Tras su muerte, Martina despierta en un cuerpo que no era el suyo y en un mundo antiguo regido por la nobleza. Ella ahora es la emperatriz, Iris Dorni, una joven desdichada de una novela trágica, en la que Iris fue obligada por sus padres a casarse con el emperador y que en su noche de bodas fue obligada a consumar la unión, esto ocasiono que ella sintiera un profundo odio por el hijo que dio a luz y finalmente, Iris murió sola sin poder olvidar su desdicha.
Pero ahora, Martina conociendo la historia está dispuesta a cambiar todo, ella conoce la verdad tras los hechos, por lo que demostrara que todo lo sucedido es por culpa de sus padres y se esforzara en ser una buena madre para su hijo y así evitar que los tres tengan una vida llena de soledad, ¿podrá esta nueva Iris cambiar su destino?
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Capítulo 7
Capítulo 7
Sin darme cuenta cuanto tiempo habrá transcurrido, mientras admiraba y tal vez se me derramaba un poquito la baba por el emperador, los guardias volvieron acompañados de la doncella que me había gritado y amenazado, la culpable de que esos mismos guardias que la traían ahora a ella, me trajeran a mí un rato antes. Por suerte, para mí, yo no había sido arrastrada de la misma manera que ella.
Los guardias traían a la mujer a las rastras hasta donde estaba el emperador, gritaba que la soltaran, que le estaban haciendo daño y se iban a arrepentir porque ella no había hecho nada malo, que no merecía ser tratada de esa manera.
Cuando llegaron a donde estábamos nosotros dos, los soldados la soltaron muy bruscamente, lo que provocó que ella cayera hacia adelante de rodillas. El golpe que se dio en las rodillas, me dolió hasta a mí, incluso hice una muecha por el dolor.
La doncella se quejó del dolor, pero como pudo se levantó y me miró de forma desafiante, como si yo fuera la culpable de que ella fuera traída de esa forma y que la hayan arrojado así, como si fuera basura.
Volteando la vista hacia el emperador, quien la miraba de forma enojada, su expresión cambió y le habló con una vos muy dulce, nada quedó del rastro de enojo y prepotencia de hace unos segundos mientras le hablaba a los guardias y me miraba a mi. No, a el emperador lo miraba solo con dulzura, como si fuera el caramelo más sabroso que existiera en el mundo y ella tendría que probarlo.
-Su majestad, esos guardias me han tratado muy mal, llegaron hasta la cocina donde estaba yo trabajando y me trajeron aquí sin decirme que es lo que pasaba, me tomaron de los brazos con mucha fuerza y me trajeron a las rastras.
Sin demostrar nada en su expresión, el emperador habló con ella con voz dura.
-Me he enterado del incidente de hace un rato en mis jardines, por eso te mandé a buscar.
-Si su majestad entiendo. Claro que testificaré en contra de esta mujer tan insolente. Se atrevió a entrar a los jardines que son solo para la emperatriz sin permiso de usted.
Dijo la maldita, haciendo que me voltee para verla a la cara, de lo sorprendida que estaba por esa información.
-Dime, ¿qué fue exactamente lo que paso?
-Yo la vi ahí, me acerqué a decirle amablemente que se tenía que ir y ella me agredió. Luego me empezó a insultar y a decir que le iba a quitar el lugar de su esposa a la emperatriz y en eso empecé a gritarle que se fuera y los guardias llegaron y les dije que ella estaba ahí sin autorización y entonces se la llevaron para traerla ante usted, mi señ...
-Ja ja ja. En verdad que te armaste una buena historia, sirvienta estúpida. Me he cansado de escuchar todas las mentiras que están saliendo de tu boca.
Le digo completamente indignada por todas las mentiras de esa mujer.
-No es mentira su majestad, temo que le quiera hacer daño a la emperatriz si no se le castiga. Esta mujer tal vez es capaz de hacerle daño y también podría querer hacerle daño al pequeño príncipe y todo para que usted se meta con...
Ahora sí que me enojó esta mujer, sin dejarla terminar la frase tan estúpida que estaba por decir, me acerco y la golpeo con mi puño en todo su rostro. La doncella cae al suelo por la fuerza de mi golpe. Se empieza a quejar, pero no le dejo que diga nada más cuando me tiro sobre ella a tirarle de los cabellos como dios manda.