LA VETERANA: ¡NO ERES MI TIPO! ALÉJATE
María Teresa Andrade, dueña de una pequeña tienda de esencias naturales y exóticas para postres, lleva una vida tranquila tras diez años de viudez. A sus 45 años, parece que el amor es un capítulo cerrado...
Hasta que Marcello Dosantos, un carismático repostero diez años menor, entra en su vida. Él es todo lo que ella intenta evitar: extrovertido, apasionado, arrogante y obstinado. Lo opuesto a lo que considera "su tipo".
Es un juego de gato y ratón.
¿Logrará Marcello abrirse paso hasta su corazón?
María Teresa deberá enfrentar sus propios miedos y prejuicios. ¿Será capaz de rendirse a la tentación de unos labios más jóvenes?
¿Dejará de ser "LA VETERANA" para entregarse al amor sin reservas? O, como insiste en repetir: “¡No eres mi tipo! ALÉJATE”
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21. ¡Me atrapaste!
Dante toca la puerta de la oficina de su padre. Si su intuición no falla —y nunca lo hace—, alguien pronto abrirá.
María Teresa está por salir cuando escucha los pequeños golpes. Se queda paralizada, debatiéndose entre abrir o no.
—Dios, ¿qué hago? —murmura, mirando al techo como si esperara una señal divina.
Tras unos minutos de silencio, asume que quien sea ya se fue. Respira hondo y abre con seguridad, pero para su sorpresa, se encuentra con un niño pequeño que le sonríe. Para su desgracia, tiene la misma sonrisa deslumbrante y los mismos ojos traviesos del hombre que la atormenta.
—Hola —saluda Dante con una voz tierna y una sonrisa capaz de derretir el iceberg.
—Hola... —responde ella en un susurro, mientras su mente grita: "¡Diosito, no era este tipo de ayuda la que pedí!"
Dante la observa de arriba abajo con curiosidad. Es una mujer guapa, pero diferente de las modelos flacuchentas y desabridas que suelen perseguir a su padre.
—Soy Dante Dosantos. ¿Y tú? —se presenta, extendiendo la mano como todo un caballero.
María Teresa lo analiza detenidamente. Ese niño es el clon de su padre: seguro, carismático y con esa sonrisa que parece de presentador de farándula.
—Soy María Teresa Andrade —dice, estrechando su mano.
—Olvidé mi celular, por eso volví —explica Dante mientras camina hasta el sofá y recoge su teléfono.
Ella cruza los brazos y enarca una ceja.
—No me parece que lo olvidaras. Los chicos primero dejan su cabeza antes que su móvil.
Dante se detiene y la mira con una media sonrisa, divertida y traviesa.
—¡Me atrapaste! —admite con un guiño que casi la hace reír.
María Teresa lo observa con interés, esperando una explicación.
—Tenía curiosidad de saber con quién estaba mi papá —confiesa él sin rodeos, mirándola a los ojos.
—¿Acaso tu papá es un mujeriego? —pregunta ella, sorprendida de que las palabras salgan sin filtro.
Dante pone cara de incredulidad, como si la pregunta fuera del otro mundo.
—¿Mi papá? ¿Marcello Dosantos? —Dante niega con su cabeza mientras rueda sus ojos y hace un gesto con su boca.
—No, nada de eso. Mi papá es más bien... un lobo solitario. Gruñón, huraño, y sin paciencia para "el sexo opuesto." —añade encogiéndose de hombros.
Ella se muerde el labio para no reírse. El niño tiene una forma de hablar que le resulta fascinante.
—Pero hoy está diferente. Tiene una sonrisa que nunca le había visto en... Toda mi vida.
María Teresa, aprieta sus dientes para no dejar escapar una carcajada. Ese pequeño a lo sumo tendrá once años y se expresa como un adulto.
—¿Y qué tiene de raro que sonría? Desde que lo conozco, no hace otra cosa.
Dante niega con la cabeza, muy serio.
—Ese es el punto. Papá no sonríe.
—Tal vez esté feliz por el éxito del lugar.
—No, no. —El pequeño sacude la cabeza y se lleva la mano al mentón como un detective considerando pistas—. Papá ha inaugurado muchos lugares y siempre mantiene su cara de póker.
—¿Cara de qué?
Dante pone una expresión seria y señala su rostro con ambas manos, demostrando cómo luce esa famosa "cara de póker."
—Ah... ya entiendo —dice ella, algo avergonzada por estar tan desactualizada.
El niño asiente, satisfecho, y entonces su expresión se torna amable.
—Ahora viene la pregunta importante —dice, mirándola fijamente con sus enormes ojos—. ¿Qué quieres con mi papá?
María Teresa siente cómo el calor sube a su rostro. ¿Qué tipo de interrogatorio es este? Ni ella misma sabe qué quiere con Marcello.
—No sé de dónde sacas esas ideas. Apenas nos hemos visto un par de veces.
Dante asiente lentamente, como si estuviera analizando las palabras.
—Entiendo. Aún no tienen idea de lo que quieren. Bueno... —Hace una pausa dramática mientras se lleva los dedos a la barbilla—. Tendremos que hacer unas pruebas para ver qué pasa.
—¿Qué pruebas? ¿De qué hablas? —pregunta ella, sintiéndose un poco desconcertada.
—Nada malo, no te preocupes. Yo me entiendo. —Sonríe ampliamente antes de añadir con toda la confianza del mundo—: Desde ahora, consíderame tu aliado.
María Teresa no puede evitar reír. Ese pequeño es un hombre mayor en el cuerpo de un niño y, sin duda, tiene la misma chispa que su padre.
En otro lugar
—¡No te parece que es una desconsiderada! ¡Esa.... mala amiga! Últimamente solo piensa con la de en medio, y se está tardando mucho —protesta Roqui, cruzándose de brazos.
Desde que vio a su primer amor, está hecho un manojo de nervios. Él no es de portarse inseguro, pero ese hombre movió fibras en su interior que lo hacen desearlo desesperadamente.
—Amigo, no seas así. Mi prima ha vivido toda su vida encerrada en una cápsula —dice Marla mientras se acerca y lo abraza con suavidad—. Que le dé un poco de gozo a su cosita en desuso no tiene nada de malo.
Roqui suspira profundamente, sabiendo que ella tiene razón. Aunque, en el fondo, desearía estar haciendo exactamente lo mismo.
—Perdona mis nervios, pero ese supuesto macho reformado me tiene alterado. Venir ahora a darse aires de macho pechopeludo, cuando yo estuve en medio de sus piernas y sé...
Antes de que pueda terminar la frase, una voz masculina lo interrumpe, paralizándolo al instante.
—¿De quién hablas, Roqui? —pregunta Joniel, con un tono grave y firme que corta el aire.
El corazón de Roqui se acelera y sus piernas comienzan a temblar.
Marla observa a su amigo y se debate entre quedarse o irse.
—¿Nos podrías dejar unos minutos a solas? —dice Joniel, clavando una mirada fría como un témpano de hielo en Marla.
Ella traga saliva, sintiendo el aura poderosa de ese hombre, que en el colegio fue la burla de todos por su orientación sexual, pero que ahora logra imponer respeto, incluso miedo.
—No sé si mi amigo quiera hablar contigo —replica Marla en un tono desafiante, alzando una ceja mientras le reza a los dioses para que Roqui reaccione y diga algo. De lo contrario, tendrá que golpearlo en las pelotas para que despierte.
—¿Te tragaron la lengua los ratones? —insiste Joniel, sin apartar la mirada de Roqui.
Hola, preciosas:
Les deseo de todo corazón que este fin de año lo pasen rodeadas de sus seres queridos, disfrutando cada momento al máximo. Que el 2025 lLegue lleno de bendiciones para ustedes.
¡Un abrazo grande!