Dentro De Tus Redes.

Almass Vannecelli

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Antes de salir del automóvil, había instruido a José y a los demás guardaespaldas que no le comentaran a mi padre lo ocurrido, ya que si él se enteraba, no me permitiría salir de esta casa, lo cual sería un serio inconveniente. Al entrar en casa, mi padre se acercó a mí, me dio un beso en la frente y me abrazó.

—Mi pequeña princesa, te he extrañado tanto. Cuéntame, ¿cómo te fue? ¿Te divertiste?

—Papi, yo también te extrañé mucho. Sí, padre, todo salió muy bien —respondí mientras lo abrazaba.

—Me alegra saberlo, mi princesa.

Mi madre se acercó y me abrazó, seguidamente lo hicieron mis hermanos.

—Iré a mi habitación, quiero descansar un rato —anuncié.

—Está bien, mi niña, descansa —me dijo mi madre.

Me aparté de ellos y me dirigí hacia Esmeralda; nos acostamos juntas.

—¿Almass, ya hablaste con tu padre sobre irte a vivir conmigo? —me preguntó en voz baja.

—Sí, pero él dijo que no. No quise contradecirlo para poder viajar, pero en estos días se lo diré.

Esmeralda asintió y, poco después, nos quedamos dormidas. Al despertar, vi que Esmeralda seguía dormida. Me levanté y caminé hacia mi computadora. Al encenderla, ingresé a las aplicaciones y redes que había creado. Ahora ese viejo ridículo lo pagaría. Primero, busqué información sobre él y me enteré de que su familia era la segunda más rica y poderosa de toda Asia. Era muy conocida por sus tradiciones y tenía influencias en política, incluyendo conexiones con la familia Wang de la realeza, considerada la más poderosa y adinerada de Asia, la cual controla el ejército, la policía y la política. Ambas familias habían sido amigos durante generaciones. Vaya que la familia Park es poderosa; ahora entiendo la arrogancia de ese viejo. Sin embargo, veremos cuánto poder real tiene cuando me quede con su dinero.

Entré a la aplicación, ingresando su nombre completo. En cuestión de segundos, aparecieron todos sus datos. Continué tecleando hasta encontrar sus cuentas; sonreí al ver tantos ceros. Ni en tres vidas podría gastar esa fortuna. Seguí investigando y me di cuenta de que la mayoría de sus empresas eran fantasmas. Abrí una cuenta en el extranjero con datos falsos y transferí todo el dinero de ese viejo a la nueva cuenta. Ahora, este hombre era más pobre que una rata. Y lo mejor es que no podrá rastrear el dinero. Sonreí, era multimillonaria en menos de 20 minutos.

—¿De qué te ríes, Almass? —me giré y vi a Esmeralda frotándose los ojos y bostezando.

—Solo recordé un chiste. Vamos a comer, tengo hambre.

Apagué mi computadora, imaginando la cara de ese ridículo cuando se dé cuenta de que todas sus cuentas están vacías. Al bajar, nos dirigimos a la cocina y le pedimos a la empleada que nos sirviera algo para comer. Después de unos minutos, nos sirvieron en el comedor. Mientras comenzábamos a comer, Elios se acercó y se sentó frente a nosotras. Noté que miraba disimuladamente a Esmeralda, pero ella solo centraba su atención en su plato. Aunque intento aparentar lo contrario, no soy tonta y sé que hay algo entre ellos dos, aunque lo ocultan bien.

—¿Qué hicieron en su viaje? —me preguntó Elios con curiosidad, mirando a Esmeralda.

—Conocimos lugares extraordinarios y comimos deliciosos platillos. La pasamos muy bien —respondí.

—Qué bueno, me alegra por ustedes —dijo con un tono serio.

Continué comiendo en silencio, sintiéndome aburrida. Así que decidí hacer las cosas un poco más divertidas.

—Esmeralda, ¿recuerdas al chico guapo que se te acercó y te pidió tu número? ¿Te escribió? —le pregunté mientras miraba a Elios.

Él me miró, luego dirigió su mirada hacia Esmeralda, con una expresión de molestia. Ella levantó una ceja, respondiendo a mi provocación.

—¿Cómo que se te acercó un hombre? ¿Le diste tu número? —exclamó Elios, claramente molesto—. ¿Acaso los guardaespaldas permitieron que extraños se acercaran a ustedes?

Vaya, parecía muy celoso Elios. Yo solo sonreí.

—Si fue así, ¿cuál es el problema? Si estoy soltera, puedo darle mi número a quien yo quiera —respondió Esmeralda con firmeza mientras lo miraba.

Él hizo una mueca de desagrado. Lo vi contener una respuesta, pero permaneció en silencio por unos segundos, observándome, y luego dijo:

—Soltera o no, no debes darle tu número a extraños. Es peligroso. Deben cuidarse.

—Como tú digas —replicó Esmeralda, torciendo los ojos.

Parecía que estaban peleados. Sonreí levemente; esto sería más que divertido.

—Elios, ¿qué pasó con esa chica que te vi la otra vez? Creo que era modelo, ¿cómo se llamaba? ¿Loraine? ¿Es tu novia ahora? Es muy linda —le pregunté.

Miré hacia Esmeralda y noté cómo su rostro se sonrojaba mientras apretaba la cuchara. Luego volví a mirar a Elios, que me observaba.

—Ella solo es una conocida, no es mi novia. No inventes cosas, Almass.

—No estoy inventando nada, solo preguntaba, pero parece que está muy interesada en ti —agregué.

—Si deberías considerar hacerla tu novia, para dejes de meterse en la vida de los demás —dijo Esmeralda, levantándose y retirándose del comedor.

Observé cómo Elios se levantaba para seguirla, mientras yo no podía evitar sonreír; esta vez los celos no pudieron ocultarse. Terminé de comer.

Hoy regresé a clases. Me cambié y me apliqué un poco de maquillaje en el cuello para disimular el hematoma que me dejó ese chico coreano. Sonríe al recordar todo lo que vivimos, sé que fue una aventura, pero no puedo dejar de pensarlo. También recuerdo la toxicidad de su padre y me pregunto por qué Park dijo que yo era su prometida; realmente esas personas están mal de la cabeza, espero no volver a verlo.

Después de desayunar, me despedí de mis padres y salí de casa acompañado de Edmon, dirigiéndonos a la universidad donde comenzamos las clases. La jornada empezó con tranquilidad y sin novedades. Al ver a mis primos y a Sol, conversamos y compartimos todo lo que hicimos durante el receso.

Hasta que, al finalizar la jornada, salí de la universidad junto a Edmon. Él me abrió la puerta del auto y, al mirar, vi que varios vehículos se estacionaban y bajaban varios hombres. Uno de ellos abrió la puerta y salió Juwon Park. Se acercó hacia mí y sentí cómo mi pulso se aceleraba. ¿Qué hace aquí? ¿Cómo me encontró? ¿Acaso sabe lo que hice con su padre? Es imposible; no hay forma de que pueda rastrear lo que hice.