Cuando Sophie Dubois, una joven de 25 años con dependencia emocional, comienza a sospechar la infidelidad de su esposo, Ricardo Conti, su mundo se desmorona. Sophie hace de todo por mantener su matrimonio, preparando cenas a las que su esposo no llega. En vez de eso, él se dedica a recalcar que Sophie ha desmejorado su aspecto.
Decidida a salvar su matrimonio, Sophie acude a una terapia de pareja aconsejada por su mejor amiga. Sin embargo, el terapeuta que la recibe no es quien dice ser.
Lorenzo Moretti, un mujeriego y adinerado empresario de 30 años adicto al trabajo, se hace pasar por su hermano, el terapeuta, cuando este no llega. Desde el momento en que ve a Sophie, él se siente atraído por ella.
A través de las falsas terapias, él intenta que Sophie aprenda a amarse a sí misma y deje la dependencia que tiene hacia Ricardo. Entre risas, lágrimas y situaciones inesperadas, Sophie deberá decidir si vale la pena luchar por un amor que la ha traicionado o es momento de volver a amar
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Explicando
"Sophie, dime algo, por favor, háblame, grítame, haz lo que quieras, pero no te cierres, por favor". Lorenzo suplica, su voz cargada de desesperación. Sophie niega con la cabeza, las lágrimas corriendo por su rostro.
"Tú… No eres doctor… Tú no eres…" Su voz se quiebra y solloza, su cuerpo temblando.
"No lo soy, pero te juro que mi intención no era mala. Yo solo quise ayudarte, jamás me aproveché de las terapias, jamás te obligué a tomar decisiones. Siempre fuiste tú, Sophie, tú fuiste la valiente". Lorenzo intenta calmarla, pero Sophie sigue respirando de manera acelerada, alterada e impactada por la noticia.
"¿Te puedes ir, por favor? No… "Quiero estar sola". Sophie llora, sintiendo que se ahoga.
"No, no me iré. Si quieres, acuéstate, descansa, pero no me voy hasta verte bien. Quiero que me grites y me golpees, pero necesito verte bien.
"Leonardo… Bueno, Lorenzo, o como te llames, esto es mucho para mí. Siento… No sé, que perdí a mi terapeuta, a mi amigo, a… Sophie se corta, llorando.
"No, Sophie, no me perdiste. Aquí estoy, habla conmigo. No soy terapeuta, pero puedo estudiar eso si quieres, o te llevo con mi hermano; es muy buen doctor. Gracias a que siempre me hacía terapia sin que se la pidiera, pude ayudarte". Lorenzo le toma las manos, tratando de transmitirle calma.
"Estoy aquí y no me iré. Soy tu amigo si lo quieres, o lo que quieras que sea, pero háblame, suelta todo, Sophie". Lorenzo trata de convencerla para que no se quede callada, pues sabe que es peligroso en su estado.
"No sé qué decir ni sentir, tú no eres Leonardo". Sophie se ríe entre lágrimas.
"Pensé que estabas casado y… No sé cómo sentirme ahora.
"Ahora todo cuadra. Nunca me volviste a cobrar, las cenas muy caras, las terapias en lugares extraños, la fulana terapia experimental; nada de eso era verdad. Fui una idiota" Sophie se lleva las manos a la cara, avergonzada.
"Detente, no más insultos para ti misma". El idiota y mentiroso soy yo, no tú, Sophie". Lorenzo le toma la cara con ambas manos, mirándola a los ojos.
"Lo único falso aquí es que no soy doctor. Y sí, esa terapia experimental no existe, o tal vez sí, porque debería existir. Te sentías tan libre, relajada, eras tú misma. Por favor, no te juzgues más". Lorenzo pega su frente a la de ella; sus respiraciones se mezclan, el corazón de Sophie latiendo a mil por hora.
"No sé qué pensar. Siento que te burlaste de mí porque soy manipulable y patética, así como Ricardo me vio la cara haciéndome creer que era yo la del "problema de infertilidad". Lorenzo niega una y otra vez con la cabeza.
"Lo que hice está muy mal, no debí mentirte, pero no me compares con ese idiota". Él te mintió con saña para dañarte, pero yo lo hice para ayudarte. "Perdóname, por favor". Lorenzo se ve afligido, preocupado, nervioso; no la quiere perder.
"¿Entonces, el trabajo con Alejandro fue solo por lástima?" ¿Estoy allí solo por ti? Sophie lo mira con ojos llenos de dolor. Lorenzo abre los ojos. Eso que dice es un golpe para él; siente que aún le falta camino para estar segura de sí misma.
"No, Sophie. Yo solo le enseñé tu trabajo y él decidió. Yo te quería en mi empresa, conmigo, a mi lado, en el mismo escritorio que yo trabajo, porque no quiero estar lejos de ti y porque eres impresionante en lo que haces y lo sabes". Lorenzo alza la voz, firme, queriendo que ella entienda.
"Fuiste la mejor de tu clase, te graduaste con honores e hiciste trabajos antes de graduarte. Tú sabes que eres buena. Todo este tiempo trabajando en tu autoestima, y aún lo dudas. Eres maravillosa y una excelente arquitecta. ¿O piensas que todos los clientes satisfechos que te felicitan también son pagados por mí? Lorenzo está alterado; no quiere que Sophie se cierre y, por lo que ve, está a punto de hacerlo.
"¿Cómo te sentirías tú si te enteras de que te han mentido así?" Sabes cómo me siento, como un mal chiste, no sé qué pensar". Sophie suelta estas palabras, su voz temblando. Lorenzo se acerca a ella, sujetándola de la cintura, quedando frente a frente, a centímetros de distancia.
"Todo lo que hice fue también por egoísmo, lo reconozco. "Te vi hermosa, dulce, con esos hermosos ojos azules", Lorenzo habla mientras acaricia su rostro con ternura.
"Me dije a mí mismo que serías para mí, pero no te quería así, frágil, tímida, insegura. Necesitaba ver qué había detrás de tus lágrimas, conocer a la mujer fuerte y que ella me pateara o me aceptara. "Por eso jamás intenté nada, Sophie", Lorenzo se sincera, su voz cargada de emoción.
"Jamás quise burlarme de ti, solo quería que dejaras a ese idiota antes de saber que era el mismo imbécil que ya detestaba". Sophie frunce el ceño de nuevo; la incógnita en su rostro es evidente. Lorenzo la observa y le responde.
"Sí, Sophie, conozco al tarado de Ricardo. Es prepotente, egoísta, juega sucio en los negocios y siempre anda acompañado de diferentes mujeres. Es mi competencia, o al menos eso cree él. Somos demasiado buenos para creer que alguien nos puede dañar", Lorenzo explica, y Sophie sigue escuchando, sus ojos llenos de confusión.
"Esto no tiene nada que ver con Ricardo. Yo escuché de lo que te hacía ese imbécil y quise ayudarte. Supe que era él cuando me dijiste su nombre y apellido. Esto es real, Sophie, tú también me has cambiado". Lorenzo se sienta en la cama y, con un movimiento rápido, deja a Sophie sentada en su regazo.
"Así estás más cómoda, y como yo lo veo, esto es lo más cerca que te tendré después de que no me quieras volver a ver". Lorenzo habla mientras le quita un mechón de cabello de la cara.
"Perdón, Sophie, lamento haberte mentido. No me arrepiento, eso sí. Lorenzo dice con una sonrisa de lado.
"No lo hago porque sé que te ayudé. No quiero que Ricardo venga y te diga que te usé. Tú no eres un objeto para usar. Tú piensas y sabes que no te he manipulado, y no dejes que él tampoco lo haga". Sophie está allí, solo escuchando, con algunas lágrimas en su rostro.
Sophie, yo era un mujeriego, adicto al trabajo, muy serio y hasta ogro para mis empleados, y tú me cambiaste también. "Sabes todas las tonterías que he hecho para hacerte reír". Esta vez, Sophie sonríe.
"Así te molestes conmigo y me odies, no le cuentes a nadie de nuestra terapia de roles", Lorenzo dice, y Sophie suelta una risa. Ella recuerda cuando Lorenzo se apareció con un maletín lleno de disfraces, y el primero que sacó era un personaje que debían interpretar. A Sophie le tocó de policía, capitana de barco y hasta jueza. A él le tocó de princesa, de un gato vestido de rosa y de bailarina.
"Eso fue muy cómico. Ese día pensé que tal vez no eras doctor". Sophie se suelta a reír.
"Tú me pones así de loco y no me importa porque fue el día que te enteraste de que no eras la del problema y necesitabas de mucha risa". Sophie solloza un poco y Lorenzo le limpia las lágrimas.
"Y… Entonces, ¿qué tienes que decir de todo esto? ¿Me odias? Sophie niega con la cabeza.
"No eres casado" dice, y Lorenzo se ríe.
"No, no lo soy". Lorenzo sonríe al decirlo.
¿Eso es todo lo que dirás? Pregunta y Sophie se vuelve a reír.
"Casi entré en crisis cuando lo creí así, me alegra que no lo seas" dice y Lorenzo suspira como si estuviese soltando una mochila de mil kilos.
"Pero sigo muy molesta contigo, así que no es tan fácil". Él asiente una y otra vez y la vuelve a besar. Esta vez el beso es más prolongado y más necesitado y viene cargado de miles de emociones.