Lyra Blackwood es ultrajada por el hombre que creía amar que además es su mate, Pero este que no quiere nada con aquella niñita, la rechaza, Pero no contento con eso también la humilla y maltrata, por lo que lyra vuelve a casa y piensa en vengarse de todos.
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Tu hija es mi luna
En el despacho, Caelan observaba a Magnus con expresión sombría mientras el fuego de la chimenea proyectaba sombras danzantes en las paredes. Los conflictos con las manadas fuera de los límites de Heredon comenzaban a escaparse de su control, y aquello no podía permitirse. El alfa respiró profundamente antes de hablar.
—Por ahora están contenidos, pero no quiero sorpresas más adelante —dijo con firmeza, cruzando los brazos frente al pecho.
Magnus asintió, el ceño fruncido en señal de acuerdo.
—En eso coincido contigo. Los renegados y solitarios siempre han sido un problema para Heredon, pero esta vez parece más organizado. Debemos prepararnos para cualquier cosa. El Norte debe saber lo que ocurre.
Caelan ladeó la cabeza, reflexionando sobre las palabras de Magnus.
—Alaric es obstinado, pero estoy seguro de que no ignorará esto. Si ve que también afecta a su gente, acudirá en nuestra ayuda para proteger el legado de paz y unión. Sin embargo, Helena… dudo que podamos contar con ella. Los elfos son reacios a colaborar con razas distintas a la suya. Además, su conflicto con Alaric y los magos oscuros complica aún más las cosas.
Magnus asintió nuevamente.
—Nos prepararemos para lo peor. Pero tienes razón: Alaric, aunque testarudo, es un buen guerrero. Vendrá cuando entienda la magnitud del problema.
Caelan suspiró, dejando que el peso de la conversación reposara en el aire unos momentos. Su mirada se posó en Magnus, y decidió abordar un tema que había estado evitando.
—He encontrado a mi Luna. Pero creo que no va a gustar.
Magnus levantó la vista, sorprendido por el cambio de tema.
—¿Tu Luna? —repitió, con una mezcla de sorpresa y curiosidad—. ¿Y por qué habría de no gustarme?
Caelan dejó escapar una leve sonrisa, juguetona, casi traviesa.
—Porque puede que te afecte más de lo que crees.
Magnus soltó una carcajada, cruzando los brazos frente a su pecho.
—¡Vamos! ¿Cómo podría afectarme algo tan grandioso? Si es tu Reina Luna, será perfecto para todos. Es motivo de celebración. La Diosa Luna nunca te dejaría sin compañera.
Caelan se recostó en su silla, observando el rostro de Magnus con aire casi divertido.
—Cierto, pero si te afecta, no quiero quejarías después.
Magnus rió con más fuerza, intrigado por la actitud de su alfa.
—¡Habla de una vez, muchacho! La intriga me está matando.
Caelan se inclinó hacia adelante, dejando caer la bomba con voz tranquila, pero cargada de significado.
—Mi Luna es Lyra, tu hija.
El aire en la habitación pareció congelarse. La sonrisa de Magnus se desvaneció, reemplazada por una expresión rígida y seria. Los ojos del hombre buscaron los de Caelan, como si quisieran confirmar lo que acababa de escuchar. Finalmente, su voz rompió el silencio.
—La Diosa Luna te ha entregado a mi hija…
Caelan asintió con serenidad, manteniendo la mirada fija en Magnus.
—Tu hija es hermosa, Magnus. Puedes estar tranquilo. Seré el mejor compañero que pueda tener.
Magnus lo miró con una mezcla de preocupación y desconfianza.
—Lyra ha sufrido ya demasiado. Solo te lo preguntaré una vez, Caelan. ¿La amas?
El alfa frunció el ceño, visiblemente confundido por la pregunta.
—¿Amarla? Es la primera vez que la veo. Me siento atraído por ella, como cualquier macho por su hembra. Pero llamarlo amor ya es demasiado. Me casaré con Lyra, es mi Luna, mi Reina. Pero amar… Amar no está en mis planes. Y lo sabes.
Dentro de su mente, la voz de su lobo resonó con una carcajada grave y burlona.
"Vaya, vaya… Qué gran mentiroso te has vuelto, bribón."
Caelan rodó los ojos, ignorando a la bestia en su interior.
Magnus, sin embargo, no estaba satisfecho con la respuesta. Dio un paso al frente, mirando a Caelan con intensidad.
—Solo te pido una cosa: trátala como un caballero. Lyra ya fue rechazada por su anterior compañero y sufrió mucho. No quiero que pase por algo similar, o peor. Te respeto como mi alfa, pero si la lastimas, Caelan, me tendrás a mí y a mi manada como enemigos. Y créeme, no querrás eso.
Caelan se puso de pie, su aura imponente llenando la habitación.
—Ten cuidado con tus palabras, Magnus. Que seas uno de los mejores alfas del reino y alguien estimado por mi tía, incluso por mí, no te da derecho a hablarme así.
Magnus no se inmutó, su rostro permaneció inquebrantable.
—Solo es una advertencia. Mi hija es lo único que me queda de mi amada. Y si no he arrancado la cabeza de Lucian es porque Lyra no me lo permite.
El nombre de Lucian hizo que Caelan enarcara una ceja.
—¿Qué le hizo Lucian a Lyra? —preguntó, tratando de ocultar el enojo que comenzaba a arder en su interior.
Magnus apretó los dientes antes de responder.
—Lucian era su anterior compañero. La rechazó y no contento con eso, la maltrató. La dejó al borde de la muerte.
El lobo de Caelan rugió en su interior, lleno de ira. Esta vez no había burla en su voz, solo un deseo feroz de venganza.
"Esa escoria… Lo quiero. Déjame destrozarlo. Lo despellejaré y haré picadillo."
Caelan respiró hondo, controlando el impulso de dejar que su bestia tomara el mando. Sus ojos brillaron con una promesa oscura mientras miraba a Magnus.
—Lucian ya tiene los días contados. Y una cosa más: no vuelvas a compararme con esa bestia. Yo soy un asesino en el campo de batalla, Magnus, pero jamás haré pasar a Lyra por algo así.
Magnus lo observó durante un momento antes de asentir lentamente. Ambos hombres sabían que lo que se avecinaba cambiaría todo, pero también que Caelan cumpliría su promesa. Nadie volvería a lastimar a Lyra, no mientras él respirara.