Luna se entera de la peor manera posible de que el hombre al que ella amaba la estaba engañando, se siente humillada y menospreciada.
¿Qué pasa cuando ese amor es unilateral? ¿Qué se hace cuando descubres que solo te han usado? ¿Se puede volver a confiar en el amor?
Ella solo quería ser amada, él solo deseaba su cuerpo.
La vida les tiene grandes sorpresas preparadas. Los caminos son inciertos, las personas cambiantes. ¿Es posible el amor para ellos? ¿Qué tendrán que hacer para conquistarlo?
NovelToon tiene autorización de Betsi para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Cayendo
Luego de estar un momento sentada en la banca, se decidió a ir al departamento a buscar sus cosas. Tenía que encontrar un lugar donde pasar la noche, no podía perder demasiado tiempo. Tampoco quería, por nada del mundo, encontrarse con Cristian, aún no podía enfrentarlo, aunque presentía que en algún momento iba a tener que hacerlo.
Camino hasta la parada del autobús. Solo esperó unos minutos y este llegó, era una suerte no tener que esperar tanto tiempo. En 30 minutos llegó a casa, bueno, la que ella consideró durante un tiempo su casa, hoy comprendía que nunca lo había sido.
Al entrar y mirar alrededor una oleada de recuerdos la invadieron. En todos los rincones estaba la presencia de quien, hasta esa mañana, había creído que era el hombre con el que iba a compartir su vida. Sonrió con burla para sí misma.
El departamento tenía una sola habitación, esta era grande y confortable; una pequeña cocina comedor y una hermosa sala de estar. Estaba pintado en tonos pastel, celeste, amarillo y blanco. Todo era hermoso, de un gusto exquisito. Los muebles eran finos y delicados, el sofá costaba un año de su salario, jamás lo hubiera podido pagar. Ni hablar del resto de los muebles. Por supuesto que todo lo había comprado y elegido él, jamás la dejo a ella siquiera opinar, sobre la decoración o el miviliario. Ahora entendía por qué, tenía miedo de que eligiera cosas que no estén a su altura.
Se sentía agobiada y asfixiada por el lugar, su olor aún estaba impregnado en todo. Ella era una intrusa, se había quedado clavada en la entrada como si su presencia no fuera bienvenida. Y ella que pensaba que ese era su hogar. Se sentó en el cómodo sofá y se permitió llorar, se desgarró de dolor y se derramó en llanto. Podía formar una laguna de tantas lágrimas que vertió, pensó con gracia.
Luego de llorar por horas, recordó que debía buscar un lugar en el que ir a dormir. Miró su celular, tenía la esperanza, tonta esperanza, de que él le hubiera mandado un mensaje... pero no había nada, no había intentado comunicarse con ella. Ni siquiera entendía porque guardaba tontas esperanzas. Al diablo con todo, hay que seguir. mejor que no le hablara, si ella ya sabía quién era él en realidad.
Se levantó, fue hasta la mesa de noche y sacó la caja en donde guarda sus ahorros en efectivo. El resto lo tiene en el banco. Ella se administra muy bien, y él se encargaba de los gastos de la casa y también del mercado. Idiota, era una amante mantenida y no se había dado cuenta. Parece que era mucho más ingenua de lo que se había imaginado. Tantos años sola, tantos años añorando ser amada que confundió, quizá, amor con deseo. Ya no sabía que pensar, lo único que tenía claro es que él no la amaba, solo la quería en su cama. Se arrepentía de haberse entregado a él, y no por mojigata, claro que no, después de todo este es el siglo XXI, sino por darle el gusto y permitirle así humillarla más.
Tomó sus documentos, un pequeño bolso con las pocas prendas que tenía, las que eran suyas, el dinero y salió tranquila en busca de un hotel, algo económico. Debía ir más hacia la zona céntrica, por lo que tuvo que nuevamente buscar un autobús, no pensaba desperdiciar dinero en taxis, no sabía cuánto se iba a demorar en conseguir un nuevo empleo.
Al llegar al lugar, camino unas cuadras y encontró un pintoresco hotel, nada lujoso, justo a la medida de se bolsillo. El lugar era muy limpio y la habitación muy cómoda. Solo deseaba dormir y eso es lo que se disponía a hacer cuando un mensaje llegó a su teléfono. Cristian le hablaba.
"Cariño, lamento no haberte podido ver hoy, han surgido algunos inconvenientes en la empresa, nada grave no te preocupes, pero tengo que viajar mañana temprano y voy a estar unas semanas afuera, si todo me sale bien vamos a poder expandirnos, seremos la empresa más grande a nivel mundial. Vas a estar muy orgullosa de mi. Te amo, deséame suerte "
"Te extraño mi amor, por favor cuídate en mi ausencia, y cuando vuelva hablamos sobre el trabajo, no me gusta verte limpiando la suciedad de otros"
"Otra vez te digo TE AMO"
Leyó una y mil veces el mensaje, no pensaba contestar pero tenía miedo de que si no lo hacia, siguiera insistiendo o la llamara, era mejor responder. Maldito hipócrita, pero ella ya había visto sus erdaderos colores, era solo un recipiente vacío. Ahora por fin entendía esa metráfora, él es hermoso por fuera, pero no hay nada en su interior, como un hermoso jarrón vacío.
"Te deseo todo lo mejor en tu viaje"
Era claro el doble sentido en que lo decía, le deseaba, a pesar de todo, lo mejor... o quizá no, que se pudra pensó, que se joda y que... ya está todo terminó, no quería pensar más. Apagó su teléfono y se durmió.
>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>
Cristian estaba muy conforme con él mismo, el almuerzo había sido muy producto, aunque el primo de Camila resultó ser un maldito engreído él confiaba en que iba a lograr sacarle algunos cuantos millones. Aún sonreía recordando la escena.
¡Hola primo! Estoy muy feliz de que puedas estar con nosotros en esta ocasión tan especial. No sería lo mismo si me faltaras La aguda voz de Camila inundo el lugar. Si fuesen perros estarían aullando del dolor.
Hola Camila, tenía algunos negocios que atender en la ciudad, por eso estoy aquí Por alguna razón que Cristian no entendía pero su prometida sabía a la perfección el joven que acababa de llegar no fue muy amable. Es por esto que Cristian lo consideraba un engreído.
Vito, te presento a mi prometido, Cristian Miller
Un gusto Cristian Vito Lombardi para servirte La mirada de Vito era fría y escrutadora, como si quisiera conocer lo que los demás piensan, o peor aún, como si lo supieran.
Camila se desvivía por atender a su primo, y hacerle los mil elogios. Por su parte Cristian hacía lo mismo, como era de esperarse hablaron de negocios, cada uno era experto en sus ramos, aunque mientras uno solo atendía lo referente al transporte el otro se desarrollaba en muchas categorías.
Vito era dueño de una transnacional, la empresa más grande de Ciudad Sur, con ramificaciones en todo el orbe. No tenía un solo rubro sino que se diversificaba desde lo alimenticio, indumentaria, seguridad, tecnología, por mencionar algunos. Ahora estaba invirtiendo en vienes raíces. Justamente esa es la razón por la que está en Ciudad azul, quería comprar un hotel junto al mar y convertirlo en un gran resorts, el mejor de todos.
El hombre miraba con burla a su "prima" y al idiota que se va a casar con ella, se dio cuenta de inmediato que el pobre infeliz quiere su dinero, pero él no es ningún iluso y solo invierte si es algo realmente bueno. Mientras esté en este país se a a tomar el tiempo de revisar una propuesta, si le conviene por supuesto que piensa poner dinero. Sería para él algo bueno, quizá, tener también entre las suyas una empresa de transporte, tanto de pasajeros como de carga.
La comida transcurrió con calma, todas las mujeres se detenían a mirar a los apuestos hombres que se encontraban allí, y odiaban a Camila porque ella podía estar en compañía de semejantes especímenes, eran hombres tanto hermosos como poderosos, llamaban la atención de todos allí. Muchas mujeres parecían comérselos con la mirada. Su porte elegante y su aura dominante quitaban el aliento de las féminas del lugar.
Cristian estaba un poco ansioso, no había podido hablar con su Luna, tenía miedo de que hubiera escuchado algo desagradable, o que se percatara de que Camila salía con él. Definitivamente cuando volviera de su luna de miel debía hablar con ella, aclarar todo y asegurarle que a la única que amaba era a ella. Ninguna otra iba a estar en su corazón, pero tenía que asegurarse de que su matrimonio era un acuerdo comercial aunque no lo fuera en realidad.
Por fin ese almuerzo terminó y logró deshacerse por unos minutos de Camila, lo suficiente como para mandarle un mensaje a su amor. Cualquier cosa para que no se preocupara, o algo peor lo buscara, Camila no podía, por nada del mundo, saber de Luna, esa sería su ruina.
Los mensajes que envió fueron escuetos, pero le pudo decir todo lo que quería. Que ella supiera que no iba a estar por unos días, y por supuesto que se hiciera a la idea de que no iba a trabajar más, y reafirmar que la amaba. Todo lo necesario para que ella siga como siempre lista y dispuesta para él. Su respuesta fue breve, por suerte, porque justo se acercaba su prometida. Guardó el teléfono y con una sonrisa le dio un dulce beso en los labios.
Subieron al auto y se dirigieron a una pequeña reunión que habían hecho sus amigos en su honor, era como una despedida de solteros en conjunto.
Lo que Cristian no sabía es que no solo se estaba despidiendo de su soltería, lo que estaba en juego era mucho más grande y más importante que todos sus millones. Se sentía en la cima del mundo sin saber que, en realidad, estaba comenzando a caer.