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Me Case Con Mi Ex Esposo

Me Case Con Mi Ex Esposo

Status: En proceso
Genre:Casarse por embarazo / Malentendidos / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Madre por contrato
Popularitas:7.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Daricha0322

¿Qué pasa cuando la vida te roba todo, incluso el amor que creías eterno? ¿Y si el destino te obliga a reescribir una historia con el único hombre que te ha roto el corazón?

NovelToon tiene autorización de Daricha0322 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPITULO 2

El globo azul de Martín se desinfló por completo a la mañana siguiente, quedando como un guiñapo arrugado sobre la alfombra de su despacho. Ana lo miró con una punzada en el pecho: la metáfora perfecta de su estado de ánimo.

Había pasado la noche en vela, no por el dolor físico que ya sentía como una parte más de su anatomía, sino planificando. Si iba a luchar, lo haría sola. Si iba a morir, lo haría lejos de la memoria feliz de su hijo y de la confianza de su esposo.

La primera excusa fue una obra maestra de la lógica empresarial: "Una fusión de emergencia. Necesito trabajar desde casa, sin distracciones, concentrada solo en los números. Solo serán unas semanas, cariño."

Daniel, que esa mañana olía a su colonia favorita y a café recién hecho, tragó el anzuelo. No del todo convencido, pero sin sospechar la verdad.

"¿Estás segura? Sabes que mi equipo y yo podemos ayudarte. Es por eso que tenemos una empresa, Ana, para ser un equipo," insistió Daniel, mirándola con esa mezcla de admiración y leve reproche que solía usar cuando ella se excedía en su ambición.

"No, Daniel. Esto es delicado. No quiero que nadie, absolutamente nadie, toque estos archivos. Es una negociación personal." Ella sonrió, forzando un brillo en los ojos que solo la adrenalina del miedo podía darle.

Él se encogió de hombros, respetando el límite que ella siempre ponía en su trabajo. "De acuerdo, jefa. Pero al menos, baja a cenar. Y dame un beso de verdad antes de que me vaya, ¿sí?" ella se sonríe ante la petición de su amado esposo le dolía no poder contarle la verdad, ese fue el último beso "de verdad".

Una vez que Daniel y Martín se fueron, la casa de tres pisos se convirtió en una prisión. Ana reorganizó su vida:

El Tratamiento Secreto: Las citas médicas eran un juego de malabares con el calendario de Daniel. Las terapias y la quimioterapia inicial eran "reuniones secretas con socios suizos." El dolor que dejaban los medicamentos era solo "estrés laboral" ante el que se excusaba de las cenas y las noches de intimidad.

El Aislamiento Físico: Dejó de ir al gimnasio, de organizar los brunches de los sábados, de recoger a Martín de la guardería. Su confinamiento era la única forma de garantizar que nadie viera la verdad en sus ojos o en el color ceniciento de su piel.

El Muro Emocional: Cuando Daniel volvía a casa, ella ya estaba en su "oficina" (su despacho cerrado). Sus diálogos se volvieron telegramas: "¿Ya cenaste?" "¿Cómo te fue con Martín?" El contacto físico se limitó a un beso apresurado en la mejilla.

Pasaron las primeras seis semanas y la brecha entre ellos se hizo un abismo.

Una noche, Daniel se paró en el marco de la puerta de su despacho, con una botella de vino en la mano y la luz suave del pasillo.

"¿Podemos hablar, Ana? Cinco minutos. Dejemos de hablar de archivos. Hablemos de nosotros."

Ella se sobresaltó. Había estado mirando el informe de su oncólogo. Rápidamente lo cerró, como si fuera pornografía.

"Estoy muy ocupada, Daniel," contestó con un tono brusco que la sorprendió incluso a ella. Intentaba sonar profesional, pero sonó distante.

"¿Ocupada o molesta?" Daniel frunció el ceño. "Desde el cumpleaños de Martín estás... fría. No compartes, no me miras. Ya sé que la empresa es importante, pero nuestro matrimonio lo es más. ¿Qué está pasando?"

Ana sintió un arrebato de rabia, una válvula de escape para el miedo. Si supieras lo que estoy pasando, si pudieras sentir este nudo de terror... Pero la rabia se transformó en culpa, y la culpa, en la necesidad de alejarlo.

"No pasa nada, Daniel. Estoy harta. Harta de ser la que equilibra todo en esta casa, harta de que asumas que mi trabajo es menos importante que el tuyo. Necesito este espacio, ¿no lo entiendes? Necesito aire."

Ella lo vio retroceder. Sus ojos, normalmente llenos de calidez, se llenaron de una confusión dolorosa. Ella había dicho "espacio", y él había escuchado "adiós".

"De acuerdo," dijo Daniel en voz baja, la botella de vino aún colgando de sus dedos. "Te daré espacio. Pero no me pidas que entienda el silencio. Porque eso, Ana, sí que me está matando." sus palabras fueron como dagas a su corazón pero ella sabía lo que estaba provocando las cosas no iban muy bien ni había mejora y lo mejor era alejarlos a ellos del sufrimiento.

Ella se dedicó a luchar contra la muerte en el más absoluto secreto. Daniel se dedicó a llenar ese vacío, quedándose cada vez más tiempo en la empresa.

Ella se había convertido en un fantasma en su propio hogar, una sombra que evitaba el espejo y la luz. Estaba ganando la batalla contra la enfermedad, pero estaba perdiendo la guerra por su vida.

Unos meses después, en un intento desesperado por reconectar, Daniel le dejó una nota sobre la almohada:

“Una noche. La he reservado en el restaurante de siempre. Vente, te espero a las ocho. Por nosotros.”

Ana leyó la nota con el corazón encogido. Daniel estaba tendiendo un puente. Ella lo sabía. Pero ese día, la fiebre post-tratamiento la había golpeado con tal violencia que apenas podía levantarse. Estaba débil, con el pelo empezando a caerse en pequeños mechones y el cuerpo agotado.

Miró el reloj. Faltaban veinte minutos para las ocho. Se tocó el cuello, la delgadez de sus huesos. No podía ir. Daniel se daría cuenta de que estaba enferma. Daniel sentiría lástima.

Y la lástima era lo último que quería para él.

Se puso el pijama, encendió la televisión y se obligó a dormir. No respondió a la nota.

A las once y media, Daniel regresó. Ella fingió dormir profundamente. Él se detuvo en la puerta del dormitorio, sin encender la luz. Podía sentir su presencia pesada y dolida.

Él no dijo nada. No la despertó. Ella escuchó la ducha y, un rato después, la puerta del cuarto de invitados cerrarse con un clic suave y definitivo.

Ana hundió el rostro en la almohada, sintiendo un dolor mucho más agudo que el de su enfermedad. Ella había cavado la tumba de su matrimonio para salvar a su esposo, y él, finalmente, había dado el primer paso para abandonarla.

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Rosa Maria Gonzalez
muy bueno. me hizo caer una lágrima!
ana
Excelente te atrapa, muy pero muy bonita la historia tiene de todo. La super recomiendo
Maredys Marquez
son muy tontos 🙄🙄 no hay nada más bonito que ese tiempo con el recién nacido 🥰🥰 y juntos
Claudia Patricia Cruz Saa
Ana ciertamente Daniel te engaño, pero ése hombre te ama y te lo ha demostrado con hechos date una nueva oportunidad de recuperar tu familia ése rencor no te dejará nada bueno
neumidia ruiz
el amor lo puede todo ,Ana debe permitirse ser feliz si lo ama está tribulación debe hacerlos más fuerte y unidos , menos el maduro
ana
En las buenas y más en las malas
ana
De su parte lo veo egoísta xq la familia tiene q estar junta
ana
Me esta gustando gracias 🥰
Maredys Marquez
uuhhhmmm....🤔🤔 pero no me gusta la actitud de Ana demasiado yo puedo yo hago a veces hay que dejarce ayudar para eso es la pareja y el compañerismo los dos cometieron errores
Mary Ney
Es una realidad de una enfermedad muy bien narrada
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