Atracción Irresistible

Emile soltó un fuerte suspiro. —Ven, dame un poco de amor —dijo al salir de los tribunales, tomando a Alan de los brazos mientras Rose estaba de mal humor por las horas de trabajo social que le tocaba hacer, además del curso de control de ira.

—Apenas llegue al apartamento, buscaré la mejor universidad de derecho y me inscribiré —Emile alzó una ceja al escuchar aquel comentario por parte de su amiga y solo pudo pensar en lo difícil que sería persuadir a Rose cuando tenía algo en la cabeza, especialmente motivada por la venganza.

—¿Y por qué no haces una especialización en derecho internacional? Creo que es mejor, además, ya tienes una carrera, así que no tardarás mucho, teniendo en cuenta el año judicial que hacen los abogados, similar a los médicos —comentó Emile mientras le acariciaba la cara a Alan, quien reía y trataba de tocarle la cara.

—Es cierto, así no emplearé más tiempo en la venganza —sonrió Rose, maquinando un plan en su mente.

Emile soltó un suspiro y miró hacia la puerta, sorprendida de que Felipe aún no saliera de allí. Luego movió la cabeza de un lado a otro para deshacerse de ese pensamiento, ya que no le importaba lo que hiciera él. Miró su pierna derecha, que ya contaba con aquel dispositivo de rastreo que monitorearía todos sus pasos. —Al menos no tienes esto en tus piernas. Me siento como una prófuga de la ley —dijo quejándose—. Yo solo quería mi divorcio.

David se acercó colocándose al frente de Emile y al lado de Rose. —Como te mencioné aquella noche en la madrugada, yo me haría responsable de ti como un hermano mayor. Teniendo en cuenta que no cuentas con el apoyo de tu padre y hoy esperé a que él llegara, pero no —comentó David colocando su mano en el hombro de su esposa

—¿Y cuándo hablaron ustedes? —preguntó Rose arrugando el ceño, tratando de recordar en qué momento se comentó esto, ya que no lo recordaba.

—A la mañana siguiente, después de ir a la casa de tus padres —dijo Emile explicándole a Rose—. No podía dormir y me encontré con David en la cocina preparándose una taza de té —comentó Emile a lo que Rose asintió.

—Ay, amor, ¿aún sigues con el insomnio? —comentó Rose con pesar, recordando lo que había pasado con David.

David miró a Rose y le tocó la mejilla. —No te preocupes por eso —comentó, para luego mirar a Emile.

Emile sonrió. —Sí, te veo como un hermano mayor —dijo mientras daba saltos para hacer reír a Alan.

—¡Tenemos un hermano, hermano! —comentó canturreando, escuchando la risa de Alan.

David asintió y miró hacia la puerta del tribunal. —Ya me encargué de tu felicidad, ahora viene tu bienestar. Leí un libro sobre las acciones que debe tomar un hermano mayor, y lo más importante es el cuidado y protección de los menores —comentó David poniendo su mirada en el tribunal.

Emile estaba concentrada, molesta con Alan, que solo se dio cuenta de que algo sucedía a su alrededor cuando escuchó la exclamación de Rose y el rápido movimiento de David al ver a Felipe salir del tribunal.

—Cómo no te podré ver en esta semana y convivirás con Emile por un período de tres meses, te recomiendo ser caballero con ella —Emile abrió los ojos al ver cómo David había tomado a Felipe por el cuello de su traje y con los puños lo arrinconó en la pared y lo levantó.

Felipe abrió los ojos por la inesperada acción de David, ya que simplemente no se lo esperaba. Él era un hombre grande y pesado, lo que le sorprendió que David tuviera la fuerza para levantarlo y arrinconarlo como lo estaba haciendo ahora. —¡Qué pasa! —dijo llevando las manos a las muñecas de David para que este lo liberara.

Rose no sabía qué hacer porque David tenía a Felipe en esa posición. —Ella no está solo y me tiene a mí como su hermano. Si piensas que por tener poder estás por encima de ella, te equivocas, porque haré lo posible para destruirte. Así que espero que te comportes y sepas manejar tus límites. Solo puedes estar cerca de ella si ella te lo permite, ¿está claro? —dijo David tomando el cuerpo de Felipe y golpeándolo contra la pared para que este tuviera su atención en él.

Rose miró cómo el abogado de Felipe estaba pidiendo ayuda a los guardias de seguridad, lo que ocasionó que sus nervios estuvieran a flor de piel. —Emile, dile algo —comentó Rose a su amiga, sabía que David aún tenía dificultad en marcar límites con respecto a lo que él interpretara.

Emile sonrió a Felipe y dio un paso. —Ya escuchaste —dijo en apoyo a David.

—¡Dios! —dijo Rose al saber que su amiga siempre complicaría las cosas en cualquier situación. —¡Amor! Le estás haciendo daño a mi hermano —dijo Rose al poner una mano en el antebrazo de David. —¡Uy, qué fuerte! —exclamó al sentir el músculo de David.

David sonrió al escuchar a Rose y soltó a Felipe. —Gracias, eso quiere decir que mi entrenamiento me está funcionando —Rose no le prestó atención, solo se mordió el labio mientras veía y pensaba en lo guapo y sexy que es su esposo.

—Dios, cuídanos de los recién casados —exclamó Emile al ver cómo su amiga actuaba.

Felipe, al caer al suelo, tosió un poco y vio cómo Emile lo miraba con una sonrisa, pero él no entendía qué carajo estaba pasando, cómo su cuñado, un hombre tranquilo, lo tomó por el cuello. —¡Señor, está bien! —dijo su abogado al ayudarlo a levantarse.

—Es el, llévenselo —Felipe escuchó cómo su abogado daba la orden, la cual él empezó a negar.

—No ha pasado nada, es un juego que tenemos —dijo Felipe para evitar entrar nuevamente al tribunal.

—¡Alguien me puede decir qué carajo está pasando! —dijo Felipe al levantarse y sacudirse la ropa. Rose caminó hasta Felipe para ayudarlo a levantar. —El llegó a un acuerdo con Emile donde quedaron en que ella sería su hermana menor —comentó apresuradamente Rose para que Felipe entendiera.

—Si me lo pregunta, yo no sabía de eso sino hasta ahora —dijo Rose mirando a Emile, la cual sonreía con Alan en los brazos.

—Viste, así tienes que ser tú como tu padre —dijo mientras señalaban a Alan.

Rose dejó a Felipe y caminó hacia Emile. —Emile, te explique sobre la condición de David. Puede que el doctor haya dicho que él podrá entender ciertos sarcasmos o expresiones, pero aún no puede tener límites en sus acciones —comentó Rose algo molesta.

—¿Y quién dijo que me burlo de David o algo por el estilo? La verdad es que estoy complicada sobre sus acciones como hermano mayor, y ya que es como si no tuviera madre, tú puedes serlo —dijo Emile con una sonrisa.

—Como cuñado, te digo que tengas buena suerte en estos tres meses que estarás fuera. Alan te extrañará —dijo David al darle la mano a Felipe, el cual miró con desconcierto antes de volver a dar las gracias —Gracias.

David asintió. —No olvides lo que te dije anteriormente —comentó apretando un poco la mano de Felipe antes de irse.

Emile soltó una carcajada al ver cómo Felipe, al irse, miraba a ella y luego a David —Hermano mayor, ¿qué dices si vamos a comer helado? Sí, Oni-chan —comentó jugueteando con Alan.

—¡Emile! —la regañó Rose —Pero qué, si la verdad quiero un helado —dijo desanimada —No tengo problema en comprar helado, pero ¿qué es Oni-chan? —dijo David al inclinar la cabeza.

—Es hermano en japonés —dijo Emile sorprendida —¿Es que no sabes japonés? —David negó.

—¡Por Dios, un japonés que no sabe japonés! —exclamó Emile.

—Esas son las cosas que no me dejan dormir —comentó Rose con una sonrisa.

David achicó los ojos —¿Saben que soy norteamericano, ¿verdad?  —y este comentario hizo que Rose y Emile rieran como locas, a lo que David guardó sin entender.

Ya en la heladería, Emile supo que a partir de mañana tenía que dejar todo el trabajo listo para los tres meses en Luciana.

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