En la isla de Hematera, dividida entre humanos y vampiros, el destino de dos hermanos gemelos, Fabián y Francisco, ha estado marcado desde antes de su nacimiento. Fabián sacrificó la mitad de su alma para volver a nacer y proteger a Francisco, aun si eso significaba vivir apenas veinte años. Sin embargo, su vida se ve trastocada cuando el amor, la traición y la sangre lo arrastran a un mundo donde ángeles, demonios y vampiros luchan en silencio por el dominio y la redención.
Convertido en vampiro contra su voluntad, Fabián deberá enfrentar la verdad sobre su corazón de ángel
Entre guerras celestiales y heridas que no cicatrizan, la esperanza se enciende en la oscuridad: la unión de sangre y espíritu de
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La caída del cielo
El sol salía por el horizonte mientras que 3 nigromantes cuidaban a Fabián en su cama, uno de ellos secaba el sudor de su frente y ponía hielo en su vientre para reducir el calor, sus dolores habían aumentado, sin la fuerza para seguir gritando, apretaba las sábanas de la cama con la respiración acelerada
Los eruditos buscaban información como locos en todos los libros de la biblioteca para poder romper los sellos que torturaban a Fabián, no podían dejar que pasara todo su embarazo así, aunque todo pareciera indicar que ningún ser no celestial podía romperlos
La tensión subía más, pero los eruditos no podían correr con Fabián a buscar calma por su estado, Chaim, un muchacho de casi 23 años como vampiro, estaba leyendo cuando comenzó a temblar, su pecho se comprimió y su respiración estaba errática, ya sabía que era un ataque de pánico, ya había tenido varios, pero no le había dolido tanto como ver el sufrimiento que no podía aliviar
Corrió fuera con la esperanza de esconderse en su cuarto a pasar su ataque, pero chocó de frente con Acheron, quien llevaba la comida para Fabián que cayó al suelo por el impacto
–no corras así… podrías provocar un accidente…
Dijo con su voz fría hasta que vio a Chaim tratar de recoger las cosas con las manos temblando violentamente, con calma preguntó
–¿que tienes?
Chaim tenía la garganta cerrada, la cara llena de lágrimas y su respiración lo decía todo, estaba mal, Acheron se acercó a él sin la máscara que siempre tenía y dijo
–Chaim… ¿qué te pasa?...¡Chaim!
El chico se cubrió los oídos en señal de incomodidad y miedo, en seguida notó que no era la manera de hacerlo reaccionar, no sabía qué hacer hasta que escuchó susurros entrecortados que Chaim decía
–perdoname… por favor… lo… lo siento mucho
Acheron pensó unos segundos, él nunca lo hizo, pero sabía que Fabián sí y no dejaría que otro de sus hijos recibiera menos de lo que podía darle, suavemente envolvió al chico en sus brazos, su cuerpo entero temblando
Le acariciaba la cabeza cuando sintió como los delgados brazos de Chaim se aferraban a él como si fuera un salvavidas en medio del océano, con calma comenzó a besar su cabeza tratando de darle consuelo
Gradualmente su temblor corporal comenzó a disminuir, su llanto aumentó pero ya no parecía ser de terror si no de alivio, su respiración, era cada vez más calmada hasta que volvió a la normalidad, con los ojos cerrados y escondiendo la cara en el cuello de Acheron como un niño pequeño
–tienes que descansar… te llevaré a tu cuarto
Dijo Acheron con calma mientras lo levantaba del suelo, 2 chicos más se acercaron y él les dijo– por favor… limpien lo que se cayó… vuelvo en un rato y quiero hablar con ustedes
Un chico de unos 14 años llamado Ragnar, dijo nervioso– ¿tuvo otro?
Acheron se dio la vuelta para pedir detalles– ¿otro que?... ¿ya había pasado antes?
Ragnar dijo con cuidado– si… padre… pasa muy seguido, pero no es él único… no queríamos decirte nada por que nos daba vergüenza, pero es verdad
Entendía que sus hijos se sintieran solos o a cierto punto tristes, pero no creía que fuera tan grave, aún con su hijo de 23 años en brazos se acercó a Ragnar y le levantó la cabeza, toda su ropa era de un solo color, cada una planchada con una perfección exagerada como si fuera a una boda todos los días, peinado con un corte perfecto
Notó como su mano derecha apretaba el botón de una pluma una y otra vez casi de forma mecánica, Acheron acarició la cara de su hijo antes de sonreír suavemente, de sus labios salió una orden que casi parecía una súplica
–ve a descansar… dile a tus hermanos que también descansen, yo me encargo de lo que falte
Ese tono en su padre, era nuevo para los chicos, no se sentía autoritario o exigente sino natural, tembloroso y fraternal, algo que nunca creyeron escuchar de un hombre que medía cada palabra que salía por su boca
Lo vió alejarse con con Chaim en brazos, lo consoló por una hora hasta que se quedó dormido en su cama, la realidad era evidente, pero no dolorosa, Acheron solía pensar que podía sacrificarse a los ángeles cuando quisiera, sus hijos eran independientes, inteligentes y capaces de olvidarlo en unas cuantas horas, pero todo parecía indicar que no era así
Fué a ver a Fabián quien aún lidiaba con los ataques despiadados de las virtudes, cada vez más fuertes a su frágil cuerpo debilitado por la falta de comida sólida y todo el esfuerzo de mantener su transformación máxima de vampiro para proteger al bebé, la sangre de dragón no era suficiente, los hechizos se rompían al poco tiempo y los intentos de ambas familias de darle alivio eran solo temporales
Acheron se acercó a la cama para cambiar el hielo del vientre de Fabián cuando lo escuchó decir
–no se encontró nada ¿verdad?
Negó con la cabeza como respuesta y preguntó esperando una respuesta positiva– los ángeles que están contigo… ¿no pueden hacer nada?
Fabián suspiró para ahogar un gemido de dolor para responder– Gabriel, Abel y Amariel, vienen a verme y me ayudan, pero… no pueden… Amariel perdió sus alas y su aureola cuando fué expulsado, su poder está reducido al 20 por ciento del total, no puede hacer mucho y… abel está peor… él no solo fué desterrado…
Se acomodó para vomitar ácido estomacal antes de continuar– además… su poder es del 5 por ciento, no puede usar prácticamente nada… pero Gabriel… él no puede usar ni siquiera el 1 por ciento… es prácticamente un humano… lo despojaron de todo lo que lo hacía un ángel
Acheron comprendió que los 3 hacían todo lo que podían, pero que prácticamente no podían hacer nada, la magia oscura era relativamente respetuosa con la magia de luz, aún cuando se destruyeran entre sí no se podía hacer nada entre fuerzas del mismo nivel y mucho menos con fuerzas menores
Como medida desesperada, Acheron pidió sangre de todos sus hijos híbridos solo con excepción de los humanos, en una mezcla casi imposible de sangre en una transfusión directamente al corazón de Fabián, no solo para nutrirlo, también para aliviarlo
Con un suspiró se Fabián dijo– gracias… a todos ustedes
Acheron sonrió, pero estaba seguro que la sangre solo les daría un poco de tiempo, no sería permanente, aún así era tiempo valioso para que él pudiera dormir y comer por 3 días antes de volver a colapsar, la concentración tan grande de sangre no se podía usar muy seguido debido a su variedad de híbridos, después de la dosis debían esperar 6 meses antes de dar la siguiente por seguridad
Esa mañana, Llegó Miguel con su ejército a la tierra, preparados para atacar, los con órdenes directas de las virtudes de matar sin consideración a los híbridos impuros y que si tenían la posibilidad de matar a Acheron la usaran sin dudar
Miguel por otro lado, iba cansado, con el cuerpo pesado, la cabeza en otro lado y las manos rígidas alrededor de su espada dorada, miró el cielo por última vez antes de atacar, a ojos de cualquiera sería una imagen hermosa de pureza y luz, para él, era una imagen de guerra y sangre
Sacudió la cabeza como si así sacudiera también sus dudas y levantó vuelo al castillo de Acheron, esperaba que alguien estuviera afuera para pelear, pero todos los hijos estaban tras las murallas, atacando a distancia, con armas de largo alcance, conjuros recitados desde lugares seguros, lo que sin querer hizo que el príncipe de la milicia celestial, sonriera de lado, no habría bajas
Los ángeles se acercaron, la guerra a distancia hizo que el lugar se cubriera con una niebla de humo denso, Miguel no atacaba, se abría paso entre los muros del castillo para llegar al cuarto de Fabián, estaba decidido a que la única baja fuera del ser impuro que lo habían mandado exterminar
Afuera los hijos de Acheron luchaban contra la amenaza de los ángeles con flechas envenenadas, granadas de sangre, rocas de sombra y hechizos de protección poderosos de magia vampírica, se escondían de los ataques de respuesta, con los órganos vitales protegidos
El aire era pesado, difícil de respirar, la tensión era palpable, el olor a sangre asfixiante y los ángeles se daban cuenta, era imposible acercarse mucho, algunos llegaban a las murallas del castillo solo para darse cuenta que el interior era un laberinto que pocos podrían descifrar
Con trabajo Miguel pudo infiltrarse en el castillo,no había caído en la ilusión de los laberintos, buscando con sus ojos celestiales donde estaba su objetivo, pasando por los híbridos que intentaban frenarlo con golpes certeros de sus alas, a pesar de que era el castillo de un vampiro, no parecía intimidante por dentro
Era un lugar elegante, hogareño incluso, con un aire cálido, como si realmente viviera una familia ahí, una muy grande, corría por los pasillos buscando, cada latido del corazón de Fabián lo guiaba a su centro, extrañamente como si no se esforzara por esconderlo a pesar de las circunstancias
Pasó frente a la puerta que conducía al jardín secreto de Acheron, una grande de bronce pintada de negro y con un gran candado en ella, desde dentro, desde lo más profundo de la puerta salía un frío que calaba los huesos, al detenerse delante, notó que el olor era terrible, no por que fuera desagradable sino por que olía a dolor y miedo, una mezcla que le revolvía el estómago, como solo había sentido en las guerras de la humanidad más brutales y las del cielo más oscuras, se tomó unos segundos para respirar y recobrar la compostura antes de seguir buscando el cuarto de Fabián
Minutos después de cruzar pasillos largos como laberintos, de perderse entre retratos y monumentos extraños logró entrar al cuarto de Fabián, cerró la puerta y se acercó lentamente
Su figura temblorosa, acostado en la cama con los ojos cerrados, una bolsa de hielo en el vientre y otra en la frente, respirando con dificultad y la bolsa de la transfusión de sangre casi vacía conectada directamente a su corazón