BRONCE

...ADRIAN:...

La princesa Freya permaneció en silencio, con expresión confundida, como si no pudiera comprender mi respuesta. Si creía que podía convencerme de su supuesta ignorancia, estaba muy equivocada. Ésta gente extraña se traía algo entre manos y su evidente parecido con Vanessa no era una simple coincidencia.

— ¿Tirana? — Jadeó, tomando sus manos — ¿Qué tirana?

Solté una risa irónica.

— No se atreva a fingir que no sabe de lo que hablo.

— Majestad... No sé de que... De que habla — Dijo, su voz se atoraba, me observó a los ojos — ¿A qué tirana se refiere? — Su respiración se tornó rápida.

— Su sola presencia puede significar una declaración de guerra ¿Es eso lo que su padre desea? — Gruñí, perdiendo la paciencia.

— No... Su majestad... Nuestro pueblo necesita ayuda... No hay espacio para guerras... — Insistía con torpeza.

— No le creo absolutamente nada.

— Bien, piense lo que quiera — Enfureció — Insisto no tengo idea de a que se refiere ¿Quién es esa tirana?

— Me enferma que se haga la inocente — Me levanté y retrocedió como si fuera a pegarle — Sé que tiene un propósito, no puedo venir a ciegas hasta otro reino sin saber en lo que se está metiendo.

— Solo soy una princesa, mi padre no me informó a detalle mi papel ¿Cuántas veces tengo que repetirle? No pregunté, no cuestioné, simplemente porque no obtendría respuesta — Dijo, frunciendo el ceño.

— Bien, digamos que creo en su palabra... ¿Qué objeto tiene enviar a una princesa a un reino sin mencionar los detalles de lo que debe hacer?

— Solo me dijo que debía casarme para formar una nueva alianza, que debía casarme con usted — Frunció sus labios, gruesos y rojos — Y planeo cumplir con mi deber.

— ¿Ah sí? — Elevé una ceja — ¿Usted piensa ordenarme a mí que nos casemos?

— No pienso volver a Polemia a ser castigada por mi fracaso, tengo súbditos a los que darle esperanzas... Niños y mujeres que necesitan un cambio en sus vidas — Dijo, con las pupilas agitadas.

— Necesita de mi poder y recursos, usa la excusa de la compasión para complacer a su padre y a usted misma en lo que sea que estén planeando — Me crucé de brazos.

— No, no es así... No entiende...

Solo había una forma de averiguar que era lo que se traía ese rey y lamentablemente, incluída el casarme con Vanessa, pero tenía un plan seguro para que ella no pudiera acceder al poder. Ni siquiera se lo comenté a Levi, ese infeliz ya no era de mi confianza, tampoco se lo dije a Ania, de hecho, a nadie del consejo.

Como lo supuse, todos se negaron a que me casara, yo mismo no deseaba hacerlo, pero necesitaba tener el control de la situación y si ese rey estaba tratando de entrar sin tocar la puerta, debía dejarle pasar para tender una trampa.

— Señorita, el casarnos supone un gran escándalo y consecuencias para mi reino.

Se estremeció — No comprendo ¿Por qué supone un escándalo?

Ésta mujer, tan pálida y con esas vestimentas negras ¿De dónde rayos salió? Era una copia exacta, más joven y delgada, pero ahí estaba Vanessa, en su rostro y voz.

Aunque carecía de autoridad, de frialdad, sabía que tarde o temprano sacaría a relucir su verdadera personalidad.

— Porque usted se parece a la tirana que sumió a éste reino en el terror y la miseria.

Soltó un jadeó.

— Solo por un simple parecido yo...

— No es un simple parecido y usted lo sabe.

— ¡Yo no lo sé! — Alzó la voz, perdiendo la paciencia — ¡No sé nada! ¡No tengo idea de lo que habla! ¡Es imposible que yo sepa acerca de Floris y sus gobernantes, Polemia es un reino ignorado, lejos de las naciones civilizadas!

— Lastima que quemé todos los retratos de la reina Vanessa — Dije, volviendo a sentarme.

— ¿Qué sucedió con esa reina?

— Fue ejecutada — Corté y volvió a tensarse — Era mi esposa.

— ¿Su esposa? — Su sorpresa parecía tan creíble.

— Entiende, la situación es grave y no puedo tomar una decisión a la ligera, si ven su rostro, mis súbditos empezarán a sentirse confundidos, temerosos e incluso enojados, ya que una reina parecida a la anterior, da un mal mensaje.

— Pero, yo no tengo nada que ver con esa reina...

— No puede convencer a todo un reino de lo contrario y menos con tanto en contra, así que insisto, su padre ejecutó ésta acción con total conciencia.

— ¡Eso no es cierto, mi padre desconoce...

— Si eso es así ¿Cómo es qué llegó a tener contacto con su ahora aliado? Si viven tan apartados de los demás reinos, es imposible que hubiese un encuentro casual, él debe conocer todo acerca de Hilaria y Floris, sus pasados gobernantes, los presentes y la estabilidad que ambas naciones poseen — Dije y ella pareció sentirse acorralada.

— Puede que mi padre estuviese al tanto, pero eso no significa que yo tenga algo que ver con esa reina y que sea un mensaje negativo.

Su acento extraño no le permitía pronunciar las palabras de forma adecuada.

— ¿Quién le enseñó el idioma de Floris?

— Mi padre... Pero eso no quiere decir...

— Me molesta un poco que su rey sepa tanto de nuestros reinos y yo desconozca el suyo — Le interrumpí y ella tragó con fuerza.

— Estoy segura de que mi padre tiene una buena explicación para el malentendido.

— No fue un mal entendido, su padre se reunió con el rey de Hilaria y sin mi consentimiento acordaron un compromiso del que no estaba enterado o creí estar enterado — Incliné mi cabeza.

— ¿Por qué el rey de Hilaria opina y decide sobre su reino? — Estrechó los ojos.

— Eso no es asunto suyo — Espeté, con enojo y revisé mi pila de documentos, encontré la carpeta — Aprovecharé su visita para mostrarle lo que tengo aquí.

— ¿Más prohibiciones? — Arqueó las cejas.

— No o mejor dicho sí, por favor siéntese.

Se quedó pensativa y luego tomó asiento.

— ¿Qué es eso?

— Aceptaré casarme.

— Acaba de decir que no es conveniente.

— Cierto, pero he decidido seguir el juego a pesar de los riesgos — Dije y mantuvo su expresión desconfiada — Éste documento tiene un peso legal que no podrá evitar si llega a incumplir y si lo firma me casaré.

— ¿Y qué es esto? — Exigió.

— Es un documento con algunas condiciones, lea con calma, su alteza.

Bajó la mirada al documento y leyó en silencio.

Esperé pacientemente.

— Dice que no puedo participar en las decisiones del consejo, ni estar presente — Dijo, con evidente molestia — Que tampoco puedo hacer uso de mi posición como reina, que debo consultarle y usted es el único que puede dar el visto bueno — Obviamente no le gustó — Si desobedezco seré despojada del título y expulsada del reino ¿Qué sentido tiene esto?

Le estaba haciendo lo que me hizo Vanessa y en el fondo no me sentía cómodo, pero no confiaba en la princesa y aquella era la única forma de proteger mi reino.

— Proteger mi reino.

— ¿O sea qué si yo le pido ayudar a Polemia, usted no lo hará? — Se llevó una mano al pecho.

— No lo haré, a menos que acepte, tendrá que convencerme de hacerlo.

— No seré reina, solo una decoración...

— Será reina, pero yo estaré a cargo, no sería sabio de mi parte dejarle tomar decisiones cuando ni siquiera conozco sus verdades intenciones... Cualquier rey bajo mi situación, lo haría.

— ¿Qué sentido tiene casarse conmigo si no me dejará cumplir mi papel?

— Eso prefiero guardarlo para mí — Dije, apoyando las manos del escritorio — Firme si está de acuerdo, si no, no se preocupe, puede marcharse, con gusto le pediré a uno de mis capitanes que las lleven devuelta a Polemia.

Observó el documento y suspiró pesadamente.

— Deme una pluma.

Me sorprendí ante su rápida decisión.

— Piénselo con detenimiento.

— No tengo nada que pensar... No sé demasiado sobre gobernar, prefiero que usted tenga el mando... Solo quiero cumplir mi deber como princesa...

— ¿Entiende que su deber no estará completo si Polemia no obtiene nada de mi reino?

— Sé que habla de esa forma porque no confía en el reino de Polemia, pero puedo asegurar que después de conocer lo suficiente, querrá ayudar — Afirmó convencida y me contuve de resoplar.

Le tendí la pluma y el tintero.

La princesa untó la pluma y empezó a firmar al final del documento, donde cedía su poder a mí.

Dejó la pluma en el tintero.

— Ya he firmado.

Tomé el documento y observé su firma.

— Su escritura es extraña.

— Es mi nombre en Polemo.

— Bien, vuelva a sus aposentos — Dije y frunció el ceño.

— ¿Cuándo será la boda?

— Se le informará luego, vuelva a sus aposentos, no olvide las normas, le permití entrar a mi estudio solo por ésta razón.

— Dice no ser un tirano, pero actúa como tal — Gruñó, levantándose con evidente molestia.

— Si lo afirma tan fervientemente, significa que su padre actúa como lo que es, un tirano y se equivoca, yo no soy un tirano, solo soy un rey cuidando a su reino de reinos extranjeros que ansían poder.

Se alejó, enojada, saliendo de mi oficina con ímpetu.

Ésta era la misma mujer que estuvo disfrutando de un desayuno, haciéndose tantas preguntas sobre las fresas.

Lucía inocente.

Vanessa lucía como un ángel y no se molestó en ocultar que era un demonio.

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— ¿Aceptaste casarte? — Siseó Ania, completamente desconcertada — ¿Estás seguro de esto?

— Necesito conocer al rey Barbany y tener a esa princesa cerca es la mejor forma.

— Es una decisión precipitada — Dijo Levi, negando con la cabeza — Aunque, admito que tiene su lado bueno... Podrías jugar con las reglas de éste trato.

Ya lo había hecho, pero no sé lo diría.

— Es mi decisión y deben respetarla.

— El reino se va a sacudir cuando vean a la futura reina — Dijo Ania.

Estaba en mi hora de almuerzo y ella me acompañaba, Levi se había colado sin autorización.

— No soy el único con revuelos, hermana, ya he oído que andas metida en la hermandad, buscando al ex rufián Roquer.

— No lo estoy buscando — Resopló — Me gusta entrenar con hombres, lo sabes.

— Ese futuro caballero está comprometido con la duquesa Pepper, no quiero que sigan las habladurías.

— Descuida, hermano, cuando te cases dejaremos de escuchar sobre mi supuesta aventura, porque esa mujer es demasiado parecida a Vanessa y no va a pasar desaparecido — Dijo, removiendo la comida con aburrimiento.

— No te preocupes, lo sabré sobrellevar.

— Espero que sí, hermano, no a pasado mucho tiempo como para que hayan olvidado la crueldad de Vanessa y esa princesa le removerá los recuerdos, no eres el único, habrá mucho que se van a poner a gritar y llorar, incluso nos pueden atacar, piensa en las consecuencias.

— Estoy pensando, no te preocupes.

— Bien, haz lo que quieras — Se cansó de refutar.

— Adrian tiene un plan, eso es seguro, lo guardará hasta que esté hecho — Dijo Levi, tratando de ganar mi aprobación.

— No me conoces.

— Oye, desde que Lord Leandro Mercier confecciona tus trajes, luces más fresco — Dijo, solo para molestarme — ¿Es una forma de mantener cerca al lord?

— No es tu problema.

— Oh, no quiero saber sobre los amores de mi hermano, no mientras como — Dijo Ania, arrugando la naríz.

— Puedo sacar una lista entera.

— Levi ¿Qué parte no entiendes de qué no me agrada verte el rostro? — Siseé, a punto de estallar.

— Bien, de acuerdo, me iré — Dijo, levantándose de la mesa — No me extrañes.

Se marchó del comedor.

— ¿Qué pasará con Levi? — Me preguntó Ania.

— Planeo enviarlo a Polemia, quiero que demuestre su supuesta fidelidad.

— Mi padre es autoritario, tal vez tenía miedo de alguna reprimenda y por eso no te lo dijo.

— No tiene sentido, ya no está en Hilaria, en mi reino no tendría que temer de mi padre, no lo hizo porque aún le guarda fidelidad y eso no lo puedo tolerar, no cuando es mi ayudante, mi mano derecha, su fidelidad debe estar conmigo, no con mi padre.

— Me ha molestado la orden de padre, así que no eres el único — Dijo, como apoyo — Siempre actúa en nuestra contra, a pesar de que hemos demostrado ser buenos guerreros, buenos hijos... Dejé de intentar agradarle de hace años, ya no me interesa lo que piense, pero actuar a nuestras espaldas, eso no lo permitiré.

Ania compartía mi sentir.

Ambos fuimos despreciados por mi padre.