Camilo Quintero es un hombre arrogante, que no tiene reparos en hacer sentir mal a los demás. No cree en el amor y se niega rotundamente a casarse. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando su abuelo lo destituye del cargo de CEO, le quita todas las tarjetas de crédito, su dinero y le da un año para que consiga un trabajo digno y cambie su forma de ser.
En medio de su nueva realidad, Camilo conoce a Lucía Fernández, una joven humilde, sencilla y amorosa, todo lo contrario a él. Por circunstancias del destino, terminan conviviendo juntos y, poco a poco, se enamoran. Sin embargo, la familia de Lucía no lo acepta, convencida de que su hija merece a alguien mejor y no a un “bueno para nada” como Camilo.
NovelToon tiene autorización de Mar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPITULO 11
El sonido suave de la cafetera llenaba el ambiente con el aroma del café recién hecho. Las personas iban y venían por el centro comercial, ajenas al torbellino de emociones que acompañaban a Camilo aquella tarde. Vestía con un pantalón oscuro, una camisa azul con los primeros botones desabrochados y una chaqueta de cuero que contrastaba con el brillo nostálgico en su mirada. Era dueño de ese lugar, pero en ese momento no se sentía poderoso. Tenía el corazón acelerado y la mente llena de pensamientos que no lograba ordenar.
Se acercó a una de las mesas del rincón, donde ya lo esperaba su amigo de años y abogado de confianza, Octavio. Camilo se sentó sin esperar invitación. El ruido del lugar desapareció para él, porque lo único que quería era tener respuestas.
—Hola, Octavio —saludó con un tono más suave de lo habitual mientras se sentaba frente a él.
Octavio lo observó con una mezcla de sorpresa y complicidad. Había visto muchas versiones de Camilo a lo largo de los años, pero aquella era nueva.
—Te veo diferente, Camilo. ¿Dónde quedó la fachada de un hombre malo, arrogante e imponente? —exclamó Octavio, esbozando una sonrisa cargada de ironía y afecto.
Camilo soltó una risa breve, aunque su mirada seguía siendo seria.
—Estoy enamorado y me voy a casar esta tarde. Necesito comprar los anillos —respondió sin rodeos, haciendo una señal al camarero para pedir un capuchino.
—¿En serio? —preguntó Octavio, entre sorprendido y emocionado—. Creo que el castigo de tu abuelo valió la pena, amigo, y eso me alegra. Ahora que te casas, puedes tener un hijo y quedarte con la herencia de tu padre.
Camilo apoyó los codos sobre la mesa y entrelazó los dedos, mirando fijamente a su amigo.
—Lo sé… —dijo con voz firme—. Pero yo me caso por amor, no por ganarle la herencia a Víctor, a mi hermanastro.
Octavio lo miró con atención, sabiendo que las cosas no eran tan simples.
—Eso lo entiendo, Camilo. Pero Víctor ya está moviendo sus hilos. Así que ten cuidado, amigo —advirtió mientras tomaba su taza de café con ambas manos.
El gesto de Camilo cambió de inmediato. Frunció el ceño, sus ojos azules se volvieron oscuros y se tornaron amenazantes, sus labios se tensaron.
—¿Víctor volvió al país? —preguntó, con un tono que helaría a cualquiera si estuviera ahí junto a ellos.
Octavio asintió, bajando la voz.
—Sí. Llegó ayer… con tu exnovia—susurro Octavio.
El silencio entre ellos se volvió denso, como si cada palabra pesara toneladas. Camilo apretó la mandíbula, sintiendo un vacío molesto en el pecho.
—¿Por qué llegó con Vanessa … y el esposo de esa mujer? —inquirió, visiblemente irritado.
—Porque ya no es su esposo, Camilo —contestó Octavio con seriedad—. El la encontró en la cama con tu hermanastro. Desde que los mandé a vigilar, descubrimos que ambos quieren quedarse con la herencia de tu padre. Y lo peor… Vanessa cree que todavía la amas. Está convencida de que no te has casado ni formado una familia porque no la has superado todavia.
Camilo se echó hacia atrás en la silla, con una expresión de disgusto. No solo le repugnaba la traición, sino la idea de que alguien pudiera creer que aún estaba atado al pasado. Lucía había llegado a su vida como un huracán de luz, limpiando cada rincón oscuro que Vanessa dejó. Ella merecía todo su amor, su protección… y un futuro sin miedos.
—Pobre imbécil —murmuró entre dientes—. Octavio, coloca dos hombres que cuiden a Lucía. Faltan siete meses para terminar el castigo que me impuso el abuelo, y no pienso arriesgarme ahora. Y otra cosa… Hay que cuidar también a mis abuelos. Víctor, su madre y Camila son capaces de hacer cualquier cosa por obtener lo que ellos quieren.
—Lo sé. Ya empecé a mover mis fichas. Pero dime algo, Camilo… ¿De verdad confías en que Lucía te amará incluso si se entera de toda tu historia?
Camilo bajó la mirada por un segundo. El pasado no solo dolía, también era su mayor temor. Pero Lucía no era como las demás mujeres.
—Sí —dijo con convicción—. Porque Lucía no ama lo que tengo. Me ama a mí, con mis errores y mis cicatrices. No quiero perderla, Octavio. Esta vez… no , ella es todo lo que siempre busque en una mujer.
Octavio asintió, tocándole el brazo.
—Entonces vamos a comprar esos anillos, amigo. El amor de tu vida no puede esperar más.
Camilo asintió con una sonrisa leve. Ambos se pusieron de pie y salieron del café, sin saber que alguien los observaba a lo lejos. En una mesa del segundo nivel del centro comercial, Canessa sostenía un vaso de té helado, con los ojos clavados en el hombre que alguna vez creyó tener en la palma de su mano. A su lado, Víctor hablaba por teléfono con expresión altanera.
—Camilo no sospecha nada —dijo Víctor al auricular—. Pero eso no importa. Ya todo está en marcha.
Vanessa se relamió los labios con amargura.
—Volverá a mí. Lo juro. No dejaré que ninguna zorra se quede con él… ni con la herencia.
—Tranquila, Vanessa. Ya tenemos las cuentas bancarias bajo vigilancia. Pronto, todo será nuestro.
En la joyería más exclusiva del centro comercial, Camilo sostenía dos anillos en su mano. Eran simples, elegantes y perfectos. Uno de oro blanco con diamantes incrustados para Lucía, y uno más sobrio para él. Mientras los observaba, pensaba en el momento en que le pediría que se los colocara, con sus ojos brillando llenos de emoción, con una sonrisa porque había cambiado su vida y era feliz.
—¿Estos son? —preguntó Octavio a su lado.
—Sí. No hay vuelta atrás. Hoy empieza una nueva vida para mi.
La empleada de la joyería los felicitó por la elección, envolvió las sortijas y les ofreció champaña. Camilo la rechazó con cortesía. Su mente no estaba para celebraciones pequeñas. Esta boda no era una formalidad. Era un escudo contra las sombras que lo perseguían y el casado tendría el poder de cuidar y proteger a su amada Lucia.
Horas después, Camilo llegó a la pensión donde el vivía y conocio a Lucía. Al abrir la puerta, la encontró arreglándose frente al espejo. Vestía un vestido de novia sencillo pero hermoso, con el cabello recogido en una trenza suelta adornada con flores pequeñas. Al verla, su corazón pareció detenerse.
—Estás… hermosa —susurró conmovido.
Lucía se giró, sonriendo con dulzura.
—¿Y tú dónde estabas? Comenzaba a preocuparme.
Camilo se acercó y le entregó la pequeña caja con los anillos.
—Fui a buscar esto. No puedo casarme contigo sin sellar nuestro amor con algo que dure toda la vida.
Lucía abrió la caja y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Son preciosos…
Camilo la abrazó por la cintura y apoyó la frente sobre la suya.
—No tienes idea de cuánto te amo. Y cuánto te necesito , mi princesa.
—Yo también, Camilo. Pase lo que pase… estoy contigo y sera para siempre ...
Continuara...
Gracias Mar por la maratón 😘😘😘
se encuentren de nuevo, seguro que la madre hizo algo, en la desaparición de Lucrecia 🤔
Gracias 😌 querida escritora @ARIAMTT🇨🇴💜 por actualizar 😌 sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos ☺️