Rebecca Holter es una mujer cuarentona que tuvo que terminar de criar sola a sus hermanos.
Antoine Dumont es un hombre lobo sexy y vanidoso que tendrá que aprender a amar, más allá de las apariencias.
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Una deliciosa conejita
A todos nos llega la hora del goce, Gretta Laforie parece no ser la excepción a esta regla. Jamás pensó que encontraría a su mate, mucho menos que la diosa Luna la bendijera con un bomboncito de casi 2 mts de altura, tan serio e imponente. Los bellos de la nuca de la hermosa pelinegra se erizaban cada que James la miraba con anhelo, sí, un anhelo que ni él mismo entendía porque hasta hace unos instantes le encantaba la rubia que hablaba fascinada con el francés. Irónicamente no se sentía culpable por su actuar, total, la rubia estaba más que encantada con Dumont.
- ¿Y, desde cuándo se conocen usted y la señorita Holter? - pregunta con su delicada voz acentuada por un francés que lo hacía reaccionar en su eje.
- Desde hace poco más de dos meses, pero nos hemos vuelto amigos - la pelinegra hizo un gesto que no supo interpretar - ¿Y usted con el señor Dumont?
- Digamos que crecí viéndolo, ya él era adulto cuando yo apenas era una cachorrita.
- ¿Cachorrita? - pregunta extrañado.
- ¡Oui! - responde sensual.
Por otra parte se encontraban Fanny y Jacques parecían un par de tontos enamorados, ella con rostro colorado y él con una sonrisa bobalicona. Sus miradas y suspiros lo decían todo, el mundo deja de existir cuando ambos están juntos.
- Extraño verte en la oficina, sí tan solo decidieras regresar para ser mi asistente, personal - hace énfasis en la última palabra.
- Pero el señor Dumont me dijo que no me quería ver por allí - dice cabizbaja - yo también lo extraño mucho.
Los presentes podían ver los corazones flotar en el aire, alrededor de esos dos.
El panorama no era el mismo para Becca y Antoine quien había hecho un comentario, un tanto salido de eje.
- Este lugar podría ser mejor, sí yo le invierto...
- No podría ser mejor, ya es perfecto porque es justo como lo soñé.
- Señorita Holter, no lo tome a mal, pero aún faltan detalles.
- Lo que falte yo podré agregarlo.
La vena aorta del lobo quería reventar por la terquedad de esa mujercita que lo estaba desesperando. Si bien, los lobos siempre quieren que sus parejas tengan lo mejor y ese lugar era una auténtica pocilga para lo que él estaba acostumbrado. Aunque debe confesar que el café es increíble.
- No desmerito su trabajo y esfuerzo, pero usted puede tener más si lo desea.
- Lo único que quiero, le puedo apostar que usted no me lo dará.
- ¡Pruébeme! - dice seguro de si mismo.
El corazón de Becca está apunto de sufrir un paro, al imaginarse lo que nunca antes se imaginó por estar metida de lleno en la crianza de sus hermanos y su trabajo.
- Estaría más que dispuesto a darle todo cuanto usted deseé si eso quiere.
Esas simples palabras, arrojan descargas por todo su cuerpo, provocando que su aroma se intensifique y desprenda un olor dulzongo.
''Quiero saborearla aquí mismo'' - habla Eon, muy excitado.
''Debemos aguardar un poco, ella es un delicioso banquete'' - afirma Antoine.
- Sus ojos... ummm - señala Becca.
- ¿Mis ojos? - claro que sabe lo que pasa con ellos, pero aún no puede revelar quién es - ¿Le gustan? - su voz es pícara.
- Olvídelo... - seguro que el vino hizo efecto ya.
Las horas pasaron entre risas y charlas, uno que otro lector feliz, la banda que tocó varias canciones a gusto de los asistentes a la inauguración.
- Deseo que por favor toquen Have you ever really loved a woman? - mientras pide la canción no quita su mirada de la rubia vestida de rojo - Caperucita, el lobo puede devorarte - le susurra cerca al oído.
Este hombre era más atrevido de lo que pensaba, aunque realmente eso no le molestaba porque había un algo inexplicable que la atraía hacia él. Él era la luz y ella era una polilla que necesitaba del calor de esa luz, qué importa que sus alas se quemen en el intento de acercarse.
La canción suena deliciosamente, llenando los oídos de Rebecca quien tiembla de un placer nuevo.
- ¿Bailaría conmigo? - Antoine le extiende la mano.
- ¿Aquí? - mira que todos la observan expectantes.
- Es el momento - la rubia toma su mano.
Sus cuerpos se unen que aún con ropa, encajan perfectamente, la mano del lobo milenario se apodera de la cintura de Becca, quien posa sus manos sobre los hombros del francés. Pese a ser una mujer alta, él le saca demasiada diferencia de estatura.
Eon aulla de felicidad porque puede oler y sentir a su bellísima Luna, no hubiera hecho reparo en no haber sido el primero, porque también la hubiera amado perdidamente. Pero el hecho de ser el primero, le daba un plus a la situación; ella es solo suya.