que los rumores siempre tienen algo de verdad.

Caelan cerró el libro que estaba leyendo y se puso de pie, girando hacia la puerta. —Tal vez los rumores no son tan falsos como siempre te digo —respondió, enigmático—. Anoche, tuve la mejor de las distracciones. —Y sin más, se marchó, dejando a Morgana más confundida que nunca.

Lyra no pudo esperar más y, buscando a su padre, decidió plantearle sus dudas de una vez por todas.

—Padre, ¿alguna vez escuchaste de alguien a quien la Diosa Luna le diera una segunda pareja? —preguntó, con cautela y curiosidad.

El hombre se quedó pensativo un momento. —Hace algunos años, sí… pero no es común. La Diosa Luna es muy estricta respecto a las parejas; ella controla todo, sabe lo que cada lobo necesita —le explicó con calma.

Lyra asintió. —Tengo un nuevo mate —le confesó—. Trabaja aquí, en la mansión. Sé que él sabe que soy su mate, pero aún no le he mostrado que yo también lo sé.

Su padre la miró con ternura y comprensión. —No quieres arriesgarte otra vez, ¿verdad? Quizás la Diosa vio en ti una joven noble que terminó en las garras de alguien no apto, y por eso te puso a un nuevo lobo en el camino. Sigue tu corazón, Lyra, pero no dejes que este nuble tu mente.

En ese momento, Morgana se acercó con una sonrisa. —Magnus, Lyra, buenos días.

Mientras conversaban, Lyra sintió nuevamente la picazón en su brazo, y su padre se dio cuenta de inmediato.

—¿Qué te pasó, pequeña? —preguntó, preocupado.

Al ver el mismo sarpullido que Caelan, Morgana levantó una ceja. —Anoche fui al lago, y amanecí con esto —respondió Lyra, algo avergonzada.

Su padre la miró con reprobación. —Sabes que no me gusta que vayas de noche —reprochó con voz suave.

Lyra sonrió. —Pero sabes cuánto me gusta el contraste de la luna con la oscuridad.

Morgana, buscando romper la tensión, comentó en tono ligero: —Esa irritación es por Alneumai, una planta muy especial que crece en aguas profundas y suele provocar reacciones como esta en nuestra piel. No tienes de qué preocuparte, Lyra; voy a prepararte una crema que curara eso de inmediato. ¿disfrutaste la noche en el lago?

Inocentemente, Lyra asintió, recordando el encuentro con el hombre de la noche anterior. —Fue encantador… Una sensación nueva.

Lyra regresó a su habitación después de hablar con su padre y con Morgana, aún sintiendo la leve picazón en el brazo. Apenas entró, Nessa, que estaba cómodamente recostada en la cama revisando algunos libros y papeles, levantó la mirada con una sonrisa burlona.

—A ver, a ver… —dijo Nessa, cruzando los brazos con una expresión de pura intriga—. ¿Cómo te fue anoche en el lago? —Su voz tenía un tono travieso que hacía claro que estaba más que curiosa por saber todos los detalles.

Lyra se sentó en el borde de la cama y sonrió, sabiendo que Nessa no la iba a dejar escapar sin contarle algo.

—Fue… interesante. Increíble, en realidad —respondió Lyra, intentando sonar casual, pero no pudo evitar que una sonrisa se le escapara.

Nessa se incorporó de un salto, con los ojos brillando de emoción.

—¡Uy, no, no, no! ¡Esos ojitos brillantes te delatan! Cuéntamelo todo, ¡y ni se te ocurra dejar fuera lo sabroso! ¿Increíble? ¿De verdad? —Nessa empezó a dar saltitos en la cama—. Vamos, que se te nota que te pasó algo bueno. ¡Suelta el chisme!

Lyra se rio y sacudió la cabeza, algo avergonzada.

—Pues… —empezó, dándose ánimos—. Me encontré con un hombre.

Nessa se quedó boquiabierta y luego soltó una carcajada, como si de repente todas las piezas encajaran en su mente.

—¡Ay, diosa, me muero! ¡Un hombre en el lago y tú allí sola con él! —Se tapó la boca con ambas manos y luego siguió—. ¿Y qué? ¿Era guapo? No, espera… —se llevó un dedo a la sien, pensativa y seria por un segundo—. ¡Claro que era guapo, se te nota en la cara! ¡Cuéntamelo ya!

Lyra se encogió de hombros, pero le conto a su amiga todo lo ocurrido.

—Sí, bastante… Y, bueno, hubo un momento de conexión, digamos… —Lyra se mordió el labio, como si quisiera dejarlo ahí, pero Nessa no iba a permitirlo.

—¡Ay, ay, ay! ¡Sí que hubo conexión, a ti te está picando el brazo y no precisamente por el sarpullido! —dijo Nessa entre risas. Luego, dándole un codazo a Lyra, continuó sin filtro—. ¡Ya decía yo que que la diosa luna no te desampararía luego del rechazo del idiota de Lucian! ¿Para qué ir detrás de un muermo que apenas te vio y supo que eras su mate de inmediato te rechazo, cuando puedes tener un lobo misterioso que te deje, digamos… recuerdo en la piel?

Lyra abrió la boca, fingiendo indignación.

—¡Nessa! —protestó, aunque riendo también—. No es lo que estás pensando.

Nessa soltó una risa exagerada y movió las manos en el aire como si espantara moscas.

—¡Claro, claro, como digas! Me encanta lo "accidental" que fue todo. Y déjame adivinar, te miró como si fueras la única mujer en el mundo, ¿verdad? Ya te veo, señorita: ¡estabas que te derretías ahí junto al lago, y ni siquiera me invitas a ver el espectáculo!

Lyra la miró entre divertida y resignada. Sabía que Nessa no dejaría de molestarla en todo el día, pero la verdad es que, después de todo, se sentía bien poder reírse de todo.

—Ay, Ness… —suspiró Lyra, aún sonriendo—. No pasó nada más, pero… sí, creo que es alguien que podría ser especial. Igual debo controlarme, no puedo ir por ahi como tonta enamorada, despues de todo esto es culpa de la conexion, si es asi ahora no quiero imaginar cuando el me marque como suya, por que se que no me va a rechazar.

Nessa le guiñó un ojo y añadió con una sonrisa descarada:

—Bueno, si te hace falta alguien para vigilar, tú solo dime. Prometo que seré toda una guardaespaldas… ¡infiltrada en busca de lobos guapos!

Ambas estallaron en risas, mientras Nessa seguía lanzando comentarios graciosos que hacían que Lyra se sonrojara cada vez más.