Alianza Y Sangre

La iglesia estaba decorada con un lujo que Luca consideraba innecesario, pero era lo que Dimitri había insistido que se necesitaba. Para la mafia rusa, las apariencias lo eran todo, y esta boda debía ser vista como un espectáculo, un recordatorio para todos los presentes de que las familias Ivanov y De Santis ahora estaban unidas. Luca observó cómo las luces de los candelabros se reflejaban en los costosos mármoles del altar, mientras los invitados entraban con discreción, mafiosos y aliados de ambos bandos.

Aún no podía creer que estaba a punto de casarse con Anya Ivanova. Su mirada se dirigió hacia el final de la nave de la iglesia, donde Dimitri, vestido con un elegante traje negro, charlaba con algunos de los hombres más peligrosos de Europa. Luca sabía que aquella ceremonia era más política que emocional. Y eso le recordaba exactamente por qué lo estaba haciendo.

Anya aún no había aparecido, y el silencio en la iglesia parecía espeso, como una presión constante sobre sus hombros. Luca ajustó su corbata con nerviosismo, aunque no era su estilo mostrar ninguna clase de incomodidad. Su madre había intentado convencerlo de que una boda con amor verdadero era lo más importante, pero en este mundo, el amor era un lujo que pocos podían permitirse.

Finalmente, la música cambió, y las puertas se abrieron. Anya apareció, caminando con paso firme. No había en su rostro ninguna señal de nerviosismo. Al contrario, lucía segura de sí misma, como si esta fuera la culminación de un sueño largamente acariciado. Su vestido blanco, adornado con perlas y encajes, contrastaba con la ferocidad en sus ojos azules.

Luca se obligó a mantener la compostura mientras Anya avanzaba hacia él. No podía dejar de notar que, aunque aún veía rastros de la niña malcriada que solía seguirlo a todas partes, ahora había algo diferente. Algo que no había visto antes. Una determinación en su expresión, una especie de madurez que quizás había subestimado. Sin embargo, eso no cambiaba nada. Para él, esto era solo un contrato más, otro trato para proteger su territorio.

Dimitri la entregó en el altar con un gesto solemne, y Luca extendió su mano, uniendo la suya a la de Anya. La ceremonia comenzó, pero Luca apenas podía escuchar las palabras del sacerdote. Todo lo que oía era el eco de la advertencia de Dimitri en su mente: "Esto no es solo un matrimonio, Luca. Es una alianza. Fallar en esto sería nuestra perdición."

Cuando el sacerdote dijo: "Puedes besar a la novia", Luca dudó por un segundo. Anya lo miró, esperando. Sabía que para los invitados, este beso sellaría la alianza que habían venido a presenciar. No era el momento de dudar. Luca se inclinó hacia ella, tocando apenas sus labios con los suyos, un beso frío, mecánico, como si fuera parte de una transacción.

Pero en ese instante, algo cambió. Anya lo besó con una intensidad que Luca no esperaba. No era solo una formalidad para ella. Era un desafío. Un recordatorio de que ella no era la niña que él había ignorado todos estos años. Al separarse, sus miradas se encontraron, y Luca sintió una punzada de incomodidad. Anya estaba jugando un juego que él aún no comprendía del todo.