Mirella, una joven de 21 años, hija de la empleada de la familia Morety, recién graduada como técnica en enfermería, se ve prácticamente obligada a cuidar de Valentim Morety, quien, tras un terrible accidente, decidió aislarse en su finca.
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Capítulo 4
Al día siguiente por la mañana, una de las empleadas de la casa del Sr. Morety llama a la granja para avisarle a Mirella que su madre se había enfermado y que estaba en el hospital haciéndose exámenes.
Mirella se preocupó y le dijo a Guadalupe que se iba, pero desafortunadamente no había ningún coche allí para llevarla. Guadalupe aconsejó a Mirella que esperara hasta que tuvieran noticias de su madre.
De repente, suena el timbre.
Mirella: ¡Qué susto con esa cosa!
Guadalupe: Probablemente es la hora del baño del Sr. Valentín, debe estar necesitando que le preparen la ropa. La enfermera Kassandra le ayudaba cuando trabajaba aquí.
Mirella: No quiero verlo desnudo, Guadalupe, nunca he visto a un hombre desnudo.
Guadalupe: Tendrás que enfrentarlo, Mirella.
Mirella: Me niego.
El timbre vuelve a sonar.
Mirella: Ve tú, Guadalupe, dile que estoy ocupada, no sé, inventa algo.
Guadalupe se dirige a la habitación de Valentín, con las piernas temblorosas.
Llega a la puerta, que está abierta.
Guadalupe: Señor, es que... la chica, Mirella, está en el huerto recogiendo algunas verduras, ¿puedo ayudar?
Valentín: ¡No! Tú no puedes ayudar, ahora ve, ¡dile que venga ahora! ¡No la contraté para recoger nada!
Guadalupe: ¡Sí, señor! La mujer sale apresurada.
Guadalupe llega a la cocina aterrorizada.
Guadalupe: Creo que es mejor que vayas tú, Mirella, está muy irritado.
Mirella se dirige a la habitación de Valentín, con el cuerpo temblando de miedo.
Mirella: ¡Buenos días, señor!
Valentín está de espaldas a la puerta cuando oye la voz de Mirella.
Valentín: ¡Sólo si es para ti, irresponsable! ¿Por qué no trajiste la medicina anoche de madrugada?
Mirella: Ah, señor, perdón, me quedé dormida y no escuché el despertador. Mirella habla atropellando las palabras.
Valentín se gira hacia Mirella.
Valentín: ¡Ve a buscar mi medicina, irresponsable! ¡Ve!
Mirella sale corriendo hacia la cocina, al llegar, Guadalupe la ve asustada.
Guadalupe: ¿Qué cara traes, Mirella?
Mirella: No voy a soportar a este infeliz gritándome.
Guadalupe: Él es así, Mirella, hay días que se despierta perturbado.
Mirella: ¿Dónde está la medicina del infeliz?
Guadalupe coge la caja de la medicina y se la da a Mirella.
Mirella toma la medicina y un vaso de agua y vuelve a la habitación.
Al llegar a la habitación, Mirella ve a Valentín sin camisa e intentando quitarse los pantalones.
Se queda paralizada en la puerta...
Valentín: ¿Te vas a quedar ahí parada?
Mirella: ¿Qué quiere que haga? Yo...
Valentín: ¡Ayúdame a quitarme los pantalones! ¡Deja de hacerte la tonta, Mirella!
Mirella coloca el agua y la medicina encima de la mesita de noche y se acerca a Valentín.
Valentín: ¡Quítame los pantalones! Habla exaltado.
Mirella, sin saber qué hacer, se agacha e intenta bajarle los pantalones, con mucho esfuerzo se los quita, con mucha vergüenza, se levanta y se aparta.
Mirella: ¿Eso era todo?
Valentín: Sí, sal de aquí si no quieres verme desnudo.
Mirella sale a pasos largos, aturdida, llega a la cocina.
Lupita: ¿Viste al lisiado desnudo, Mirella? Dice riendo.
Mirella: Por Dios, Lupita, no hables así.
Lupita: ¿Te da penita?
Mirella: No es eso, pero no podemos llamar así a una persona, le puede pasar a cualquiera, míralo, era un hombre guapo, rico, y está en esta situación.
Lupita: Sigue siendo arrogante, no ha aprendido nada con este accidente, ese hombre es muy malo.
Mirella: En eso estoy de acuerdo contigo, no ha aprendido nada. Lupita, ¿y su novia? ¿No viene a verlo?
Lupita: ¿Esa de allí? Sólo quiere su dinero, ¿te imaginas lo que quiere con este lisiado?
Mirella: ¿En serio? Pero antes del accidente parecían una pareja perfecta.
Lupita: Casi no viene, es muy difícil, ¿no crees que debería estar viviendo aquí para ayudarlo?
Mirella: Es verdad.
Guadalupe: Mirella, tu madre pidió que la llamaras. Guadalupe habla apareciendo en la puerta.
Mirella: Ah, sí, lo haré ahora mismo.
Mirella se acerca al teléfono fijo y marca el número de la mansión.
Mirella: ¿Mamá?
Joana: Mirella, hija mía, ¿cómo estás?
Mirella: Estoy bien, mamá, ¿y tú?
Joana: Mirella, necesito que vengas a la ciudad, necesito hablar contigo.
Mirella: ¿Qué pasa, mamá? ¿Te encuentras bien?
Joana: Ven y te contaré lo que está pasando, hija.
Mirella: Así me preocupas, ¿no podrías adelantármelo?
Joana: Ven cuando puedas, ¿de acuerdo? Ahora tengo que colgar.
Mirella se despide de su madre, se queda sentada unos minutos pensando qué es lo que su madre tiene que decirle.
Lupita: Mirella, ¿ha pasado algo?
Mirella: No lo sé, Lu, tengo que ir a la ciudad ahora, mi madre no está bien.
Lupita: Mmm, ¿crees que el jefe le dirá al chófer que te lleve?
Mirella: Voy a ver si el chófer me lleva sin tener que hablar con él.
Mirella va a ver al chófer, le pide que la lleve a la ciudad, pero el chófer le dice que necesita la autorización de Valentín.
Mirella no tiene otra alternativa que pedirle permiso a Valentín.
Llama a la puerta de la habitación, él no responde, al llamar de nuevo, grita.
Valentín: ¿Qué quieren?
Mirella: Soy yo, señor, ¿puedo pasar?
Valentín: ¡Entra!
En cuanto Mirella entra, se encuentra con Valentín con una toalla encima del regazo, intentando ponerse los calzoncillos, ella se gira y cuando va a cerrar la puerta...
Valentín: Ahora que estás aquí, tendrás que ayudarme.
Mirella: Pero señor, yo...
Valentín: Deja de hacerte la graciosa, como si nunca hubieras visto a un hombre desnudo. Entra y ayúdame. Es una orden.
Con mucha vergüenza, intentando no mirar a la cara a Valentín, Mirella se acerca y le ayuda a subirse los calzoncillos, por suerte la toalla le está tapando el miembro.
Valentín: Coge unos pantalones cortos del armario y una camiseta, cosa que ya deberías haber hecho.
Mirella va rápidamente a coger una camiseta y unos pantalones cortos.
Valentín: ¿Te vas a quedar con la ropa en las manos?
Mirella: Ah, voy a ayudarte.
Mirella le ayuda a ponerse los pantalones cortos, la camiseta se la pone él mismo.
Valentín: Para haber estudiado para enfermera, lo estás haciendo muy mal.
Mirella: Señor, necesito ir a la ciudad.
Valentín: ¿Acabas de llegar y ya quieres librar?
Mirella: Necesito ver a mi madre, creo que no está bien.
Valentín: De acuerdo, el chófer te llevará, en cuanto sepas lo que quiere tu madre, vuelves con él.
Mirella: Está bien.