está es la historia de Betty una jovencita luchadora , positiva y humilde; que sin querer atrae la atención de un hombre que es lo opuesto a Betty.
Antoni Santino un hombre con cicatrices del pasado ,desconfiado y cerrado al amor.
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capitulo 2 : Encuentro inesperado
El sol apenas despuntaba cuando Betty salió de su pequeño apartamento en Hell's Kitchen, con una mezcla de nervios y emoción que revoloteaba en su estómago. Después de meses buscando empleo en su campo, finalmente había conseguido una entrevista para el puesto de secretaria en DESIGN NYC, una de las empresas más prestigiosas de diseño gráfico en el país. Sabía que era una gran oportunidad, aunque el puesto no era exactamente en su área, sería un excelente primer paso para acercarse a su sueño de convertirse en diseñadora gráfica profesional.
Betty se había levantado temprano para asegurarse de estar lista con tiempo. Había escogido con cuidado un conjunto sencillo pero profesional: una blusa blanca de botones, una falda azul marino que llegaba justo por debajo de las rodillas y unos zapatos negros de tacón bajo. Su cabello, como de costumbre, lo había atado en una coleta baja, y había aplicado un poco de brillo en los labios, lo suficiente para sentirse presentable sin perder su estilo natural y discreto.
La oficina central de DESIGN NYC estaba ubicada en un rascacielos imponente en el corazón de Manhattan. Al llegar, Betty observó la imponente entrada con una mezcla de admiración y temor. Respiró hondo y cruzó las puertas giratorias, dirigiéndose hacia la recepción donde una mujer elegantemente vestida la recibió con una sonrisa profesional.
—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarte? —preguntó la recepcionista.
—Tengo una entrevista para el puesto de secretaria con el señor James Victorino —respondió Betty, esforzándose por mantener la voz firme.
La recepcionista asintió y le indicó que tomara el ascensor hasta el piso 22, donde sería recibida por la asistente del vicepresidente. Betty agradeció y, con el corazón latiendo a toda velocidad, se dirigió hacia los ascensores. Cuando las puertas se abrieron, entró rápidamente y se colocó en una esquina, tratando de calmarse.
Al poco tiempo, el ascensor se detuvo en otro piso y un hombre joven y atractivo entró. Betty, inmersa en sus pensamientos, apenas levantó la vista, pero cuando lo hizo, se encontró con una figura imponente que destilaba confianza. Era Antoni Santino, el presidente de la empresa, aunque Betty, en su nerviosismo, no lo reconoció de inmediato.
Antoni, acostumbrado a captar la atención de todos los que lo rodeaban, notó a Betty de inmediato. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue su apariencia modesta y su postura retraída. Al observarla con sus papeles en la mano, Antoni esbozó una sonrisa burlona. No era la clase de mujer que normalmente llamaba su atención, pero algo en su timidez lo hizo querer burlarse un poco.
—¿Vas a una fiesta de disfraces? —comentó con tono irónico, mirando su atuendo sencillo.
Betty, que no estaba acostumbrada a recibir ese tipo de comentarios, se ruborizó instantáneamente y bajó la mirada, sintiéndose aún más fuera de lugar. El ascensor continuó subiendo y Antoni, al ver su reacción, no pudo evitar sonreír para sí mismo. La incomodidad de Betty le resultaba divertida.
—No, es una entrevista —murmuró ella, sin atreverse a mirarlo.
—¿Entrevista? —repitió Antoni, ahora con un interés más genuino, aunque todavía con una pizca de burla en su voz—. Bueno, mucha suerte. Tal vez te encuentres con alguien interesante hoy.
Las puertas del ascensor se abrieron en el piso 22 y Betty salió apresuradamente, sin responder al comentario de Antoni. Sentía que su corazón iba a explotar por la mezcla de emociones: la ansiedad por la entrevista, la sorpresa por el encuentro con ese extraño tan seguro de sí mismo y la vergüenza por su comentario.
Al llegar a la oficina de James Victorino, fue recibida por su asistente, quien la condujo a una pequeña sala de espera. Mientras aguardaba, trató de calmar sus nervios recordando todos los consejos que su madre le había dado la noche anterior. Después de unos minutos que le parecieron eternos, la puerta se abrió y James Victorino apareció. Era un hombre de unos treinta y tantos años, de aspecto serio pero afable.
—Betty Castillo, ¿verdad? —dijo con una sonrisa cordial—. Por favor, pasa.
Betty asintió y lo siguió hasta su oficina. Una vez sentada, James comenzó la entrevista de manera profesional, haciendo preguntas sobre su experiencia, su formación y sus habilidades. A medida que la conversación avanzaba, Betty empezó a relajarse. Sentía que estaba haciendo un buen trabajo al responder, y que sus años de dedicación finalmente estaban dando frutos.
James la escuchó atentamente, notando la honestidad y humildad que emanaba de ella. Aunque su apariencia no era la típica de las aspirantes al puesto, había algo en Betty que le resultaba refrescante, una autenticidad que no se veía todos los días. Después de una larga conversación, James cerró la carpeta con su currículum y le dedicó una sonrisa.
—Betty, me has impresionado. Creo que serías un excelente añadido a nuestro equipo —dijo—. Si estás de acuerdo, nos gustaría ofrecerte el puesto de secretaria en la vicepresidencia.
Betty apenas podía creer lo que escuchaba. Asintió emocionada, sintiendo que todo su esfuerzo y sacrificio habían valido la pena.
—¡Sí, claro! Estoy muy agradecida por esta oportunidad, señor Victorino —respondió, luchando por contener las lágrimas de alegría.
—Perfecto —dijo James, estrechando su mano—. Nos vemos el lunes entonces. Bienvenida a DESIGN NYC.
Betty salió de la oficina con una sonrisa radiante, sin poder esperar para contarles a sus padres la buena noticia. Mientras caminaba hacia el ascensor, la asistente de James le entregó una pila de documentos que necesitaría revisar y organizar antes de su primer día. Era una tarea sencilla, pero Betty la tomó con la misma seriedad que si le hubieran encomendado un gran proyecto.
De regreso en el ascensor, mientras miraba los papeles, se encontró nuevamente con Antoni, quien estaba bajando al vestíbulo. Esta vez, al verla cargando los documentos, no pudo resistirse a hacer un comentario.
—Vaya, parece que ya te pusieron a trabajar duro —dijo con una sonrisa burlona.
Betty, todavía flotando por la emoción de haber conseguido el trabajo, respondió con más confianza que antes.
—Así es, es parte del trabajo —contestó, tratando de mantener la calma.
Antoni levantó una ceja, sorprendido por la respuesta. Había esperado que se intimidara de nuevo, pero en cambio, la vio mantener la compostura. Por un momento, consideró dejarla en paz, pero su naturaleza juguetona lo hizo insistir.
—Bueno, espero que no te pierdas en esos papeles —dijo, aunque su tono era más ligero esta vez.
—Gracias por el consejo —respondió Betty con una pequeña sonrisa, mientras las puertas del ascensor se abrían nuevamente.
Cuando ella salió, Antoni la observó mientras se alejaba. Había algo en esa mujer que lo intrigaba, aunque no lograba identificar exactamente qué era. Decidió que no valía la pena pensar demasiado en ello y se dirigió a su oficina, donde lo esperaba su mejor amigo, James Victorino.
—¿Y esa sonrisa, Antoni? —preguntó James al verlo entrar.
—Oh, nada, solo tuve un encuentro interesante en el ascensor —respondió Antoni, tomando asiento frente a la mesa de su amigo.
—¿Ah sí? —preguntó James, curioso—. ¿Con quién?
—Una chica nueva, creo. Una tímida con pinta de ratoncita —dijo Antoni, con un tono de burla—. No es mi tipo, ni de lejos. Jamás me metería con alguien así.
James, que sabía reconocer el sarcasmo de su amigo, sonrió pero no dijo nada. Antoni siempre había sido un hombre superficial cuando se trataba de mujeres, pero algo le decía que esa "ratoncita" podría sorprender a más de uno en la oficina, empezando por Antoni.
Y así, Betty Castillo comenzaba su andadura en DESIGN NYC, sin saber que su camino se cruzaría una y otra vez con el del carismático Antoni Santino. Dos personas tan diferentes que el destino parecía haber juntado para algo más que simples encuentros en un ascensor.