Isabela es una enfermera experimentada, especializada en cuidados especiales, acostumbrada a tratar con pacientes en condiciones graves y delicadas. Cuando es contratada para cuidar a Renato, un joven que lleva 10 años postrado en cama debido a un accidente, enfrenta el trabajo con la seriedad y profesionalismo de siempre. Sin embargo, lo que comienza como una rutina tranquila de cuidados pronto toma un giro extraño. Isabela empieza a escuchar una voz misteriosa dentro del cuarto de Renato, pero al mirar alrededor, se da cuenta de que está sola con el paciente. Inicialmente escéptica sobre la posibilidad de que existan espíritus, se ve desafiante a enfrentar algo que no puede explicar. La voz parece dirigirse a ella, como si el propio Renato, en su estado inmóvil, fuera capaz de comunicarse de una manera que ella jamás imaginó posible. La enfermera se ve dividida entre su cordura y lo que parece una conexión sobrenatural. ¿Es víctima de un delirio, o Renato realmente está intentando hablar con ella, de una forma que trasciende la lógica médica? Día tras día, la línea entre lo real y lo inexplicable se vuelve más tenue, e Isabela debe enfrentar sus propios miedos y dudas para entender lo que está sucediendo.
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Capítulo 8
_ Renato, quiero que intentes recordar el día del accidente, ¿qué pasó ese día?, ¿qué hiciste tú?
_ Ese día tuve una discusión con mi madre, ella quería que yo me hiciera cargo de la floristería y yo no quería estar atrapado todo el día. Había logrado que una floristería de barrio se convirtiera en un punto de apoyo para otras floristerías, empezamos a vender a todo el estado y ella quería que me quedara allí todo el día. Yo estudiaba por la mañana y por la tarde quería divertirme.
_ Y después de esa discusión, ¿a dónde fuiste?
_ Tomé un helado con mi novia, mi amigo vino con su moto y me dijo: pruébala, acabo de cambiarle las ruedas, ahora parece una moto de carreras.
_ Continúa Renato, Renato, ¿estás ahí?
_ No me contestó, es hora del masaje, levanté la mesa y lo coloqué todo en la bandeja listo para que Julia se lo llevara, compré un aceite aromático para hacerle el masaje y proteger la piel y empecé por la cara.
_Renato voy a empezar a hacerte el masaje por la cara, este aceite que he comprado, la chica de la tienda ha dicho que es muy bueno para relajar y para evitar las escaras.
_Ahora haré fuerza en tu brazo, debías ser muy fuerte. Todavía puedo sentir tus músculos incluso después de 10 años postrado en la cama.
Estoy bajando por su pecho haciendo el masaje. Júlia llega, coge la bandeja, me mira, se acerca y le acaricia el pelo a Renato. Saqué tema de conversación.
¿Lleva usted muchos años trabajando en la casa?
_ Desde que nació Renato, cuando Dª. Aurora se quedó viuda, Renato tenía 4 años, ella entró en depresión y casi se muere. Lo único que la mantuvo viva fue su hijo.
_ ¿Y recuerda usted el accidente?, ¿pasó algo más ese día?
_ El accidente fue horrible, antes de chocar contra el poste, de destrozar la moto contra la pared de la escuela, atropelló a una persona, no recuerdo si era hombre o mujer, pero sé que la persona falleció en el hospital unos años después, recuerdo a Dª. Aurora comentando que debido a las secuelas la persona nunca más pudo trabajar.
_ Gracias, Júlia, puede irse ahora, cierre la puerta, quiero darle el masaje en las piernas ahora.
Julia salió y yo me quedé pensando que esa historia se parece mucho al accidente que hirió a mi madre, pero no puede ser. Mi madre me dijo que fue un coche el que la atropelló y que la persona que provocó el accidente falleció.
¿Me habrá mentido? Si me mintió, ¿por qué? ¿Estaré cuidando a la persona que acabó con la vida de mi madre?
_Renato, ahora te daré el masaje en la pierna, no sé a dónde fuiste, pero estoy empezando a entender algunas cosas de tu accidente.
Terminé el masaje y Renato no volvió, pensé que debía ser una locura mía, pero parece que ya terminó.
Me senté y estaba leyendo mi libro. La puerta de la habitación se abrió, entró un señor muy bien vestido y me saludó.
_ ¡Buenas tardes! Señorita, soy el médico de Renato, necesito hacerle unas pruebas y extraerle sangre para ver si está todo bien.
_ Buenas tardes, doctor, ¿por qué la prueba de sangre?
_ Porque puede desarrollar anemia, por tomar solo dieta líquida.
Ayudé al doctor a ver el estado físico de Renato, que está óptimo, y a extraerle la sangre.
_ ¿Cómo te llamas?
_ Isabela, soy enfermera titulada, especializada en pacientes encamados.
_ Tienes un nombre muy bonito, no tanto como tú.
_ Doctor, estoy trabajando.
_ Isa, si quieres dejar este trabajo, puedo conseguirte una plaza en el hospital, solo tienes que ser buena conmigo.
Oigo a Renato refunfuñar:
_. Pero qué cara más dura, ¿qué se cree que es? Viejo asqueroso, baboso, si yo no estuviera atrapado en esta cama, le haría tragarse esa sonrisita.
_ Váyase de aquí, doctor. Haré como si no le hubiera oído para no causar problemas, pero si vuelve a meterse conmigo, le arrancaré el palo y lo colgaré en la ventana para que todo el mundo lo vea.
_ Eres muy maleducada, solo te he ofrecido un trabajo.
Después de que el médico se fuera, volví a hablar con Renato.
_ ¿Has decidido volver? ¿Dónde has estado?
_ No sé explicártelo, cada vez que intento acordarme del accidente pasa esto, parece que algo me duerme, y dependiendo del recuerdo, me paso horas o días durmiendo.
_ Está bien, Renato, he conseguido averiguar una cosa más, ese día atropellaste a una persona, que resultó gravemente herida.
_ ¿Era mujer o hombre?
_ No lo sé, solo sé que resultó herida hasta el punto de no poder volver a trabajar.
_ Vaya, he destrozado la vida de alguien, fui inconsciente, inmaduro. Mi madre tiene razón, solo pensaba en mí, lo que tengo que hacer es quedarme aquí en esta cama, soy un monstruo.
_ No es para tanto, eras joven y no sabías que esto iba a pasar, y por lo que sé, tu madre ayudó a la persona hasta el final de su vida.
_ Eres estupenda, despídete y vete, no merezco que me ayuden.
_ No voy a ir a ninguna parte, y no me pareces tan malo.
_ Creo que era una mujer, puedo oír su grito.
_ Intentaré averiguarlo con tu madre.
_ Y si realmente maté a alguien, convencerás a mi madre de que debe desconectar las máquinas y dejarme morir.
