PREFIERO SER UNA SUSTITUTA.

Cuando me levanto, no lo veo, así que con la bata que tengo salgo y busco en las gavetas de la cocina encontrando limpiones en paquetes. Los saco y agradezco encontrar muchos productos de limpieza. Limpio la mesa y a los muebles les quito el polvo, sacudo mis sillones y pienso en comprarles unos cubre sillones para que no se salgan. Barro y por último trapeo. Me gusta cómo se ve y me voy al cuarto, compongo la cama y viéndolo así no me molesta estar en esta casa sola la mayoría del tiempo. Es pequeña pero acogedora. Acomodo el buró de al lado y encuentro las llaves que supongo son de la casa. La ropa de Leonardo se la acomodo en el mueble, no creo que venga seguido así que su ropa se la pegó a un extremo del mueble. La maleta la guardo hasta arriba y me voy al baño, me pongo la misma ropa de ayer y salgo asegurando la puerta.

Las llaves sí son y me voy al banco dónde suspendo todo, tarjetas, me doy de baja para que nadie pueda retirar nada a mi nombre. Suena mi celular con un número extraño.

—Señorita Luna, el señor Leonardo me dio su contacto, soy el abogado.

—Hola, muchas gracias, sí claro ¿cuándo nos podemos ver?

—En su casa, por favor.

—Estoy en el centro, si gusta puede venir.

—Gracias, pero en su casa estaría bien.

—Sí está bien, solo voy por unas cosas a mi anterior casa —le digo y quedamos en vernos en 2 horas.

Tomo taxi yendo a mi anterior casa y cuando llego me encuentro con Fernando que camina hacia abrazándome y me separo de él cuando veo a Estrella bajar de las escaleras.

—Una preocupada por ti y tú en la calle, no sé qué me sorprende si sabemos cómo eres.

—Cuidado, puedes morderte la lengua.

—Te dije, mi amor, que Luna siempre hace eso. Uno se preocupa y ella llega como si nada —le dice a Fernando.

—¿Con quién estuviste? —me dice mi madrastra saliendo de la cocina.

—Hola tía, no puedo decirte que me da gusto verte, pero sí me da gusto decirte que ya no las veré.

—¿Ya conseguiste a alguien que te mantenga? —me dice Estrella y Fernando no deja de verme.

—No soy tú que se casa para que la mantengan —le digo y mi madrastra me pide que me calle con la mirada que no me provoca nada.

—Por favor, si ya Fernando será parte de la familia, que sepa la verdad, que sepa con quién se casa en realidad. Después de todo, estás embarazada y ya lo tienes casi asegurado.

—Luna, cállate —me dice mi tía y Estrella ya está llorando.

—Prima, ¿por qué lloras si aún no digo nada? Como el hecho de que se supone que me darían la casa cuando te casarás con Fernando sabiendo que la casa está hipotecada, y también el que me devolverían el dinero que me robaron y sacaron de mi universidad. Y se les olvidó algo que para ustedes no es nada quizás, pero para mí lo es. El hecho de que cada semana estuvieron retirando la pensión que me dejó mi padre para vivir estable. Por un año de verdad odié a mi padre, porque me dejó sin nada y más porque me dejó con ustedes.

—No sé de dónde saco todo eso —le dice mi tía a Fernando que está callado sin decir nada.

—Tengo evidencia de lo que hablo —digo y paso entre ellas y subo a mi cuarto haciendo mis maletas.

Fernando entra quedándose en la puerta.

—Así que me engañaste cuando te pregunté por Estrella, a cambio de esta casa.

—Nunca dije nada de ella, te dije que le estabas preguntando a la persona equivocada.

—Callaste y es igual.

—Fernando, yo no te la busqué, tú ya estabas con ella cuando me preguntaste —le digo sin dejar de empacar.

En una maleta pongo mi ropa que no es mucha y en la otra recuerdos y fotos que guardo con mucho sentimiento. Agarro las dos maletas pasando a su lado y él me sujeta.

—¿De qué eres capaz a cambio de dinero? —me dice y suelto una maleta dándole una cachetada.

—Solo eres un imbécil más. Esta casa lo era todo para mí, era mía por ley; me correspondía a mí, y era capaz de hacer lo que fuera porque así fuera, así fuera mentir para que te casarás con Estrella y por fin esta casa volvería a hacer mía legalmente.

—Así que en el bar nadie te llegaba al precio —me dice y le doy otra cachetada con la otra mano.

Agarro mis maletas bajando y mi tía está con mi prima viéndome cuando llego a la planta baja y camino a la puerta.

—Te vendiste al mejor postor, aprovecha que eres joven y bonita, muchas preferimos el amor —me dice Estrella y Fernando me ve desde las escaleras.

Me río viéndolas y niego.

—Prefiero vivir en la calle a pasar un día más con ustedes, y en cuanto al amor muchas veces es mejor dejarlo a un lado porque solo ocasiona decepción, como lo que mi padre sintió antes de morir. Que no fue amor, si no decepcionado de ustedes dos —les digo y con eso salgo de esta casa que hasta los 4 años fue un hogar para mí. Después solo fue una tortura, era el lugar que me daba jaqueca solo pensar en venir y no era la casa, eran las personas que estaban ahí.