Alexandra fue engañada creyendo que firmaba un contrato laboral y acabó siendo uno matrimonial.
En tanto que para Christopher la situación también ha sido complicada, ya que como presidente de la empresa familiar, al momento de firmar los papeles para asumir el cargo de manera oficial, dos cláusulas cambiarían su vida para siempre: casarse y ser padre.
Por obligación ambos debieron aceptar la situación; sin embargo, jamás pensaron que la llegada del otro cambiaría muchas cosas para ellos.
¿Podrá el amor surgir con base a un contrato dado por mentiras?
¿Pueden dos personas, con perspectivas de la vida tan distintas, llegar a llevarse bien?
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Capítulo 19 MANTENER LA FIESTA EN PAZ
Alexandra
Regresamos de nuestra luna de miel dónde no salí de la habitación ni un solo día debido a que me pasé las horas estudiando para poder avanzar en mi carrera. Quería hacer lo que me quedaba en menos tiempo, terminar rápido de estudiar y trabajar inmediatamente después del divorcio para al menos mantener mi mente despejada luego de haber dado a luz a un niño o niña del cual no tendría derecho alguno.
No debía pensar en eso de momento, sería desestabilizar mi mente, corazón y sentimientos de un modo prematuro. Debería buscar algo positivo a lo que aferrarme y hacerlo con todas mis fuerzas aunque lo único bueno era lo que el dinero haría en mis padres y su economía.
Yo perdería todo en éste matrimonio y dudaba que alguna vez pudiera ser la misma, incluso ya me sentía diferente. ¿Cómo haría para confiar en alguien luego de esto? ¿Sería capaz de enamorarme de alguien?
Me perturbaba aún más que todos estos últimos acontecimientos la frialdad que Christopher podía emplear ante tal situación. Para él hablar de un hijo, un perro o una vivienda lo mismo era. Aquí quien dominaba la situación era quien más dinero y poder tenía, donde yo obviamente era reducida a la nada misma. ¿Que le diría de mi al niño? ¿Que clase de cosas horribles diría para explicar mi supuesto abandono? ¿Alguna vez le contaría la verdad?
Luego del acontecimiento dónde creí que consumaría el matrimonio decidí ignorarlo y así intentar mantener la fiesta en paz. Lo dejé que siguiera con su vida mientras yo me mantenía lo más alejada en la medida posible de el.
No sé con cuántas personas estuvo durante la luna de miel ni tampoco es algo que me quita el sueño, más me preocuparía que no lo hiciera.
Un pensamiento vagaba por mi mente, algo que me alteraba los nervios. ¿Hubiera desistido de la idea del matrimonio si le decía que llegaría al altar con mi virginidad aún bien conservada? ¿Algo lo hubiese hecho cambiar de opinión?
Lo dudaba, seguro se reiria de aquello y más se empeñaria en comprobar si lo que decía era cierto, pero ¿Y después de hacerlo qué? No lo creía capaz de tener remordimientos por algo que para el no tenía valor monetario.
Perder mi virginidad me asusta, no por el dolor que dicen que se siente sino que por la manera en la que sería y con una persona que me ve como un escalón para avanzar hacia sus metas. Me imagino en el cuarto inerte, sin poder sentir nada más que repulsión por todo lo que implica tener intimidad con él. No hay amor en esto, ni romance, tampoco deseo. Solo se considera como un trabajo para que yo quedara embarazada y desde allí comenzaría la cuenta regresiva para mi libertad y condena.
Encerré mi vida en mi estudio, aún con dudas preferí callar para no comenzar una pelea que no fuera capaz de ganar porque a él le gusta lucir intimidante y es bueno en eso, más que nada cuando simula que tomará todo de mi.
Una notificación en mi celular proveniente del banco anunciando que tenía un depósito de dinero. Se trataba de algo bastante mayor a lo que cobraba trabajando, el sueldo de una esposa falsa.
Le envié completamente el dinero a mis padres, no quería tenerlo en mi poder ni me hacía falta mientras que a ellos les proporcionaría al menos dos meses de alivio.
Ya en la habitación principal busqué primeramente los pijamas decentes que podría utilizar y los de pantalón largo fueron los escogidos, todos los demás los metería al final del cajón donde ni siquiera los veía. No tenía sentido lucir así, ¿Con que fin lo haría?
-¡Que cambio!- Exclamó al meterse en la cama nuestra primera noche en su mansión
-Si lo dices por el pijama estoy más cómoda así
-Cuando seas mi mujer completamente no importará lo que tengas puesto, de todos modos desaparecerá
-No digas eso, aún faltan meses. Mantengamos al menos una buena relación hasta que eso suceda