En un pequeño pueblo rodeado de montañas, Ana, una joven arqueóloga, regresa a su hogar tras años de estudios en la ciudad. Al descubrir un antiguo diario en el desván de su abuela, se ve envuelta en una misteriosa historia familiar que se remonta a la época de la guerra civil. A medida que desentierra secretos enterrados y enfrenta los ecos de decisiones pasadas, Ana se da cuenta de que el pasado no solo define quiénes somos, sino que también tiene el poder de cambiar nuestro futuro. La novela entrelaza el amor, la traición y la búsqueda de identidad en un relato conmovedor donde cada página revela más sobre los secretos que han permanecido ocultos durante generaciones.
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Capítulo 2: Revelaciones en el Diario
Ana no podía dejar de pensar en lo que había leído en el diario mientras compartía una taza de té con su abuela. La calidez de la bebida contrastaba con la inquietud que sentía en su interior. Cada sorbo la acercaba más a los secretos que había descubierto, pero también la llenaba de preguntas.
—¿Qué has encontrado, querida? —preguntó su abuela, observando a Ana con una mezcla de curiosidad y preocupación.
Ana dudó por un momento. No quería asustarla ni hacerla revivir viejos recuerdos dolorosos. Pero sabía que era hora de abrirse.
—He encontrado el diario de mi bisabuela —dijo finalmente—. Habla sobre la guerra y... sobre nuestra familia. Hay muchas cosas que no conocía.
El rostro de su abuela se tornó serio, como si las palabras de Ana hubieran desencadenado una tormenta de recuerdos. Se acomodó en su silla, y Ana pudo ver cómo su mente viajaba a épocas pasadas.
—Tu bisabuela vivió tiempos difíciles —comenzó a relatar—. La guerra trajo mucho dolor, pero también amor y esperanza. Su historia está entrelazada con la de este pueblo, y hay cosas que nunca he compartido contigo porque pensé que era mejor dejar el pasado atrás.
Ana sintió un nudo en el estómago. La curiosidad la consumía, pero al mismo tiempo temía lo que podría descubrir.
—¿Por qué no me contaste antes? —preguntó, casi en un susurro.
—Porque algunas historias son pesadas —respondió su abuela con una mirada profunda—. A veces, es más fácil vivir sin saber lo que ocurrió. Pero si has encontrado el diario, quizás sea hora de que conozcas la verdad.
Con esas palabras, Ana sintió que se abría una puerta hacia un mundo desconocido. A medida que avanzaba la tarde, su abuela comenzó a relatar anécdotas sobre su bisabuela, historias llenas de valentía y sacrificio.
—Ella fue una mujer fuerte —dijo su abuela—. Se enfrentó a muchos desafíos por amor y por proteger a su familia. Pero también tomó decisiones que cambiaron el rumbo de nuestras vidas para siempre.
Ana escuchaba atentamente mientras cada palabra resonaba en su corazón. La imagen de su bisabuela cobraba vida ante sus ojos: una mujer valiente atrapada en un tiempo turbulento.
Después de varias horas conversando, Ana decidió regresar al desván para seguir leyendo el diario. Su abuela le dio una mirada comprensiva y le sonrió antes de dejarla sola con sus pensamientos.
Subiendo las escaleras nuevamente, Ana sintió una mezcla de emoción y temor al abrir el diario otra vez. Las páginas estaban llenas de relatos sobre amores prohibidos entre familias rivales y decisiones difíciles tomadas en momentos críticos. Los nombres eran familiares pero extraños; algunos eran los mismos que había escuchado en las historias de su abuela.
Una entrada especialmente llamó su atención:
*"La noche del 15 de julio de 1936 marcó un antes y un después en nuestras vidas. El sonido del cañón resonó en el aire como un eco aterrador... Nunca imaginé que mi amor por Mateo me llevaría a tomar decisiones tan dolorosas."*
Ana sintió un escalofrío recorrerle la espalda al leer esas palabras. ¿Quién era Mateo? ¿Qué decisiones había tomado su bisabuela? La curiosidad la llevó a seguir leyendo, pero cada frase parecía profundizar más en un misterio del que no estaba segura si quería formar parte.
De repente, un ruido proveniente del piso inferior interrumpió sus pensamientos. Era un sonido familiar; el timbre del teléfono antiguo sonando insistentemente. Sin pensarlo dos veces, Ana bajó las escaleras rápidamente para atender la llamada.
Al levantar el auricular, escuchó una voz familiar al otro lado:
—¿Ana? Soy Clara, tu amiga del colegio. ¡No puedo creer que estés de vuelta!
Ana sonrió al escucharla; Clara siempre había sido una amiga incondicional. Sin embargo, había algo más urgentemente presente en sus pensamientos: los secretos del pasado que necesitaban ser desenterrados.
—Hola, Clara —respondió Ana—. ¡Es genial escuchar tu voz! Estoy aquí por unos días... ¿Podríamos vernos?
Mientras conversaban sobre los planes para el día siguiente, Ana se dio cuenta de que necesitaba compartir lo que había encontrado con alguien más; alguien que pudiera ayudarla a comprender lo que estaba sucediendo con su familia.
La conversación terminó con promesas de verse pronto, y mientras colgaba el teléfono, Ana sintió una determinación renovada. Sabía que debía seguir explorando las páginas del diario y descubrir todo lo relacionado con Mateo y los secretos familiares ocultos.
Con cada paso hacia ese nuevo capítulo de su vida, se sentía más conectada con sus raíces y más ansiosa por desentrañar las verdades escondidas detrás de los ecos del pasado.