{Publicaciones los LUNES/MIÉRCOLES/VIERNES}
Elizabeth era una mujer adulta que vivía sola y gozaba a pleno de su sexualidad, cuando muere por un accidente de tránsito, reencarna en un libro de época antigua que leyó antes de morir. Ella al saber cómo se darán las cosas, comienza a preparar y claro, a formar su propio harén, porque ¿para que conformarse solo con uno cuando se puede tener a seis?. Elizabeth tendrá que enfrentar muchas cosas y personas para lograr sus objetivos, además de enfrentarse a la diferencia de época y creencias sociales...
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Capitulo 19 (Maratón 5/6)
-Disculpe su majestad, pero ¿para qué nos han citado de esta forma al palacio? - preguntó disconforme el duque. Él podía hablarle de esa manera al emperador, por su amistad con él, además de su posición entre los nobles.
-Discúlpame viejo amigo, pero en realidad con quién deseo hablar es con tu hija, la señorita Elizabeth Wilson - confesó el emperador
El duque fulminó al emperador con la mirada, esperaba que no quisiera obligar a su hija a casarse con algunos de sus hijos o tomarla como concubina porque lo iba a matar, sin importar la amistad o la posición.
-¿Qué desea hablar su majestad conmigo? - preguntó Elizabeth desinteresada por la conversación
-Me parece que ya sabes de lo que quiero hablar, señorita Elizabeth - comentó risueño el emperador, veía claramente la furia de su amigo
-Se trata de mis negocios, ¿verdad? - inquirió Elizabeth, sin siquiera intentar negarlos.
Tanto el duque como el emperador se voltearon a mirarla sorprendidos por su calma y temple. Aunque claramente el duque no entendía de qué negocios estaban hablando.
-¿De qué negocios hablas hija? - preguntó el duque preocupado
Elizabeth miró a su padre, y le contó sobre los cuatro negocios que estaba manejando en el imperio. Su padre, sin poder creerlo miró al emperador como para corroborar la información, y él asintió, afirmando las palabras de su hija.
-¿Pero como, como es posible? - volvió a preguntar el duque, luego miró al emperador, a su hija y viceversa - ¿Usted para que ha citado a mi hija acá? - preguntó el duque con los ojos entrecerrados
-Como bien piensas, deseo hacer negocios con tu hija - afirmó el emperador - en realidad llevo mucho tiempo buscando al propietario de esos locales, pero no había podido dar con ella hasta ahora
-¿Que negocios quiere hacer? - preguntó Elizabeth seriamente, el emperador sonrió satisfecho
-Me gustaría que nos vendieras productos especiales a los miembros de la familia imperial, además de permitirnos manejar ciertos productos para comercializar con el extranjero - explicó el emperador seriamente
-¿Comercializar con el extranjero?, no me gusta - negó el duque interviniendo
-Disculpe duque, pero el negocio es con su hija, a usted solo lo he citado porque ella es menor de edad y necesitaba que un adulto estuviera junto a ella - explicó seriamente el emperador - ella ya ha demostrado que puede hacerse cargo de varios locales a la vez, y organizar eventos de caridad recurrentemente, por lo que creo que es más que apta para seguir manejando los negocios por su cuenta, ¿qué opina usted señorita Elizabeth?
-Yo no tengo ningún problema en compartir ciertas cosas con mi padre, pero es verdad, el negocio es mío y si no les importa, me gustaría pedirles un poder absoluto sobre ellos - pidió Elizabeth, sorprendiendo a ambos hombres
-A mí me parece bien hija - respondió el duque orgulloso de ella
-A mí también me parece bien - sonrió el emperador satisfecho
Al final el emperador y Elizabeth discutieron sobre varios planes de negocios y futuras colaboraciones mientras el duque los observaba realmente sorprendido, jamás se había imaginado que su hija tuviera ese poder de negociación, y más cuando Elizabeth cerró varios tratos con el emperador, pero eran más beneficiosos para ella.
Al llegar al ducado, el duque le contó a la familia durante la cena sobre los negocios de Elizabeth y la reunión beneficiosa con el emperador, sin hablar de los contratos, ya que eran confidenciales.
-¡Felicidades, hermana! - la felicitó Arthur, aunque en realidad él ya estaba al tanto de todo
Penélope y Amelia miraban a Elizabeth con un odio profundo.
-Bueno, me imagino que ahora gozaremos de más dinero en el ducado - exclamó la duquesa, dando a entender que el dinero de Elizabeth sería de todos
-En realidad no - negó Elizabeth con una sonrisa burlista - el emperador y mi padre me han dado un poder absoluto sobre mis negocios y mis bienes, por lo que son únicamente míos
-¡Qué egoísta!, ¡sos una vanidosa Elizabeth! - gritó criticando Amelia
-¿Por qué soy egoísta?, ¿por no regalarles de mí dinero? - preguntó fingiendo tristeza ante el duque - hermana, yo vendí todo lo que tenía, mis obsequios, vestidos, joyas... Todo.
-Elizabeth tiene razón Amelia, esos negocios son suyos, nosotros no tenemos por qué tocar eso, además ya contamos con suficiente dinero, no veo la razón de querer quitarle lo suyo a Elizabeth - la defendió el duque
-¡Pero es injusto! - se quejó Amelia
-¿Es injusto? - preguntó riendo Elizabeth - Entonces ve y vende todas tus cosas, ponte un negocio, admistralo y ten tu propio dinero
-No le hables así a mi hija - la reprendió la duquesa
-¿Y por qué ella si puede hablarme así, madre? - inquirió Elizabeth pronunciando la última palabra con lentitud evidente, haciendo que la duquesa se pusiera nerviosa
El duque retó nuevamente a la duquesa y a Amelia, y luego de comer, Arthur y Elizabeth se quedaron conversando sobre algunos planes de negocios. Además de la organización de los eventos de caridad, en los cuales todos sus amigos y ella se distribuían por distintos puntos del imperio a repartir comida y vestimenta.
-¿Crees que te vayan a dejar de molestar algún día? - preguntó Arthur cansado de la situación
-No lo creo, pero no te preocupes que conmigo no van a poder - lo tranquilizó ella
-¿Y sin van al negocio a hacer problemas? - volvió a preguntar Arthur
-Amelia está vetada de un local, del mixto - rió Elizabeth - fue una de las primeras en hostigar a las personas por sus clases sociales, así que fue expulsada de por vida. Sin embargo, no tendré contemplaciones con ninguna de ellas y serán tratadas como el resto.
Charlaron unos minutitos más, luego se despidieron y cada uno fue a su cuarto a dormir.