Si una vez dije que te amaba, hoy me arrepiento. Ese error es cosa de ayer.
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Capitulo 2
Habían pasado un par de días, y Luna llamo a Julieta esa mañana para que fuera a su casa.
- Hola, nena - saludo Julieta con un abrazo cálido a Luna - y bien, ¿Dime para qué me llamaste?
Luna le pidió a Julieta que se sentará y le sirvió una taza de café.
- Julieta, he pensado mucho en lo que me dijiste - dijo para luego tomar un sorbo de su café - y tome la decisión de ir a Connecticut y buscar a la señora Eloísa.
- ¡Luna! Es la mejor decisión
- Eso espero. Toma, aquí están las llaves de mi casa. Por favor cuídala.
- ¿Y cuándo te vas?
- Mañana en la mañana.
- Muy bien, te llevaré al aeropuerto.
- Gracias, sé que siempre cuento contigo.
- Claro, eres mi hermana.
Las dos mujeres se abrazaron, y siguieron compartiendo el café y las galletas. Luego Julieta ayudó a Luna a terminar de empacar sus cosas.
El sol apenas comenzaba a asomar por el horizonte, tenido de tonos dorados y rosados que iluminaban el cielo. Luna estaba en la sala de su casa, mirando con nostalgia cada rincón, recordando tantos momentos felices que vivió con su madre. Sus maletas estaban listas, alineadas junto a la puerta. Había llegado el día en el que debía despedirse de su mejor amiga, de su casa, de sus recuerdos, antes de tomar el vuelo que la llevaría a Connecticut en busca de un nuevo comienzo.
Julieta llegó puntual, como siempre, con su sonrisa brillante Pero hoy también estaba cargada de tristeza. Llevaba una pequeña caja, adornada con un lazo azul.
- Toma, es para ti. - dijo Julieta y le entrego la caja.
- ¿Para mí?, gracias Julieta - respondió Luna, mientras abría el obsequio con cuidado.
- Es para que no me olvides.
Al abrirla vio que había un álbum de fotos lleno de recuerdos de su amistad, ellas estaban juntas desde niñas, cada página estaba decorada con pequeñas notas y frases que solo ellas entendían.
- Te voy a extrañar tanto Luna - dijo Julieta mientras se abrazaba fuertemente. Los ojos de ambas brillaban con lágrimas no derramadas.
- Yo también, Juli. No sé que voy a hacer sin ti, este regalo es precioso - respondió Luna, tratando de contener el nudo en su garganta.
- Prométeme que estaremos en contacto. - pidió Julieta con una sonrisa melancólica.
- Lo prometo - aseguro Luna.
El viaje al aeropuerto fue silencio. Ambas miraban por la ventana, inmersas en sus pensamientos. Una vez allí, los minutos pasaron demasiado rápido. Cuando finalmente llegó el momento de despedirse, las lágrimas ya no pudieron contenerse.
- Se que vas a lograr todo lo que te propongas, Luna. La señora Eloisa te ayudara a encontrar tu camino. - Dijo Julieta, tratando de sonreír a través de las lágrimas.
- Espero que mi mamá y tu tengan razón. - Respondió Luna, secándose las lágrimas con el dorso de la mano.
Con un último abrazo y un adiós, Luna se dirigió hacia la puerta de embarque. Cada paso se sentía pesado, Pero sabía que este era el primer paso hacia una nueva vida. Eso era lo que quería su difunta madre. La imagen de Julieta despidiéndose quedó grabada en su mente mientras subía al avión.
El vuelo a Connecticut fue tranquilo, pero Luna no podía dejar de pensar en lo que le esperaba. La señora Eloísa, fue una gran amiga de su madre. Era una mujer de la que había oído hablar muchas veces a su mamá, Pero no la conocía, ellas no recibían visitas de amigos ni familiares. Eso le pareció raro a Luna, pero no le dio mayor importancia. Su madre siempre decía que Eloísa era una mujer generosa, de gran corazón, y Luna esperaba que esas palabras fueran ciertas.
Al aterrizar, Luna sintió una mezcla de nerviosismo y esperanzas. Recogió su equipaje y recorrió un poco el hermoso aeropuerto, nunca había estado en Estado Unidos, en realidad, nunca había salido de Canadá. Sentía mariposas en el estómago.
Se dirigió a la salida, dónde busco un taxi, antes de empezar en recorrido, dio un último vistazo al aeropuerto, y pensaba si estaba tomando la mejor decisión. Y ¿Si se bajaba del taxi y compraba un boleto a Canadá y regresaba?
No, se dijo, sacudió la cabeza para despejar esos pensamientos de ella, le dió la direccion al taxista para qué la llevará a la casita acogedora, que había alquilado por internet.
Era muy hermosa. Se sentía tranquila, estaba cansada, quería darse un baño, dormir y ya mañana buscaría a la señora Eloísa.
Esa hembra no quiere, esa hembra te miente...