Una guerra despiadada obliga a ALONDRA a casarse, sufre mucho pero logra levantarse y cobrar venganza, pero eso le niega la posibilidad de amar, ella se encuntra en una dura situacion, elegira el amor o el poder.......
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NOCHE DE BODAS.
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ALONDRA.
Fue un día agotador, pero al fin había acabado, llegue a mis habitaciones y me prepare para tomar un baño caliente, necesitaba relajarme, mientras estaba en la bañera Mariana entro.
- Majestad el mayordomo real informa que esta noche debe pasarla con el rey.
- Qué, pero porque me informan hasta ahora.
- No sé, solo dijo que la espera afuera para llevarla, que no se arregle mucho pues será su noche de bodas.
Maldita sea, pensé que esto se haría después de la coronación y ahora resulta que perderé mi virtud esta noche y me aterra lo que pasara., salí de la bañera y le pedí a Mariana que me ayudara a vestir ella me sacó una bata de seda que estaba preparada para esta noche, María trenzaron mi cabello y pone mucho perfume en mi cuerpo.
Me miré en el espejo, me veía muy bien, pero me sentía muy mal dejé mis habitaciones seguía por el mayordomo a la del rey, caminar por los pasillos vacíos y solo escuchando el eco de nuestros pasos, cosa me hacía sentir terror, era como caminar a la orca y sentía mis emociones al límite, sabía mucho de lo que pasa entre marido y mujer la noche pues lo ley en un libro y mi nana me hablo de esto muchas veces, pero la sola idea de imaginarme con el rey Marcos me causa calambres estomacales.
Llegamos a la habitación y entre sola, era un lugar grande y muy iluminado, le di un vistazo rápido a todo, pero no había nada fuera de lugar, estaba todo muy limpio y organizado, Marcos estaba sentado frente a una chimenea tomando vino.
- Tardaste mucho Alondra ya me estaba impacientando.
- Vine lo más rápido que pude, no había sido informada.
- Está bien acércate necesitó verte bien.
Camine muy nerviosa, me pare frente a él y Marcos tomo toda la copa para luego dejarla en la mesa que estaba a su lado, con movimientos pausados se paró detrás de mí y olfateo mi cuello, podía sentir su respiración en mi nuca, me dio una vuelta rápida sus ojos eran de deseo podía ver su lujuria y mi cuerpo temblaba inconscientemente. Me quitó la bata de seda y sacó una cinta roja de su bolsillo, no sé con qué fin, respiré profundo y traté de calmarme estaba muy nerviosa.
- Voy a vendarte los ojos y te llevaré un lugar.
- Pero quiero ver lo que me harás.
- No es necesario que lo veas, te llevaré así y podrás disfrutarás la experiencia, a partir de ahora no digas más, vas a guardar silencio absoluto.
Confundida y más temblorosa me callé y me dejé guiar, vendo mis ojos con aquella cinta y caminamos unos 10 pasos, luego dio tres toques a una puerta o eso creo, seguíamos dentro de la habitación al parecer sentí como la puerta se abrió y me dijo.
- Bajaremos unos escalones aférrate a mi cintura y camina despacio no quiero que te vayas a tropezar.
- Solo asentí con la cabeza y me sujeté como me lo dijo.
Guiada por sus manos bajamos unos escalones, sentí algo de frío al llegar y como estaba desnuda me estremecí un poco, creo que este lugar esta oculta dentro de su propia habitación, pero se siente como un calabozo por el frio, espera un momento y escuché sus pasos moverse a mi alrededor, creo que encendió unas velas pues sentía menos frío y podía percibir algo de luz, luego me di cuenta que en realidad era una chimenea por el olor a humo y la temperatura subió un poco más.
- Te voy a recostar a una mesa necesito que te quedes tranquila y muy quieta, pero sigas en silencio harás todo lo que te diga verdad.
- Asentí con la cabeza de nuevo, aunuque sentia muedo trate de no demostrarlo.
Caminamos un poco y puso la mitad de mi cuerpo sobre una mesa de madera pues se sentía muy fría al contacto con mi piel y me erizo, me abrió las piernas y aprete los ojos al sentir su mano húmeda explorando mi intimidad.
Tenia una sensación poco agradable pues sus dedos tenían callos y esos callos me maltrataban, solo podía morder mis labios tratando de no hacer ningún sonido, ya me había dicho que no podía hacer ningún ruido, estaba desnuda y a su completa merced. Mientras me tocaba escuché tres golpes y luego el andar de unos pasos, alguien más había entrado, pero con los ojos vendados no podía ver qué estaba pasando a mi alrededor, todo volvió a quedar en silencio.
Sentí pasos y el sonido del chocar de unas copas, al parecer estaban brindando, por la cantidad de pasos creo que eran dos personas, grité al recibir una fuerte palmada en mis glúteos que me tomo por sorpresa.
- No hagas ruido, te dije guardar silencio, te voy a dar un cojín para que lo puedas morder, me dijo Marcos.
Sentí como me colocaban un cojín y recosté mi cabeza, respire profundo un par de veces y volví a abrir las piernas con el golpe las había cerrado, no quiero que me terminé matando si no hago lo que dice, no pienso morir de esta forma, volví a sentir sus manos en mi intimidad, pero esta vez también tocaba mis pechos, escuché el sonido de su garganta y un fuerte escupitajo luego sentí su mano húmeda en mi intimidad al parecerme estaba impregnando con su saliva me hizo sentir mucho asco, pero tenía que seguir controlándome y respirar espero que esto sea rápido, estando con los ojos bendados mi oido se agudizo y podia persivir cualquier sonido a mi alrededor por más minimo que fuera.
- Abre bien las piernas voy a entrar dijo.
Esperé sentir aquel dolor que me habían dicho que sentiría, pero no pasó nada solo
escuche palmadas, pero no fueron en mí genitales, escuche más palmadas no sé qué pasa no puedo ver nada solo sentir y escuchar, él sigue dándose palmadas, me pareci que se las estaba dando a si mismo.
- Maldición, no te vayas a mover quédate tal cual estas.
Empezó a caminar y suelto un suspiro pensé que me salvaría de esto, pero no fue así al cabo de unos minutos regresó, me volvio a golpear con fuerza.
- Ahora sí vas a poder sentirme, mi arma necesitaba un poco de estímulo y ahora que lo recibí podrás tenerme
esposita.
Sin aviso previo entro en mi y un dolor agudo me invadió por dentro, mis piernas temblaron, quería gritar, pero no podía simplemente mordí el cojín con todas mis fuerzas él se quedó quieto, pero ya estaba dentro empezó a moverse al principio lo hacía despacio aun dolía, pero poco a poco fue aumentando el ritmo y el ardor se hacía más fuerte, el dolor agudo era más fuerte, invadió mi intimidad y me sentía fatal lloré en silencio mientras mordía el cojín.
Era más doloroso de lo que describían los libros, mucho más, es un dolor tan terrible que ni siquiera cuando me volvía inmune a los venenos me sentí así, cuando más mal me sentia el paro de moverse y se dejó caer sobre mi espalda, creo que había terminado, pero no se salió de inmediato sentía como acariciaba mis pechos y besaba mi cuello, me susurró al oído.
- Lo hiciste muy bien, vieras toda tu sangre en el piso, me encanta comprobar que valió la pena esa guerra para tenerte.