Mico brilla bajo las luces de los escenarios, Tina vive entre raíces sencillas y reale. Sus mundos nunca debieron haberse cruzado, pero lo hicieron; entre secretos y la presión de la fama, tendrán que decidir si lo que sienten vale el riesgo de perderlo todo.
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capitulo 11: Celos
El rodaje había comenzado con una rutina aparentemente normal, pero Tina no podía concentrarse. Cada movimiento de Mico, cada gesto, cada palabra, la afectaba más de lo que quería admitir. Se esforzaba por mantener la calma, por no dejar que su mirada se deslizara hacia ella más de lo necesario. Pero había algo hoy diferente: un nuevo periodista había sido asignado para cubrir la producción. Alto, con una sonrisa encantadora y una facilidad para hablar que intimidaba, comenzó a acercarse a Mico desde el primer momento.
—¡Hola, Mico! —dijo el periodista mientras le extendía la mano— Soy Lucas, voy a estar siguiendo la grabación para el reportaje.
Mico le sonrió con cortesía, aceptando la mano, y Tina sintió un pinchazo en el pecho. Algo en la forma en que Mico correspondía la sonrisa, la ligereza con la que hablaba, la hizo hervir de celos. Intentó decirse que era ridículo, que solo era un colega, pero la sensación no desaparecía.
Durante la mañana, Lucas no dejó de hacer pequeñas bromas y comentarios, algunos de ellos claramente coqueteando. Mico, profesional, respondía con amabilidad, pero Tina no podía ignorar la química que se percibía, aunque fuera amistosa.
—¿Todo bien? —preguntó Mico en un descanso, notando la rigidez de Tina.
—Sí, sí. Todo bien —respondió Tina, evitando mirarla a los ojos. Su corazón latía rápido, y sentía que estaba a punto de explotar.
—Tina —Mico comenzó, preocupada— Te noto rara. ¿Qué pasa?
—Nada —mintió Tina, aunque la palabra sonó vacía incluso para ella misma.
Pero mientras trabajaban juntas, Tina no podía dejar de observar cómo Mico reía con Lucas, cómo sus gestos eran tan naturales y cercanos. Un sentimiento de celos la invadió, mezclado con miedo: miedo a perderla, miedo a que Mico se sintiera atraída por alguien más, miedo a que todo lo que habían compartido se desvaneciera.
Finalmente, cuando terminaron de organizar los materiales, Tina no pudo más. Se acercó a Mico, con la voz temblorosa y la mirada directa.
—¿T..tu estás coqueteando con él? —preguntó, con algo de temor a la respuesta.
Mico parpadeó, sorprendida por la intensidad en la voz de Tina.
—¿Qué? No, no estoy coqueteando. Solo soy cordial.
—No me engañes —dijo Tina, cruzando los brazos— Sé cuando alguien se interesa en ti, y él claramente lo hace.
Mico suspiró, dejando escapar un leve gesto de frustración y ternura al mismo tiempo.
—Tina, tu creés que todo es tan fácil, pero no es así. No es solo eso. Yo, yo estoy intentando mantener todo bajo control, y sí, él es simpático, pero no me importa.
Tina sintió que su corazón se encogía, pero no podía relajarse del todo.
—Entonces, ¿por qué me siento como si estuvieras sonriendo más con él que conmigo?
Mico se acercó, poniendo una mano suavemente sobre el brazo de Tina.
—Porque él no tiene miedo de mí, de mis secretos, de todo lo que escondo.
El comentario dejó a Tina sin palabras. No era un rechazo, pero tampoco un alivio. Era un recordatorio de que la conexión que compartían era complicada, frágil y que ambas estaban jugando con emociones que podían ser peligrosas si no se manejaban con cuidado.
—No quiero perderte —dijo Tina, casi susurrando, con los ojos húmedos— No puedo soportar la idea de que me veas solo como alguien pasajero o temporal.
—Nunca te vería así —replicó Mico, con firmeza— eres más importante de lo que creés. Y eso me asusta. Porque cuanto más me acerco, más vulnerable me siento.
Tina asintió, conmovida. Se sentía aliviada, pero también más consciente del peligro de sus propios sentimientos. La tensión entre ellas creció, no porque hubieran discutido, sino por todo lo que estaba en juego: sus miedos, la fama, el amor no declarado, y el hecho de que ambas comenzaban a depender emocionalmente de la otra.
El resto del día transcurrió con pequeñas chispas de tensión: miradas que duraban demasiado, gestos tímidos al rozarse las manos, sonrisas fugaces llenas de significado. Cada pequeño contacto era una mezcla de miedo y deseo, de cercanía y precaución.
Cuando finalmente se tomó un descanso, Mico y Tina se encontraron solas cerca de la terraza del set. La luz del sol caía suavemente, creando un ambiente íntimo y silencioso.
—No quería que esto fuera tan complicado —dijo Tina, con una voz más baja, mientras miraba al horizonte— Pero siento que ya no puedo ignorar lo que siento.
Mico suspiró, acercándose lentamente.
—Yo tampoco puedo —admitió, con un hilo de voz— Y los celos que sentís, no me molestan. Al contrario, me hacen darme cuenta de lo importante que eres para mí y hacen que te desee más aún.— Susurra eso último, dejando pequeñas caricias en su cintura.
Tina volteó la mirada hacia ella, sorprendida y emocionada. La estrella parecía vulnerable, real, sin máscaras ni pretensiones. Por un momento, el tiempo pareció detenerse y ambas respiraron el mismo aire, conscientes de lo que significaban la una para la otra.
—Tenemos que ser cuidadosas —murmuró Mico, tomando la mano de Tina— Pero también, no quiero ignorar esto.
Tina sonrió levemente, dejando que sus dedos se entrelazaran con los de Mico. Era un gesto pequeño, pero cargado de significado: una promesa silenciosa de cuidado, cercanía y conexión.
El día terminó con esa mezcla de emoción y tensión, con ambas conscientes de que sus sentimientos se estaban volviendo más profundos, pero también más peligrosos. Sabían que los celos, la fama y los miedos personales serían un obstáculo constante, pero también sabían que algo verdadero estaba naciendo entre ellas.
Ese día, Tina se fue a casa con el corazón acelerado y la mente llena de pensamientos sobre Mico, sobre lo que sentía y lo que temía. Y Mico, por su parte, regresó a su camerino pensando en Tina, en su cercanía, en su risa y en cómo, por primera vez, se sentía vista y comprendida.
Ambas comprendieron que estaban entrando en un territorio nuevo, donde la atracción y la conexión emocional se mezclaban con miedos profundos. Pero algo estaba claro: ninguna de las dos podía negar lo que estaba empezando a crecer entre ellas.
Y aunque el camino por delante sería difícil, ambas sabían que lo que sentían era real, intenso y valioso.