Nadie recuerda cómo comenzó, pero en los viejos cuentos se dice que Sombravelo era un reino bañado en luz dorada, donde las estrellas brillaban en el día y la magia fluía como el agua en los ríos. Sin embargo, algo oscuro se apoderó del reino. Una sombra antigua, nacida de los miedos más profundos de la humanidad, comenzó a extenderse, transformando a sus habitantes en figuras retorcidas y grotescas. Este mal, llamado La Niebla Devora-Sueños, era invisible para el ojo humano, pero dejaba marcas en el alma.
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Capítulo 15: El Corazón de Sombravelo
El viento soplaba con un eco distante mientras Elías avanzaba por un sendero que se retorcía hacia las profundidades del bosque. Los árboles se volvían más altos y oscuros, sus ramas entrelazándose como manos que intentaban atrapar el cielo. La sensación de anticipación llenaba el aire; Elías sabía que estaba llegando al final de su viaje. Al fondo del sendero, la maleza se despejaba, revelando un gran portal en forma de arco, hecho de raíces antiguas y cubierto de un musgo brillante. Más allá de este portal se encontraba el Corazón de Sombravelo.
El niño respiró hondo, reuniendo el valor necesario para cruzar. Sabía que lo que le esperaba al otro lado no sería solo el fin de su travesía, sino también el momento en que todas las preguntas tendrían respuestas. Nox, el cuervo, volaba en círculos por encima, observando con ojos atentos.
—“Este es el punto de no retorno, Elías,” dijo Nox al posarse en una de las raíces del portal. —“Una vez que entres, descubrirás los secretos más profundos de este mundo, y también de ti mismo. El Corazón de Sombravelo guarda un poder antiguo, pero también exige un precio. Asegúrate de estar listo.”
Elías asintió. Había enfrentado sus sombras, desentrañado sus propios temores y había aprendido a aceptar tanto su dolor como su esperanza. Estaba listo para descubrir la verdad, no solo de Sombravelo, sino de por qué había sido llamado a este lugar.
Al cruzar el portal, sintió una corriente de energía fluir a través de su cuerpo, y el mundo cambió abruptamente. Ya no estaba en el bosque, sino en una vasta llanura de cristal que reflejaba un cielo de colores cambiantes, con auroras que danzaban como llamas en lo alto. En el centro de la llanura, se erguía una estructura magnífica: un árbol inmenso de madera negra, con hojas doradas que resplandecían con un brillo propio. Sus raíces se extendían profundamente en el suelo de cristal, como si alimentaran tanto la tierra como el cielo.
—“Ese es el Árbol del Origen,” explicó Nox, su voz un susurro solemne. —“Es la fuente de la magia de Sombravelo y el lugar donde los sueños y las pesadillas se originan. Su savia es la esencia de todas las cosas, y su luz contiene el conocimiento de todo lo que fue y será.”
Elías avanzó hacia el árbol, cada paso resonando sobre el cristal, como un eco interminable. Al acercarse, sintió una conexión profunda con el Árbol del Origen, como si pudiera oír un murmullo antiguo resonando en sus raíces. Extendió la mano y tocó el tronco oscuro, que emanaba un calor reconfortante.
De repente, una voz se hizo presente en su mente, una voz que no era ni de Nox ni de ninguna otra criatura que hubiera conocido en Sombravelo. Era una voz que parecía provenir de lo más profundo de su ser.
—"Bienvenido, Elías," dijo la voz, que sonaba tanto antigua como joven, resonando con un eco en su mente. —"Has llegado al Corazón de Sombravelo, al lugar donde la realidad y el sueño se entrelazan. Aquí, todo lo que has buscado te será revelado, pero también enfrentarás la última verdad: la naturaleza de tu conexión con este mundo."
Elías sintió que el árbol vibraba bajo su mano, y su visión comenzó a desvanecerse en una serie de imágenes que pasaban ante sus ojos como recuerdos que no le pertenecían. Vio a su abuela contándole historias sobre reinos lejanos y aventuras mágicas, pero ahora esas historias tenían un nuevo significado. Comprendió que su abuela conocía la existencia de Sombravelo, que sus relatos no eran simples cuentos para dormir, sino recuerdos de algo real.
De repente, las imágenes cambiaron, y vio a una figura oscura, una sombra que se acercaba al Árbol del Origen. Era la Niebla Devora-Sueños, la misma que había sentido acechándolo desde el comienzo de su viaje. La neblina se arremolinaba en torno a las raíces del árbol, susurrando palabras en una lengua incomprensible, intentando corromper la savia que fluía en su interior.
—"La Niebla ha estado esperando este momento," dijo la voz en su mente. —"Su objetivo es destruir el equilibrio de Sombravelo, devorar los sueños y convertir este lugar en una extensión de su oscuridad. Solo tú puedes detenerla, Elías, porque dentro de ti llevas la chispa de la misma magia que fluye por el Árbol del Origen."
El niño sintió una oleada de poder fluir en su interior, pero también de duda. ¿Cómo podría él, un simple niño, detener a una fuerza tan antigua y maligna? Entonces, recordó todo lo que había aprendido: cada encuentro, cada prueba, cada sombra enfrentada le había fortalecido, forjado en él un coraje que antes no sabía que tenía.
La Niebla comenzó a acercarse más, extendiendo sus tentáculos oscuros hacia Elías, quien, con el corazón latiendo con fuerza, levantó ambas manos hacia el árbol, sintiendo cómo la savia mágica fluía a través de sus venas. El resplandor dorado de las hojas se intensificó, y Elías sintió que la energía del Árbol del Origen se unía a la suya.
—"¡No permitiré que destruyas este lugar!" gritó, su voz reverberando con una fuerza inesperada.
El resplandor dorado se transformó en una oleada de luz que salió disparada desde sus manos, impactando contra la Niebla Devora-Sueños. La oscuridad se retorció y chilló, como si el poder de la luz quemara su esencia, pero aún así, luchaba por avanzar, resistiéndose a ser destruida.
Elías concentró toda su voluntad, canalizando el poder del Árbol del Origen en un último esfuerzo. Visualizó a su abuela, a los amigos que había hecho en Sombravelo, a Nox y a todos los seres que había conocido. Usó esos recuerdos como un ancla para su magia, dejándolos fluir a través de él.
La luz se intensificó hasta que se convirtió en una explosión cegadora. La Niebla emitió un último lamento antes de desvanecerse por completo, disipándose en el aire como humo llevado por el viento.
Cuando la luz se atenuó, Elías cayó de rodillas, respirando con dificultad. La llanura de cristal estaba tranquila de nuevo, y el Árbol del Origen brillaba con una luz aún más pura que antes. Nox voló hacia él y se posó sobre su hombro, mirándolo con un brillo de orgullo en sus ojos oscuros.
—"Lo lograste," dijo el cuervo con voz suave. —"Has salvado Sombravelo, y al hacerlo, también te has encontrado a ti mismo."
Elías se levantó lentamente, sintiendo el peso de su viaje pero también una paz interior que nunca había experimentado. Sabía que su tiempo en Sombravelo estaba llegando a su fin, pero también que había cambiado para siempre. Ahora entendía que la verdadera magia no estaba en escapar del mundo real, sino en enfrentarse a las sombras dentro de uno mismo.
Con una última mirada al Árbol del Origen, Elías se dirigió hacia el portal que lo devolvería a su mundo. Sabía que, aunque dejaba atrás Sombravelo, una parte de este lugar viviría siempre en su corazón.