Amandote En Secreto

­Estoy agotado. (Hablo tirado en el suelo). Descansemos y luego continuemos.

–Nada de eso, levántate y toma la espada. (Nicolás habla, entregándome la espada de madera).

Empezamos ahora mismo.

–Seguro que han pasado más de dos horas, tengo un año para aprender a ser tan bueno tanto como usted, por lo que no tenemos prisa. (Hablo recibiendo la espada).

–Cuanto antes aprendas, antes volveré a mi negocio. (Nicolás le responde la postura de lucha). Ven pronto.

–Quieres deshacerte de mí tan rápido, soy una gran compañía. (Digo levantándome y poniéndome en la postura de lucha también).

–Hablas demasiado. (dice Nicolás riéndose ligeramente). Pero encajamos bien, hermano mayor hablador y arrogante, el hermano mediano tranquilo y amable y una niña baja de 14 años a la que le gusta reírse de sus mayores. sin pensar. (Hablo).

–Te olvidaste de ser mimado. (Intento golpearlo pero él bloquea el golpe con la espada).

–¿A qué te refieres con mimado? (Nicolás habla sin entender y trato de golpearlo nuevamente).

–Dijiste que era un mimado y me golpeaste en la cara, ¿recuerdas? (Hablo y Nicolas logra defender el golpe de nuevo).

–Todos tenemos nuestros defectos. (Nicolás habla y luego su risa desaparece). Empezamos a pelear mucho, ¿no hermano?

–Siempre nos peleamos, por casi todo, de hecho. (digo riendo). Por juguetes, por dulces, caballos, espadas y ahora no sé ni por qué.

–Todo empezó con tu matrimonio con Esmeralda. (Nicolás atacándome).

–Ahora que lo dices puedo decir que es verdad. (Digo tratando de esquivar la espada de Nicolas pero no puedo y él golpea mi abdomen y me hace tropezar dejándome caer). Maldición.

–Ten cuidado con tu idioma. (Habla Nicolás).

–Ya que sacaste el tema del matrimonio, quiero saber ¿por qué no te gustó la noticia? (Hablo y Nicolas me lanza mi espada).

­¿Qué quieres decir? (Habla y me ayuda a levantarme).

–Parecías muy enojada y molesta con la noticia hasta llegar al punto de pegarme. (digo poniéndome de pie).

–Si pudieras retroceder en el tiempo, la batería volvería a funcionar. (Nicolás habla con sinceridad). No sé el motivo de este matrimonio y no lo cuestionaré más porque se lo prometí a Esmeralda, pero de una cosa estoy seguro, tú no la amaste ni nunca la amaste, solo la estabas usando y creo que Olvidé que el vínculo del matrimonio no se puede romper.

–¿Qué te hace estar tan seguro de que no te amo? (Hablo atacándolo y una vez más fallo).

–Por la forma en que siempre la has tratado, Hamilton, se nota desde lejos que te tiene miedo. (Dice atacándome y esta vez la espada apunta a mi cuello). Creo que tú también lo has notado.

Por supuesto que lo noté, ella se siente más cómoda con otras personas que conmigo y apenas puede mirarme a la cara sin tener que hacerlo.

–Creo que es suficiente por hoy. (Nicolás habla arrojando su espada al suelo, dejándola medio enterrada en la tierra).

Voy a la habitación y me doy una ducha rápida ya que estaba sudando mucho, me duele todo el cuerpo.

No creo que haga falta decir por qué outfit optaré ahora.

Después de unos minutos salgo y me dirijo a la mesa donde ya todos están comiendo, menos mamá que no se molestó en bajar.

Me siento al lado de Esmeralda que parece estar muy cansada mientras come su sopa.

La comida fue tranquila, al igual que el resto del día y lo único en lo que podía pensar era en tirarme a la cama y despertarme mañana.

La hora de dormir hoy era diferente, ¿qué tan diferente? debes estar preguntándote.

Justo cuando llegamos a la habitación y nos cambiamos de ropa, me fui a la cama esperando quedarme dormida en cualquier momento, Esmeralda se sentó en el sofá de la habitación y cuando le pregunté si no vendría a la cama.

–No dormirás. (digo mirándola).

–Estoy sin dormir y quería sentarme un rato. (Habla mientras se alisa el vestido de noche blanco).

–Puedes sentarte en la cama y cuando tengas sueño, simplemente duerme. (Digo y ella niega con la cabeza).

–Estoy bien aquí, gracias señor. (Ella dice que empezó a llamarme señor otra vez pero ahora estoy demasiado cansado para regañarla). El sofá es más cómodo que la cama.

–Tú eres el que sabe, no te voy a obligar. (Hablo y me acuesto cubriendo mi cuerpo). Al menos lleva un paño para cubrirte del frío.

A la mañana siguiente me desperté antes que ella y la vi dormida descubierta, y la posición en la que se encuentra me parece muy incómoda.

Esto continuó durante dos semanas, durante dos semanas Esmeralda simplemente se negó a acostarse en la cama, no es que a mí me importe.

Como siempre, cuando lo necesitaba, me iba para buscar una mujer que pudiera satisfacerme, entre ellas Delfina que nunca dejó de ofrecerse a mí.

Continúo mi entrenamiento con Nicolás y Esmeralda con clases de etiqueta y postura, ella ya sabe comer con cuchillo y tenedor, aunque todavía confunde los lados.

Y después de gritarle tanto, finalmente dejó de llamarme "alteza" o "mi señor".

No hablamos mucho conmigo, solo hablamos de lo necesario. Obtuvo la amistad de Alma y parece que papá disfruta tenerla como miembro de la familia.

–¿Cómo estuvo la compra? (Le pregunto mientras entra al cuarto con el mayordomo que lleva unas bolsas, las dejó en el armario y luego se fue).

–Estaban tranquilos y pude disfrutar de la compañía de la señora Angelina. (Habla refiriéndose al instructor). Me llevó a probar un poco de café, pero todavía no puedo porque es demasiado amargo.

–¿Te… divirtiste? (Hablo).

–Sí, gracias por dejarme ir. (Habla inclinándose).

–Eres libre de hacer lo que quieras, no quiero que nadie piense que te tengo atrapado en palacio, ¿entiendes? (Hablo sentada en el tocador).

–¿Incluso para montar a caballo? (Pregunta jugando con los dedos).

–Si así lo quieres, claro, solo ten cuidado de no volver a destrozar ningún vestido. (Hablo y ella sonríe levemente).

–No iré, lo prometo. (Ella habla y viene hacia mí lentamente). ¿Quieres que te cepille el pelo?

–Debes estar muy cansado, puedes ir a descansar. (Digo y ella toma el cepillo).

–No estoy cansado. (Ella habla y comienza a cepillarme el pelo).

Durante unos minutos no nos dijimos una sola palabra.

–Hamilton. (Nicolás habla, cerrando la puerta).

–Puedes entrar. (Hablo y entra Nicolás, nos mira a mí y a Esmeralda un rato).

¿Olvidaste lo que querías?

­¡¿Qué?! (Él habla).

–Entraste y no dijiste nada, sólo parecías perdido. (Hablo y Esmeralda baja el cepillo, señal de que ya terminó).

–Hay problemas en el reino y papá nos necesita. (Nicolás habla rápidamente).

–¿Qué problema? (Digo dirigiéndome hacia la puerta).

–Papá no dijo cuál era. (Nicolás dice que viene).

–¿Nos vamos, Esmeralda? (Hablo y le extiendo el brazo).

­Sí. (Ella habla y me toma del brazo).

Bajamos apresuradamente a la sala de reuniones donde encontramos sentados a papá, mamá, Alma y al consejero real.

Por la expresión del rostro de papá, el asunto debe ser muy serio.

­¿Qué pasó? Nicolás dijo que hay problemas en el reino. (Digo jalando la silla para Esmeralda y luego me siento).

–El reino está sin trigo y como sabemos es uno de los activos que mantiene estable nuestra economía. (Papá habla).

Es cierto que aquí en Launstone producimos casi de todo, desde armas de la mejor calidad hasta las mejores telas, pero lamentablemente el trigo no forma parte de nuestra producción ya que nuestro suelo no es capaz de producir a gran escala.

Recibimos el trigo y lo transformamos. Es esencial para alimentar a las personas y al ganado.

–¿El trigo desapareció de la noche a la mañana? (Habla Nicolás).

–Hace ya unos días que no lo recibimos y las reservas del reino se han acabado. (Habla el consejero).

–Sólo tenemos que hablar con nuestros proveedores y pedirles que lo traigan lo más rápido posible. (Hablo tratando de encontrar la solución).

–Ese es el problema. (Mamá habla). Nuestro proveedor es el Reino de Skylite, el reino del Rey Nkadamo, el padre de Francisca a quien abandonaste en el altar.

Reino de Skylite, más conocido como el reino de los cielos.

–Quieren cortar todas las relaciones con nuestro reino y están empezando por el trigo. (Nicolás habla pensativo).

–Enhorabuena, Hamilton, tus acciones por fin han dado sus frutos. (Mamá aplaude sarcásticamente).

–Mis acciones se basaron en las tuyas, ¿olvidaste que querías casarme con Francisca? (Digo y ella frunce el ceño).

–Y luego decidiste casarte con este repugnante plebeyo. (Dice mamá señalando a Esmeralda quien agacha la cabeza).

–Deja a Esmeralda fuera de esta mamá. (Habla Nicolás).

–Esto trajo problemas al reino. (Mamá sigue hablando señalando a Esmeralda).

–No hables así de Esmeralda. (Lo digo en serio).

–¡¡Ya es suficiente!! (Habla papá, golpeando la mesa). Deja de discutir con tu madre, y será mejor que aprendas a respetar a Esmeralda porque es nuestra nuera y ya estoy cansada de escuchar siempre las mismas cosas.

–¿Por qué me llamaron si no entiendo nada de lo que dicen aquí? (Alma habla molesta).

­Perdón. (Papá habla).

–Creo que la mejor solución es buscar otros proveedores. (Habla el consejero).

–¿Pero cuánto tiempo podría tardar esto? (Habla Nicolás). No podemos olvidar que los demás reinos están más alejados del reino Skylite.

–¿Y si enviamos comerciantes a recogerlo y pagamos el doble? (Habla el consejero).

–Gastaríamos más de lo que ganamos. (Hablo).

–¿Puedo hacer una sugerencia? (Esmeralda habla tímidamente).