NovelToon NovelToon
Debajo del Piso 32 – Un Romance Prohibido

Debajo del Piso 32 – Un Romance Prohibido

Status: Terminada
Genre:CEO / Romance / Yaoi / Secretario/a / Reencuentro / Romance de oficina / Grumpyxsunshine / Completas
Popularitas:434
Nilai: 5
nombre de autor: jooaojoga

Thiago Andrade luchó con uñas y dientes por un lugar en el mundo. A los 25 años, con las cicatrices del rechazo familiar y del prejuicio, finalmente consigue un puesto como asistente personal del CEO más temido de São Paulo: Gael Ferraz.
Gael, de 35 años, es frío, perfeccionista y lleva una vida que parece perfecta al lado de su novia y de una reputación intachable. Pero cuando Thiago entra en su rutina, su orden comienza a desmoronarse.
Entre miradas que arden, silencios que dicen más que las palabras y un deseo que ninguno de los dos se atreve a nombrar, nace una tensión peligrosa y arrebatadora.
Porque el amor —o lo que sea esto— no debería suceder. No allí. No debajo del piso 32.

NovelToon tiene autorización de jooaojoga para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 2

Thiago no era feo, de eso estaba seguro.

Pero su belleza nunca fue fácil, nunca fue obvia. Era el tipo de rostro que llamaba la atención dos cuadras después, cuando la memoria visual finalmente entendía lo que había allí: ojos oscuros que parecían guardar demasiados secretos, un maxilar marcado, cejas firmes y una cicatriz casi invisible en la ceja izquierda, que le daba un encanto involuntario.

Tenía 1,86 m de presencia silenciosa. Hombros anchos, piel morena de quien creció bajo el sol de verdad y un cuerpo definido en la medida en que la rutina ajetreada lo permitía, no de gimnasio, sino de entrega, carrera y cansancio. Era guapo como quien nunca ha tenido tiempo de darse cuenta de que lo es.

Vestía una camisa blanca de manga doblada, pantalón de vestir negro y zapatos recién lustrados. El reloj sencillo en su muñeca contrastaba con los Rolex que pasaban a su alrededor en el ascensor. Pero estaba allí. En el piso 32. Listo o no.

Las puertas del ascensor se abrieron y todo olía a dinero. Vidrio templado, piso de mármol, muebles minimalistas en tonos de gris y blanco. El silencio allí era un lenguaje propio.

Una mujer rubia, con un moño apretado y andar preciso, vino hacia él.

—¿Eres el nuevo asistente? —preguntó, sin sonreír.

—Sí, lo soy. Thiago Andrade.

—Soy Clarissa, secretaria ejecutiva del doctor Ferraz. Por ahora, responderás ante mí. Cuando él quiera hablar contigo, lo dejará claro.

Thiago asintió, pero su estómago ya daba señales de ansiedad.

Clarissa le entregó una carpeta. —Aquí están tus horarios, códigos de acceso, procedimientos internos. Al doctor Ferraz le gusta el café sin azúcar, las reuniones de máximo 30 minutos y la puntualidad casi quirúrgica.

—¿Casi?

Ella sonrió, por primera vez. —Él es quirúrgico. Solo dije "casi" para que no te desmayes del miedo.

Antes de que pudiera responder, una puerta de vidrio se abrió al final del pasillo.

Y Gael Ferraz apareció.

Traje gris oscuro a medida, 1,92 m de postura impecable, barba sin afeitar y una mirada que parecía atravesar el tiempo. Caminaba como quien tenía el mundo a sus pies. Y, en cierto modo, lo tenía.

Se detuvo a pocos pasos de Thiago, mirándolo desde arriba, con ojos fríos, pero atentos.

—Viniste —dijo, como si estuviera sorprendido.

—Vine —respondió Thiago, firme.

—Tienes coraje, al menos. Veremos si tienes competencia.

Y sin esperar respuesta, se dio la vuelta y entró en su oficina.

Clarissa le lanzó una mirada de quien quería decir "buena suerte", pero ya sabía el resultado.

Thiago respiró hondo. Era solo el comienzo. Pero ya podía sentir que ese hombre iba a ser el mayor desafío de su vida.

Y tal vez… el más peligroso también.

Gael Ferraz no contrataba por impulso.

Desde los 22 años, cuando asumió el control de Ferraz Tech tras la muerte prematura de su padre, aprendió a tomar decisiones con la cabeza, nunca con el corazón. El mundo corporativo no daba espacio para sentimientos, dudas o distracciones. Y él era bueno en eso. Frío, rápido, eficiente.

Fue por eso que, cuando vio a Thiago entrar en la sala de entrevistas el día anterior, su primera reacción fue de desdén.

Camisa barata, zapatos de segunda mano, mirada dura. No se parecía a ninguno de los asistentes que ya tuvo, todos moldeados, domesticados, entrenados. Thiago parecía… crudo. Salvaje.

Y, aun así, lo contrató.

Ahora, sentado en la silla de cuero italiano de su oficina, Gael observaba al joven a través de la pared de vidrio espejado, mientras él recibía orientaciones de Clarissa.

—Es muy alto —murmuró para sí mismo, como si eso explicara algo.

1,86. Casi de su altura. Pero lo que llamó su atención no fue eso.

Fue la forma en que Thiago lo miró. Sin adulación. Sin miedo aparente. Como si viera algo más allá de la fachada de CEO.

Eso lo incomodó.

Gael salía desde hacía tres años con Helena. Médica, guapa, inteligente, la pareja ideal para un hombre como él. Tenían planes, estabilidad, cenas de apariencias, una rutina cómoda. Nunca tuvo dudas sobre su orientación sexual, nunca necesitó tenerlas. Las mujeres siempre fueron su zona segura, predecible. Controlable.

Pero Thiago…

Había algo en ese muchacho. No era solo belleza, aunque él era, de hecho, extraño de mirar. Guapo, pero de un modo que desafiaba los patrones. El tipo de belleza que incomoda porque no suplica por aprobación. Estaba allí, firme, silenciosa, casi arrogante en su propia autenticidad.

Gael se sorprendió encarando su reflejo en el vidrio de nuevo. La forma en que caminaba. Cómo hablaba poco. Cómo parecía cargar un peso mayor de lo que su edad permitía.

Y aquello… atraía.

“Estás cansado, Gael”, pensó. “Es solo curiosidad. Nada más”.

Pero la verdad es que por primera vez en mucho tiempo, sentía algo que no sabía nombrar. Y eso lo dejaba irritado. Mucho.

Se levantó de repente y salió de la oficina.

Al pasar por Thiago, vio de reojo la curva de su maxilar, los ojos firmes, la forma en que sostenía la carpeta, como si todo en la vida dependiera de aquello.

¿Por qué me mira así?, pensó. Como si me desafiara sin decir una palabra.

Volvió a su mesa, abrió el notebook y se forzó a hundirse en los números del mercado internacional. Necesitaba control. Necesitaba orden.

Pero Thiago Andrade ya se había instalado en una parte de su mente que no aceptaba órdenes.

Y Gael odiaba perder el control.

1
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play