Isabela es una enfermera experimentada, especializada en cuidados especiales, acostumbrada a tratar con pacientes en condiciones graves y delicadas. Cuando es contratada para cuidar a Renato, un joven que lleva 10 años postrado en cama debido a un accidente, enfrenta el trabajo con la seriedad y profesionalismo de siempre. Sin embargo, lo que comienza como una rutina tranquila de cuidados pronto toma un giro extraño. Isabela empieza a escuchar una voz misteriosa dentro del cuarto de Renato, pero al mirar alrededor, se da cuenta de que está sola con el paciente. Inicialmente escéptica sobre la posibilidad de que existan espíritus, se ve desafiante a enfrentar algo que no puede explicar. La voz parece dirigirse a ella, como si el propio Renato, en su estado inmóvil, fuera capaz de comunicarse de una manera que ella jamás imaginó posible. La enfermera se ve dividida entre su cordura y lo que parece una conexión sobrenatural. ¿Es víctima de un delirio, o Renato realmente está intentando hablar con ella, de una forma que trasciende la lógica médica? Día tras día, la línea entre lo real y lo inexplicable se vuelve más tenue, e Isabela debe enfrentar sus propios miedos y dudas para entender lo que está sucediendo.
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Capítulo 15
_ Para Renato, no quiero escuchar nada más.
_ Solo un poquito más, me arrodillo frente a ti, te quito los pantalones cortos y las bragas, te doy un beso en tu intimidad, te empujo y te hago acostar en mi cama, me meto entre tus piernas y primero soplo y luego voy chupando con mucho cuidado para no asustarte, cuando veo que te has relajado te meto la lengua y al mismo tiempo te masajeo el clítoris, no tardas mucho en empezar a revolcarte en mi cara y a gemir mi nombre y luego te corres toda y yo disfruto sabiendo que he sido el primero en proporcionarte este placer.
_ Acabas de hacer que me sonroje, no sé de dónde sacas tantas cosas que decir.
_ Si yo fuera un hombre de verdad, seguro que te haría eso, mi enfermera, pero solo soy un vegetal y tú vas a salir con otro mañana y yo no puedo impedírtelo.
_ Solo voy a tomar un helado con él y nada más, y sí puedes impedirlo, solo tienes que aceptar casarte conmigo.
_ Pero te aseguro que él estará pensando en otra cosa y no en el helado, y ya te he dicho que no hay posibilidad de que acepte casarte contigo.
_ Creo que es mejor que dejemos este tema y nos vayamos a dormir, buenas noches, Renato.
_ Buenas noches, mi enfermera.
Renato se está metiendo con mi mente, me acosté y pude soñar con todo lo que me dijo y me desperté casi sin poder respirar, si esto sigue así voy a tener problemas para controlarme cada vez que tenga que tocar su cuerpo y lo hago casi todo el día, necesito concentración y control, ¿cómo voy a hacerlo? Si fuera una situación normal lo pondría en su lugar y estaría bien, pero es solo una voz y no tengo control, habla todo el tiempo y me distrae con facilidad.
Amanece el día y tengo que empezar mi día, cuidando de Renato, fui al baño, me lavé la cara, hice mi higiene y fui a ocuparme de él, llegué y como siempre hago, le di los buenos días.
_ Buenos días, Renato, vamos a despertarse y empezar nuestro día, voy a ocuparme de tu higiene, intenta no moverte, le quité la sábana y empecé el baño en cama y todo iba bien, él en silencio y yo haciendo mi trabajo, terminé el baño, cambié la ropa de cama, cogí el aceite y empecé el masaje.
Eché un poco de aceite, me froté las manos para calentarlo y empecé a pasárselo por la cara.
_ Hoy parece que duermes de verdad, tienes los rasgos relajados, voy a hacerte el masaje en los brazos y los dedos, al llegar a los dedos los abrí y como está un poco atrofiado sé que le dolió.
_ ¡Ay, Isa!, me estás haciendo daño, estaba tan a gusto hasta ahora.
_ No había llegado a donde está atrofiado, pero aguanta firme que te voy a abrir los dedos.
Le hice el masaje y solo gimió un poco, terminé y fui hacia su pecho, bajé por el abdomen y me detuve.
_ Continúa, Isa, está muy bien, siento todo mi cuerpo hormigueando a cada toque tuyo.
_ Es el aceite que compré, ayuda a activar la circulación, está hecho con esencia de romero.
_ Creo que es tu mano, pero si tú dices que es el aceite, no voy a discutir.
_ Tengo que terminar de arreglarte porque voy a salir con Lucas, y tú procura no asustar a Eliza.