La vida de Loreta Rosietti, cambiara por completo de un día para el otro, cuando siendo ella la única testigo en presenciar el asesinato de su jefe tiene que buscar al hijo ilegitimo de este, para que se haga cargo de la compañía y le brinde su protección. Con el pasar de los días ella descubrirá que el señor O'Connor no solo era un ceo importante sino el jefe de la mafia y todo lo que parecía ser legal era solo una fachada para ocultar su verdadera identidad. Sin embargo no solo se verá envuelta en varios infortunios a medida que conoce a su protector si no que ni siquiera se imagina que el destino la pondrá de nuevo frente a un hombre que por años intentó olvidar y por el cual guarda mucho rencor o al menos eso cree.
Con tal de vengarse de su ex prometido ella hará una alianza con su nuevo jefe, pero los sentimientos que despiertan ambos hombres en ella hará que caiga en una red de confusión de la que es muy difícil salir.
NovelToon tiene autorización de Lola Lu para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo N°2
Loreta seguía aferrada al picaporte, deseaba cerrar la puerta y refugiarse en la cocina, sin embargo una fuerza superior la mantenía en ese lugar siendo testigo de todo. Los gritos continuaron por varios minutos hasta que al fin cesaron y solo se escuchó la risa de su jefe retumbando en la oficina, de repente dejó de reír y dijo con seriedad.
—¡Vete, vete como la rata que eres y dile a tu jefe que no vuelva a insistir con lo mismo!
—¡Te arrepentirás de todo esto! ¡Has cavado tu propia tumba y lo sabes! —amenazó el hombre misterioso, levantando la voz, haciendo que retumbe las palabras en toda la sala.
—¡No me amenaces, no sabes con quien te mentiste, tu jefe es solo un insecto comparado conmigo! —respondió a viva voz el ceo.
— ¡Bueno, ese insecto te tiene preparada una sorpresa y espero que la disfrutes! —comentó con orgullo y sintiéndose victorioso.
—¡Largo, ya perdí mucho tiempo escuchando tus tonterías! —ordenó Lewis.
En ese instante la puerta de cristal de la sala de juntas se abrió de par en par y azotando una de las hojas, haciendo temblar el vidrio templado, el hombre de tapado gris, lentes oscuros que había llegado sin cita previa salió del lugar. Con una media sonrisa sarcástica en su rostro se detuvo en el pasillo y girando sobre sus talones fingió sostener un arma en su mano y apuntó hacia la oficina.
— ¡Hoy te mueres, viejo decrépito! —susurró.
Estaba a punto de alejarse cuando se percató que la secretaria no estaba en su escritorio, cerrando sus puños con fuerzas, maldijo en otro idioma, esa mujer era una amenaza, había visto su rostro y lo mejor era que sus hombres también acaben con ella. Con pasos firmes se dirigió al ascensor, casi que al mismo tiempo que de este salían dos hombres vestidos de negro, en sus cabezas llevaban pasamontañas para proteger sus identidades y al pasar cerca del hombre misterioso inclinaron un poco sus cabezas en forma de reverencia mostrando respeto. Una vez que el supuesto ceo ingresó al habitáculo de metal y descendió por el mismo, los hombres abrieron sus tapados y dejaron a la vista dos armas de gran porte.
Loreta estaba hipnotizada, inmóvil, su retina no se apartaba de esos dos hombres, entonces como si fuera una máquina sin emociones prestó atención a cada detalle. El andar de ambos era seguro, preciso y hasta parecían militares por su forma de marchar al unísono. Mirando para todos lados y apuntando sus armas se dirigieron al despacho de su jefe interrumpiendo de forma abrupta la conversación que Lewis mantenía con su mano derecha y su jefe de seguridad.
Por instinto Loreta cerró nuevamente la puerta casi al mismo tiempo que en todo el lugar, se sintió una balacera, de manera automática cubrió sus orejas con ambas manos para proteger sus oídos. Con desesperación observó la acogedora cocina, en busca de un escondite, sabía que si esos hombres la veían no dudaría en terminar con su insignificante vida. De repente se dio cuenta que solo había un lugar en donde esconderse y sin pensar abrió el compartimento donde por lo general dejaban la basura de todo el piso, hasta que el sábado a la mañana pasaba a recogerla la empresa recolectora de residuos. En el pequeño compartimiento solo había una bolsa, ella se metió en el clóset implorando que nadie se le ocurriera revisar, estaba incómoda, le costaba respirar, así que abrió nuevamente la puerta sacó la bolsa y la dejó lo más cerca posible de la puerta. Por la ranura observaba el exterior de la cocina y tratando de no hacer ningún ruido permaneció inmóvil implorando a todos los dioses protección.
Unos minutos más tarde la puerta de la cocina se abrió de golpe y ella contuvo el aliento al ver que uno de los hombres se acercaba a la taza, miraba la marca de su lápiz labial y con una media sonrisa pronunció.
— El café sigue caliente, revisemos todo el lugar, no puede haber testigos o el jefe nos matará —dijo tirando el contenido de la taza a la bacha—. Hay una señorita escondida en este lugar y será muy divertido jugar con ella antes de acabar con su asquerosa vida.
— Entendido, pero creo que sí alguien vio o escuchó algo, ya debe estar muy lejos de aquí, solo un tonto se quedaría en la escena de un crimen —opinó el hombre más pequeño, restando importancia al asunto.
El hombre más robusto y serio que parecía tener el mando de la situación acortó la distancia que los separaba y tomando el cuello de su acompañante le gritó.
—¡El jefe fue bastante claro en ordenar que no dejáramos clavos sueltos y creo que aquí falta una pieza importante! —dijo de repente y señalando el escritorio de Loreta, entonces aclaró—. ¡Falta la secretaría de ese infeliz y seguramente vio a Igor, así que será mejor que busques algo, cualquier cosa que nos diga quién es esa mujer o donde vive! —ordenó.
— Está bien, pero suéltame de una vez por todas, me estás ahorcando.
El hombre soltó a su compañero y ambos salieron de la cocina, con movimientos torpes comenzaron a revolver todo a su paso, destruyendo las pocas pertenencias que tenía la joven secretaria sobre la mesa. De repente la sirenas de la policía alertaron a los delincuentes y uno de ellos dijo
—¡Lo mejor es que le omitamos el detalle de la secretaria al jefe y salgamos de aquí! —sugirió uno de los malhechores.
— Muy bien, salgamos de aquí después de todo, ya realizamos nuestro trabajo. Ese maldito y sus hombres murieron como gusanos aplastados por mi arma —comentó el líder del equipo.
— La policía se acerca. Vamos antes que nos encuentren — sugirió el más pequeño con nerviosismo, pero entonces al mirar debajo del escritorio sonrió ampliamente, dio unos pasos y se inclinó un poco para tomar el bolso de la secretaria entre sus manos y pronunciar con satisfacción—. ¡Mira tengo su cartera, seguramente habrá una pista!
— ¡Muy bien enano, ahora sí larguémonos de aquí!
Ambos hombres salieron del edificio por la puerta de servicio para evitar las cámaras de seguridad, entonces se subieron a su automóvil y se alejaron a toda prisa para evitar a la policía que estaba a solo una cuadra de la compañía.
Loreta continuaba encerrada en la oscuridad del gabinete, con temor a salir y ser descubierta por esos malvivientes, sin embargo el silencio era tal a su alrededor que casi podía oír el palpitar de su agitado corazón retumbar en el pequeño compartimiento. Llenándose de valor tomó el picaporte y con manos temblorosas giro de él, abriendo con sigilo la puerta del compartimiento, la luz de la cocina encandiló sus ojos y la hizo parpadear insistentemente hasta que al fin se acostumbraron a la claridad. La puerta estaba abierta, y desde ahí podía ver que en la sala de juntas predominaba el silencio y una luz titilaba hasta que finalmente se apagó por completo entonces susurro..
— ¡Tú puedes Loreta, tú puedes, debes ver si alguien sobrevivió!—se animó, dándose el valor necesario para avanzar.
Parada en medio del pasillo, mientras se abrazaba a sí misma intentando calmar sus nervios y exhalando todo el aire de sus pulmones que había reprimido por varios minutos haciendo que su pecho duela. La secretaria se obligó a arrastrar sus pies hasta el despacho e ingresar a la sala, donde solo unos minutos atrás se llevaba a cabo la reunión con ese hombre misterioso que le infunde pavor.
hay ese hombre, aunque me pegue me embarace y me abandone esta rebueno