Entre La Razón Y La Piel

~Liam

___________

Últimamente, Camile no dejaba de preguntarme constantemente si algo me pasaba, y aunque seguí negándolo hasta el final no terminaba de ser convincente para ella, porque volvía a incurrir en la misma interrogante. No podía ser que estuviera siendo tan obvio.

No lograba olvidarme de ese incidente, aún tenía la imagen fresca en mi cabeza, y peor todavía; Allison la tenía almacenada en su celular. Eso era lo que más me dejaba inquieto, me carcomía ¿y qué si en un arrebato se le daba por publicarlo? No podía sacarlo de mi cabeza. No había estado durmiendo ni pensando bien, sentía que me tenía chantajeado sin siquiera saberlo, un chantaje que tal vez solo existía en mi mente, pero que no por eso era menos real. Por esa razón evité su presencia tanto como pude, pero la presión no desaparecía.

—No entiendo qué está pasando contigo —dijo Camile con suavidad, una vez más. Una de las tantas veces que me había repetido la pregunta esa semana.

Su voz me sacó de mis pensamientos, algo dispersos.

—¿Ahora por qué lo preguntas?

—Allison... —"Allison, Allison". El universo no se sabía otro rollo más que esa chiquita mimada. Su nombre era una campana resonando en mi cabeza—. No te enojes, pero sabes que ella es la encargada de pasar el registro de algunas notas de tu facultad —¿Y eso qué? A menos que—. Y dijo que habían disminuido notablemente. —Esa desgraciada—. Siento que hace unos días estás algo perdido, ¿tienes algún problema con el que yo pueda ayudar?

Apreté los dientes. Una cosa es que tuviera acceso a mis calificaciones, lo que de por sí ya me molestaba profundamente, pero había aprendido a ignorar. Otra muy distinta es que lo usara también para difamarme y divulgarlo por el campus. Eso ni siquiera estaba permitido y ya estaba cruzando una línea.

—Estoy... solo estoy algo distraído. Nada más.

—Sí, yo lo sé, pero, ¿distraído con qué exactamente? —insistió con una voz cálida—. Mira, igual sabes que puedo escucharte, capaz te pueda servir de algo.

¿Ayuda de una psicóloga en potencia? ¿Así de mal estaba?, ¿necesitaba ayuda psicológica?. El pensamiento se coló en mi cabeza, rápido y venenoso.

—Es que tengo algunas cosas en mente, pero te juro que no es nada muy importante. Lo superaré después.

Grabé en mi memoria las palabras de Camile y lo que me había acabado de confesar. Ya me había quedado callado la primera vez que Allison metió la pata al perder documentación importante que me correspondía y yo me llevé toda la culpa. Pero esta vez era diferente, se estaba metiendo con algo más personal, no iba a estar en paz hasta no enfrentarla por haber divulgado información académica que, se suponía, era confidencial.

Aunque eso significaba que mi situación se había vuelto obvia, que ella se había dado cuenta y no sabía si podría encararla.

—Lo cierto es que sí me preocupa un poco tu comportamiento —dijo en tono apagado, casi tímido.

—Yo estoy bien, Camile —Bien jodido. Igualmente, le mentí, y para reforzar mi farsa le dediqué una sonrisa—. Tú deja de preocuparte por mí.

Y sí quería que lo hiciera, tal vez había cometido otro error al acercar a Camile a mí esos últimos días, en un intento egoísta de mantener algún tipo de soporte emocional, y ahora no quería que interpretara mal mis aproximaciones en su cabeza. No lo digo de mala forma, pero sentí que estaba empezando a confundir las cosas. Caí en cuenta de esto en el momento en el que se empezó a acercar innecesariamente a mí, gestos pequeños que podrían parecer insignificantes, pero para mí eran claros.

Con todas esas ideas rondando por mi mente, recordé a la arpía de Allison de nuevo, intentando acercarse demasiado con esas formas cargadas de intenciones, y la incomodidad me invadió nuevamente. Era como si ambas jugaran a estas cosas de manera inesperada y no me daban tiempo de reaccionar muy bien. Incluso llegué a pensar en un momento de paranoia que estaban confabulando contra mí, pero no era posible, lo descarté. Al menos no era así por parte de esta chica, de la otra ni hablar.

—¿Me prometes que si las cosas que te molestan se empiezan a poner peor, me lo dirás? —inclinó la cabeza.

Su voz era tan delicada, queriendo rodearme con su tono para que pudiera ceder, que no sabía cómo sentirme. No quería concebirlo pero un pensamiento intrusivo se infiltró y me hizo percibir con fastidio su insistencia, y a seguir creyendo que tal vez me estaba manipulando esa aguda voz a conveniencia para atraerme. Pero nunca fui grosero. Algo en mí sabía que no era justo pensar así y que en realidad solo quería ayudar, y solo solté un suspiro. Me estaban envolviendo en cosas que no quería en contra de mi voluntad.

No dejé que mi molestia se notara en el sonido de mi voz.

—Sí, te lo diré. Solo deja de… presionarme tanto, ¿está bien?

Movió la cabeza lentamente en un gesto de afirmación.

La interacción me había dejado agotado, me quitó el apetito. Miré mi plato, todavía quedaba suficiente comida en él que tuve que obligarme a empujarla hacia mi boca.

......................

Antes de terminar el día fui en busca de esa niña para no seguir postergándolo. Tenía que aclarar las cosas de una buena vez. Sabía que tenía turno en el despacho del maestro de filosofía, por lo que fui directamente allí, abriendo la puerta sin permiso, para encontrarme con un Morales que estaba extrañamente cerca de ella cuando me vio entrar.

—¿No sabe tocar, señor Liam? —diji con voz afilada ¿Y por qué habría de tocar? ¿Estaba interrumpiendo algo?—. ¿Qué necesita? —preguntó en un tono que jamás había usado conmigo. Parecía estar molesto.

—Solo quería hablar con Allison un momento —respondí, esforzándome por parecer indiferente.

—Como verá —caminó hacia mí lentamente, dejándome pensar que buscaba una especie de intimidación, como si intentara defender algo más—, la señorita Rizzo está ocupada ahora mismo —hizo un gesto con la mano para que me fuera, lo cual me molestó más—. Por favor, vuelva luego.

Parecía que mi presencia no era más que una inconveniencia.

—Bien. Volveré luego entonces —respondí sin refutar, sintiendo un sabor amargo.

Me di media vuelta y me fui, y salí del despacho. Se apresuró a cerrar la puerta, casi con demasiada fuerza, tan pronto como eso pasó.