Lena, una joven que siempre ha sentido que es diferente, sin saber por qué. En la noche de su vigésimo primer cumpleaños, su vida da un giro inesperado cuando descubre que es la Luna destinada del alfa de la manada más poderosa de la región, un hombre llamado Aiden, conocido por su ferocidad y liderazgo implacable.Aiden, marcado por una profecía ancestral, ha esperado años para encontrar a su Luna, la única persona capaz de calmar la bestia dentro de él y traer equilibrio a su vida. Sin embargo, Lena no está dispuesta a aceptar su destino fácilmente. Mientras lucha por comprender y aceptar el vínculo que la une a Aiden, descubre que su conexión va mucho más allá del amor: está vinculada a un oscuro secreto que podría destruirlos a ambos.En medio de luchas internas, conflictos con otras manadas, y una amenaza que podría desencadenar una guerra, Lena debe decidir si está dispuesta a aceptar la marca del Alfa y el destino que le ha sido impuesto, o seguir su propio destino
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Capítulo 11 Resistencia al Destino
Aidan asintió lentamente, sabiendo que Caleb tenía razón. Sabía que tenía que ser paciente, pero no podía evitar sentirse inquieto.
Lena era su compañera, su Luna destinada, y él haría cualquier cosa para asegurar su felicidad y protección. Sin embargo, los miedos de Lena eran un obstáculo que no sabía cómo superar.
Mientras tanto, Lena se encontraba en la pequeña casa de su madre, sentada en la mesa de la cocina con una taza de té en las manos.
El cálido aroma de las hierbas no lograba calmar la tormenta de emociones que bullía dentro de ella.
Había dejado la cabaña de Aidan poco después de su conversación de esa mañana, sintiendo la necesidad de estar cerca de alguien que pudiera entender lo que estaba pasando.
Su madre, Sofía, la miraba con preocupación desde el otro lado de la mesa. Sabía que algo la atormentaba a su hija, algo más profundo que el mero nerviosismo que cualquier chica podría sentir ante una propuesta de matrimonio.
—Lena —dijo finalmente, rompiendo el silencio—. Sé que estás pasando por un momento difícil. ¿Quieres hablar de ello?
Lena levantó la mirada y vio la preocupación en los ojos de su madre. Sabía que podía confiar en ella, que la entendía mejor que nadie.
—Mamá, Aiden me pidió que me case con él —dijo, su voz apenas un susurro.
Sofía se quedó en silencio por un momento, asimilando lo que su hija acababa de decir.
Aunque la noticia la sorprendió, sabía que no debía mostrar la emoción que sentía por dentro. En lugar de eso, asintió con calma.
—¿Y cómo te sientes al respecto? —preguntó con suavidad.
Lena soltó un suspiro tembloroso, sintiendo que las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos.
—Estoy asustada, mamá. Todo ha sucedido tan rápido. Hace unas semanas, ni siquiera sabía que existía, y ahora… ahora él quiere que me case con él.
Sé que me ama, y yo también siento algo por él, pero no sé si estoy lista para esto. No sé si estoy lista para aceptar.
Sofía se levantó de su silla y rodeó la mesa para sentarse al lado de Lena, tomando sus manos entre las suyas.
—Lena, entiendo que todo esto es abrumador —dijo con suavidad—. Has pasado toda tu vida pensando que tenías control sobre tu propio destino, y ahora te enfrentas a algo que parece estar fuera de tu control.
Pero quiero que recuerdes algo: el destino puede ser algo poderoso, pero también es flexible.
Lo que sientas por Aidan y lo que él siente por ti es real, pero eso no significa que tengas que apresurarte en tomar decisiones. Lena. Lena levantó la mirada, pensando en las palabras de su madre.
—Aidan me dijo que no hay prisa, que podemos tomarnos el tiempo que necesite —dijo—.
Pero también siento que, cuanto más tiempo pase, más difícil será para mí aceptar lo que somos.
Sofía acarició suavemente el cabello de Lena, tratando de reconfortarla.
—El amor no siempre es fácil, hija. A veces, es aterrador y desafiante. Pero si realmente amas a Aidan, si crees que él es la persona con la que quieres pasar el resto de tu vida, entonces vale la pena enfrentar esos miedos.
Sin embargo, la decisión final es tuya. Solo tú puedes decidir si estás lista para dar ese paso.
Lena cerró los ojos y dejó que las lágrimas cayeran por sus mejillas. Sabía que su madre tenía razón, que la decisión de casarse con Aidan era algo que solo ella podía tomar.
Pero también sabía que no quería perderlo, que el solo pensamiento de estar sin él la llenaba de un vacío indescriptible.
Después de un largo momento, Lena tomó una decisión. Levantó la mirada hacia su madre y asintió lentamente.
—Quiero estar con él —dijo, su voz firme a pesar de las lágrimas—.
Quiero casarme con Aidan. Sofía sonrió con ternura y abrazó a su hija con fuerza.—Entonces sigue tu corazón, Lena.
Si Aidan es lo que quieres, lucha por él. Y recuerda, no estás sola. Estoy aquí para apoyarte en cada paso del camino. Lena sintió que un peso se levantaba de sus hombros.
Aunque todavía había dudas y miedos dentro de ella, la decisión de casarse con Aidan la llenaba de una extraña sensación de paz.
Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero estaba dispuesta a enfrentarlo, siempre que Aidan estuviera a su lado.
Mientras tanto, en otro rincón del territorio de la manada, Serena se encontraba en su casa, su rostro estaba manchado de lágrimas y su mirada estaba perdida en la ventana.
La rabia y la desesperación llenaban su corazón. No podía aceptar que Lena estuviera con Aidan, que ella, la chica que había creído destinada a ser la Luna de la manada, ahora fuera desplazada por alguien más.
—¡No es justo! —gritó nuevamente, golpeando con su puño la pared.
El dolor físico no era nada comparado con el dolor emocional que la atormentaba.
Su padre, Marcas, un hombre de mirada dura y calculadora, entró en la habitación al escuchar los gritos de su hija.
Al verla en ese estado, su expresión se suavizó un poco.
—Serena, cálmate —dijo, acercándose a ella—. No puedes dejar que te vean así.
Tienes que mantener la calma te lo dije anoche.
—¡¿Cómo puedes pedirme que me calme, padre?! —exclamó Serena, volviéndose hacia él con los ojos llenos de lágrimas—.
¡Aidan me pertenece! ¡Yo debería ser su Luna, no esa… esa intrusa!
Marcas suspiró y puso una mano sobre el hombro de su hija.—Lo sé, Serena.
Sé lo que esto significa para ti. Pero no podemos perder la cabeza ahora. Hay otras maneras de manejar esta situación.
Marcas la miró con una expresión calculadora.
—Aidan es el Alfa de la manada, y como tal, su Luna debe ser aceptada por todos.
Acabo de lograr que la mitad del consejo se ponga de tu lado, lo que quiere decir que Lena no es aceptada por la manada.
El consejo la rechaza, Aidan no tiene otra opción que elegir a otra Luna… y esa Luna tú.
Serena abrazo con fuerza a su padre sintiendo una renovada emoción.
—¿Pero cómo vamos a conseguir que él me elija a mí ? —preguntó—. Todos saben que Lena es su compañera destinada.
Marcas sonrió de manera astuta.—Eso es cierto, pero también saben que una Luna debe ser alguien fuerte, alguien que pueda liderar a la manada junto a su Alfa.
El consejo sabe que Lena no es apta para ese rol, y quién tú eres una mejor opción, entonces la balanza está a tu favor.
Ya plante semillas de duda, e hice que Lena parezca inadecuada para el papel de Luna.
Serena asimiló las palabras de su padre, sintiendo que una nueva esperanza comenzaba a crecer en su interior.
—Haré lo que sea necesario —dijo finalmente, su voz llena de determinación—.
No permitiré que Lena me quite lo que es mío por derecho. Su padre asintió con satisfacción.
—Eso es lo que quería escuchar, hija. Juntos, haremos que Aidan y el resto de la manada vean que tú eres la única opción posible para ser su Luna.