Mariana es una joven que esconde una pasión por su mejor amigo desde que tiene 15 años. Murilo ha estado ocultando su enamoramiento por su mejor amiga desde que tenía 14 años. ¿Qué tienen en común? Están enamorados el uno del otro, pero ocultan este sentimiento, pues el miedo a perderse es mayor. Sin embargo, este miedo termina separándolos durante 8 años.
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Capítulo 13
Al día siguiente, por la tarde, Mariana baja las escaleras arreglada para salir con su madre y la encuentra ya sentada en el sofá.
María: ¿Lista?
Mariana: Solo voy a la cocina a buscar algo de fruta para comer por el camino. Vuelvo enseguida.
En cuanto ella sale del salón, la puerta principal se abre y María Luiza entra de una vez.
Luiza: ¡Mamá...!
María: ¡Hija!
Luiza va hasta su madre con una sonrisa en el rostro y se lanza a su cuello abrazándola y besándole la mejilla.
Luiza: ¡Cuánto te echaba de menos!
María: Yo también me moría de ganas de verte, mi amor. ¿Qué tal la luna de miel?
Luiza: ¡Perfecta! Mamá, no consigo hablar con mi hermana.
María: ¿Por qué?
Luiza: No lo sé, mamá. Le envío mensajes, la llamo y no recibo respuesta. Mariana y yo hablamos todos los días, por mensaje o por llamada y ni ayer ni hoy he conseguido hablar con ella. ¿Tú has hablado con ella estos días?
María: Hasta antes de que llegaras yo hablé con ella...
Luiza: ¿Entonces por qué yo no puedo? ¿Tendré que ir a Portugal solo para...?
Mari: ¿Qué vas a hacer en Portugal, loca? Jajaja
Luiza, que está de espaldas a donde estaba Mariana, abre los ojos al reconocer la voz de su hermana. Ella, que aún estaba sentada en el regazo de su madre, da un salto y se gira hacia su hermana. Mari está con una sonrisa en el rostro, mientras sostiene un pequeño racimo de uvas que está comiendo.
Mari: ¿Y bien? Jajaja.
Luiza: ¡Mari!
Corre hacia su hermana y se lanza a su cuello. Mariana ya esperaba que hiciera eso y se mantiene firme para que ambas no se caigan con el impacto.
Mari: Por fin he vuelto, Luh. Por fin he vuelto para estar cerca de nuestra familia.
Luiza: ¡Ay, hermana! ¡Cómo había soñado con este día!
Mari: Se ha hecho realidad. Jajaja. Ahora, ¿no quieres bajar? Pesas, ¿sabes? Jajaja. Ya no eres mi bebé.
Luiza: Quiero quedarme contigo para recuperar todo el tiempo perdido.
Mari: Yo también te quiero, mi amor.
Luiza baja del regazo de su hermana y las dos se dirigen a donde está su madre, que las observa con una sonrisa en el rostro.
Luiza: ¿Cuándo has llegado? ¿Por qué no me has dicho nada? ¿Tú lo sabías, mamá?
María: A mí también me pilló por sorpresa, hija. Jajaja.
Mari: Nadie sabía de mi regreso. Conseguí terminar todo. La única persona que lo sabía era Chico, porque llamé para que me fuera a buscar al aeropuerto. Llegué ayer antes del desayuno, también los pillé a los dos por sorpresa. Jajaja. Y en cuanto a que no has podido hablar conmigo, es porque ayer apenas toqué el móvil y también he cambiado de número. Si te hubiera enviado un mensaje, habrías sabido enseguida que estaba aquí.
Luiza: Solo te perdono porque has vuelto. Jajaja
Mari: ¿Y Fred?
Luiza: Se estaba duchando. Acabamos de llegar, solo me he duchado y he venido para acá. Ya estaba empezando a preocuparme, Mari.
Mari: Lo siento. Jajaja.
Luiza: ¿Adónde vais todas arregladas?
María: Vamos al orfanato. Por la mañana hemos comprado algunas cosas para los niños y vamos a dejarlas.
Mari: ¿Quieres venir?
Luíza: ¡Claro! Voy a enviarle un mensaje a Fred, para que no se preocupe.
María: Entonces vamos, mis niñas.
Mari: ¿Niñas, mamá? Jajaja.
María: Siempre seréis mis niñas. Jajaja.
Las hermanas hacen muecas, pero enseguida sonríen junto con su madre. Unos minutos después, deciden finalmente ir al orfanato. El coche iba cargado de cosas, juguetes, ropa, productos de higiene, sin contar con algunas cestas básicas que ya habían enviado a primera hora de la mañana. Al llegar al orfanato, son recibidas por los abrazos de los niños. María y Luiza presentan a Mariana a los niños y también a las trabajadoras de allí. María, Mariana y María Luiza, junto con los demás trabajadores, descargan las cosas del coche para meterlas en el orfanato. Podían ver los ojos de los pequeños brillar cuando vieron que también había juguetes. Después de organizarlo todo, van al patio a repartir los juguetes y también aprovechan para jugar con ellos. Mari estaba feliz al ver a los niños felices, pero su sonrisa desaparece del rostro cuando escucha el llanto de un bebé que hace que su corazón se despierte.
María: ¿Estás bien, hija?
Mari: ¿Hay algún bebé aquí, mamá?
María: Hasta la última vez que miré, no, pero...
Luíza: Estoy escuchando un llanto y parece desesperado.
Mari: ¡Yo también!
Mariana se levanta y sale en busca de dónde viene ese llanto. Su madre y su hermana también van justo detrás. A medida que avanzan, el llanto se hace más fuerte, un llanto de bebé, un llanto desesperado. Mari ve a lo lejos a una joven intentando calmar al bebé, la criatura ya estaba roja de tanto llorar. En un impulso, se acerca y coge al bebé del regazo de la joven.
Mari: ¿Qué ha pasado?
Mujer: Yo tampoco lo sé.
Mariana, al sentir a la pequeña en sus brazos, siente algo extraño en su corazón, algo que nunca antes había sentido. Un instinto que desconocía se activó. Con calma y delicadeza, fue calmando a la niña. Poco a poco, el llanto desesperado de la bebé fue cesando.
Mari: Tranquila, princesa.
La mujer que estaba con el bebé, suelta un suspiro de alivio al ver la calma de la niña. Mariana hablaba con la niña, que la miraba con curiosidad. María y Luiza lo observaban todo sin decir nada.
Mujer: ¡Gracias, señora! Ya me estaba desesperando, no sabía qué hacer.
Luiza: ¿Cuánto tiempo lleva aquí?
Mujer: Llegó hace cinco días. Los padres murieron en un accidente de coche y nadie quiso quedarse con la bebé. Estos cinco días han sido un reto. Cuando está despierta, no hace más que llorar. Usted es la primera persona con la que ha conseguido estar más tranquila.
Mari: ¿Esta es su leche?
Mujer: ¡Sí! ¿Quiere dársela usted?
Mariana se limita a asentir con la cabeza y cuando la joven le entrega el biberón con leche, se lo da al bebé, que lo succiona todo con urgencia.
Mari: Tómatelo con calma, muñequita. Te puedes atragantar.
María: ¿Cuántos meses tiene? ¿Tiene nombre?
Mujer: Sí que tiene nombre, señora. Se llama Olivia y tiene 3 meses.
Luíza: ¿Cómo te llamas?
Mujer: ¡Joana!
Mari: Joana, ¿eres tú la responsable de esta princesita?
Joana: ¡Sí, señora!
Luíza: Creo que es la única bebé en este orfanato. ¿Aquí tiene todo lo que necesita?
Joana: ¡No, señora! Solo llegó con una bolsa con algo de ropa. Nosotras le hemos comprado una lata de leche y este biberón.
Mari: Joana, antes de irnos, te voy a dar mi número por si necesitas algo, solo tienes que llamarme. Y no te preocupes, mañana mismo Olivia tendrá todo lo que necesita.
Joana: ¡Gracias, señora!
Después de que la pequeña se lo toma todo, se queda dormida en brazos de Mariana. Joana las lleva hasta una cama y Mari, con cuidado, coloca a la pequeña sobre la cama, pero en ese mismo momento se despierta con carita de llanto. Al ver esa carita, el corazón de Mari se encoge y en ese mismo instante la vuelve a coger en brazos.
Mari: No tienes que llorar, mi amor.
María: Creo que le has gustado, hija.
Luíza: Y tú a ella.
Mariana no dice nada, solo sonríe y vuelve a centrar su atención en la pequeña, que ya ha vuelto a dormirse tranquilamente en sus brazos.
Olivia, 3 meses.