Después de dos años de matrimonio, me di cuenta de que nuestra relación era un fracaso. Durante ese tiempo, intenté ganarme el amor de James, pero el heredero de la corporación Sterling simplemente me despreciaba.
James, un hombre atractivo, codiciado y rico, hacía que yo fuera la envidia de muchas mujeres. Sin embargo, nadie sabía que detrás de las puertas cerradas de nuestro hogar, James me trataba con frialdad y desdén.
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CAPÍTULO#13: FUTURO PLANEADO
⪻ Débora Braxton ⪼
Conduje hacia la casa de James, experimentando una amalgama de emoción y desdén. Era consciente de que mi llegada siempre generaba un alboroto, y eso me llenaba de satisfacción. Al llegar a su puerta, toqué el timbre con una impaciencia casi palpable, deseando que no se hiciera esperar.
Una empleada abrió la puerta, y su mirada curiosa denotaba sorpresa al verme.
—¿A quién busca? —inquirió, utilizando un tono respetuoso que sólo en parte ocultaba su intrigada expresión.
—No es de tu incumbencia —respondí de manera despectiva, empujándola suavemente a un lado mientras me aventuraba a entrar sin más aviso. Su mirada de asombro quedó atrás mientras cruzaba el umbral, sintiéndome en casa, como si la estancia me perteneciera por derecho.
—Señorita, no puede entrar así. Le pido que se retire, por favor —dijo la empleada, esforzándose por mantener la calma en su voz.
Me volví hacia ella, dirigiéndole una mirada seria y decidida.
—Te aconsejo que tengas cuidado con lo que dices, querida. Piensa en cómo te diriges a la futura señora de esta casa. No se sabe cuándo podría necesitar despedirte —respondí, esbozando una sonrisa helada que no dejaba entrever ninguna calidez.
La empleada, sin dejarse intimidar, me miró con firmeza en sus ojos.
—En esta casa solo hay una señora, y esa es la señorita Ana —replicó, con un tono de voz claro y sin dudar ni un instante.
Estaba a punto de responderle a esta igualada cuando la voz de James se hizo presente.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó, apareciendo en el vestíbulo.
Fui directo hacia él, envolviendo mis manos en su cuello.
—Querido, venía a verte y esta empleaducha fue muy grosera. ¿Qué clase de gentuza tienes en tu casa, eh? —dije, fingiendo inocencia mientras lo miraba con ojos suplicantes.
James me observó con una expresión que combinaba sorpresa y un toque de irritación.
—Débora, no puedes entrar de esa manera. María solo está cumpliendo con su trabajo —expresó, intentando apaciguar la tensión que se había generado.
—Pero, James, simplemente deseaba verte. No comprendo por qué me tratan de esta forma —repliqué, puchereando los labios en un gesto de descontento.
James dejó escapar un suspiro profundo y, con gesto resignado, se giró hacia María.
—Está bien, María. Yo me haré cargo de esto. Puedes irte —dijo él, adoptando un tono firme y autoritario.
María, sin decir una palabra, asintió en señal de aceptación y se alejó, pero antes de desaparecer por la puerta, me lanzó una última mirada de desaprobación que no pasó desapercibida. Me volví entonces hacia James, inclinando un poco la cabeza y esbozando una sonrisa que intentaba ser cálida.
—Gracias, querido. Sabía que tú me comprenderías —comenté, mientras acariciaba suavemente su cuello con mis dedos, buscando un vínculo más cercano.
Observé que James se mostraba más fatigado de lo habitual. Sus hombros estaban hundidos y la expresión de cansancio que reflejaba su rostro era inconfundible, como si llevara una pesada carga sobre él.
—¿Qué te sucede, querido? —le pregunté, acercándome a él con una mirada llena de preocupación y un leve toque de ternura.
James soltó un profundo suspiro, mientras pasaba una mano por su cabello, como si intentara despejar sus pensamientos.
—Es todo el asunto con Ana. Me tiene completamente agotado. Mi madre no para de insistir en que la busque, y estoy perdido en medio de tantas dudas —expresó, dejando entrever la frustración que brotaba en su voz.
Me acerqué un poco más, colocándole suavemente una mano en el brazo para ofrecerle apoyo, intentando que sintiera que no estaba solo en esa situación.
—Tranquilo, querido. Sé exactamente cómo ayudarte a relajarte —le dije suavemente, tomando su mano con delicadeza para que me siguiera.
Ascendimos por las escaleras hasta llegar a su habitación. Al entrar, cerré la puerta con cuidado detrás de nosotros, creando un ambiente privado y acogedor. Luego, me acerqué a él, mirándolo directamente a los ojos, tratando de transmitirle mi calma.
—Solo déjate llevar y concentra tu atención en mí, James.solamenteeste instante, solo existimos tú y yo —susurré, acercando lentamente mis labios a los suyos, deseando que en ese gesto sintiera la conexión intensa que había entre nosotros.
Place mis labios sobre los suyos en un beso delicado, y percibí cómo poco a poco la tensión que lo envolvía empezaba a disiparse. James correspondió al beso, rodeando mi cintura con sus brazos, creando un lazo íntimo entre nosotros. En ese instante, era consciente de que tenía su atención por completo, y esa sensación de poder me resultaba extremadamente placentera, como si el mundo a nuestro alrededor se desvaneciera, dejando solo nuestra conexión.
Nos sumergimos en la cama, y mientras me acomodaba en la suavidad de las sábanas, una idea cruzó por mi mente: Ana, desearía que pudieras presenciar esto. Jajaja.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro, en ese instante disfrutando no solo del momento, sino también de la reconfortante sensación de tener a James completamente a mi merced.
Mientras permanecíamos en ese lugar, no podía dejar de reflexionar sobre lo que deparaba el futuro. Era consciente de que debía conservar mi influencia sobre James si deseaba afianzar mi posición en su vida. Sin embargo, en ese momento, me sentía satisfecha con el avance que había logrado hasta ahora.
Me levanté de la cama y caminé hacia la ventana, contemplando el paisaje urbano que se extendía ante mí. La vista de la ciudad, llena de luces y movimiento, me fascinaba. Era consciente de que James me observaba en silencio desde un rincón de la habitación, y esa percepción me otorgaba una sensación de poder que disfrutaba intensamente. Su mirada en mí me hacía sentir importante, como si cada decisión que tomara tuviera un impacto significativo en su vida. Esa conexión, aunque sutil, se sentía palpable en el aire.
—James, querido, es importante que aprendas a relajarte un poco más. No puedes permitir que Ana y tu madre te manejen de esa manera —le dije, dirigiéndome hacia él con una sonrisa pícara en el rostro.
James soltó un suspiro, pero no hizo ninguna respuesta verbal. Era evidente que mis palabras estaban penetrando en su mente, y eso era exactamente lo que pretendía lograr. Me acerqué nuevamente a la cama y tomé asiento a su lado, entrelazando mis dedos con los suyos.
—Confía en mí, James. Juntos somos capaces de superar cualquier obstáculo. Solo necesitas dejarte llevar y depositar tu confianza en mí —le dije, mirándolo fijamente a los ojos.
Dónde dejaste a la sanguijuela de la Débora ????!!!!
A sobarse pués 🤭
Nunca estuviste de acuerdo con ese matrimonio arreglado....
Espero las próximas líneas no sean de maldad desmedida y una mujer doliente, sumisa
ayyy Dëbora.... pobre de tï 🤭