Sombras Del Amor

Punto de vista de Elena

Cuando me dijeron que mi bebé corría peligro me asuste muchísimo, sentía que se me iba la vida en ese instante. No lo dude cuando pedí que lo salvaran al aunque mi vida estuviera en peligro, pero gracias al cielo todo salió bien, mi bebé está conmigo y eso era lo que más quería en la vida.

Ver su carita por primera vez me lleno de un gran amor, era algo que no sabía como explicar, agarrar su diminuta mano y saber que era mío hizo que mi corazón saltara de felicidad. Hay que vivir el milagro de ser madre para que se pueda entender ese sentimiento tan genuino de querer dar la vida por otra persona, de pensar solo en el bienestar de esa otra vida, es algo que te llenal alma y hace que todos los momentos horribles que viviste desaparezcan y ahora solo haya espacio para el más puro y tierno amor. "Te voy a cuidar con mi vida si es necesario", le susurre a mi pequeño ángel.

Leonardo entró en la habitación sonriente, cada vez que llegaba a casa nos traía un regalo. "Te vas a arruinar si sigues así". Le dije negando con la cabeza.

"Si ustedes son felices no me importa entregar mi imperio", respondió besando la frente de nuestro hijo, para luego besar mis labios.

Mis padres nos visitarían al día siguiente, estaba algo nerviosa por eso, ya que ellos pueden llegar a ser bastante molestos.

"¿Crees que mis padres aceptaran a nuestro hijo?", pregunté temerosa.

"No pienses en eso, en caso de que no lo hagan ya cumpliste con invitarlos a ser parte de su vida".

"Tienes razón, si ellos no lo aceptan es su problema, mi hijo es un angelito que le sobra amor", nos fuimos a dormir después de un día agotador, entre mi trabajo y atender al bebé no me queda tiempo de nada.

Al día siguiente decidí que no trabajaría, quería pasar tiempo con mi hijo y mi familia, así que mande a que todo estuviera listo para la llegada de mis padres, Leonardo también se quedaría al menos hasta después del almuerzo, ya que hoy tenía cita en el juzgado.

"Estás hermosa", susurró Leonardo a mi oído.

"Gracias amor, aunque no te voy a negar que estoy muy nerviosa", respondí con sinceridad.

"Tranquila, yo estaré aquí apoyándote".

Una de las muchachas del servicio fue a avisarnos que mis padres habían llegado, tome a Miguel en mis brazos y bajamos a recibirlos, ellos entraron por la puerta principal, se quedaron mirando todo a su alrededor antes de poner su mirada en mí.

"Elena, hija estas muy hermosa", dijo mi madre con algo que parecían lágrimas en sus ojos.

"Gracias madre, tu también hasta hermosa", respondí ya más relajada.

"Espero que esta vez si hayas encontrado un buen hombre que te apoye en tu carrera y no como ese mequetrefe que solo quería una sirvienta", mi padre era muy directo, él no se andaba por las ramas para decir lo que pensaba.

"Bienvenidos señores Hernández, por favor pasen siéntase en su casa", Leonardo fue muy cordial al recibir a mis padres, aunque mi papá fue muy brusco. "Antes que nada déjeme decirle que amo a su hija y que mi única intención es hacerla feliz y tratarla como la reina que es".

"Me parece bien, pero del dicho al hecho hay mucho trecho, por eso prefiero esperar para sacar mis propias opiniones", respondió mi papá ya más relajado.

"¿Puedo conocer a mi nieto?", preguntó mi mamá emocionada.

"Claro que si madre, los invite a nuestra casa para que conocieran a Miguel, su nieto".

Mi mamá se acercó emocionada y al ver por primera vez a su nieto una lágrima corrió por su mejilla, mi papá también se acercó y pude ver que esa faceta de hombre rudo desapareció al ver a mi hijo, ambos estaban emocionados, sus caras los delataba.

"Tiene tus ojos", comentó mi mamá.

"Se parece a mí", intervino mi padre orgulloso.

"No digas tonterías, él se parece a su papá y tiene ciertos rasgos de nuestra hija", expresó mi mamá sonriendo.

Los ánimos se calmaron y terminamos pasando un día fabuloso. "¿Cuándo se piensan casar?", pregunto mi padre en un tono serio.

"En dos meses, y nos harían un gran honor si asistieran a nuestra boda", expresó Leonardo.

"A mí me encantaría ir, sé que esta vez serás muy feliz hija", dijo mi mamá con lágrimas en los ojos.

"Has pasado el día llorando, debes calmarte", regaño mi papá.

"Estoy feliz, al fin mi hija encontró a alguien que realmente la valora y además tengo un nieto eso me emociona mucho".

Leonardo tuvo que irse a trabajar mientras que yo pasé el resto del día con mis padres, Lucía se nos unió, estaba algo triste porque había terminado con su novio.

"Siento que desperdicie mucho tiempo con ese hombre", señaló mi amiga algo aturdida.

"No pienses en lo malo, mejor concéntrate en las cosas buenas y ve el lado positivo, ya tienes experiencia y ahora no te fijarás en cualquiera". Trate de animarla, ella no estaba triste por haber terminado con su novio, lo que le molestaba era el tiempo que había invertido en esa relación y es que su ex la quería, pero ella a él no y una relación no puede ser de una sola persona amando, eso no funciona.

Punto de vista de Andrew

Estaba leyendo las noticias y me conseguí con algo que me hizo cambiar mi humor, en la página de sociales estaba la flamante pareja, Leonardo Villalobos y la desconocida Elena Hernández, estaban anunciando su boda. Tome en periódico con ambas manos y lo lancé a la basura. "Ni pienses que serás feliz Elena, pagaras tu traición".

Busque información sobre el soberbio Leonardo y encontré que no hace mucho andaba con una modelo, que por decir menos era muy guapa, claro no tanto como Elena, ella era inigualable. Sino hubiera sido por el detalle que no podía tener hijos yo jamas la hubiera dejado ir. Pero hasta en eso me engaño. *Lo pagara caro*, pensé.