Adam es un gángster y una madrugada, cae en una trampa, al descubrir que estaba siendo traicionado por su novia, con su mayor rival, durante esta trampa, termina gravemente herido y es salvado por Samantha, una mujer sencilla, que más tarde descubre que trabaja en uno de sus hoteles, ella es una hermosa mujer que está pasando, como él, por una desilusión amorosa. Después de que Samantha le salve la vida, Adam empieza a protegerla de su rival, que se entera de que le ha salvado la vida y se obsesiona con ella.
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Mismo objetivo
Samantha terminó de limpiar el desorden que había en el baño, la camisa aún manchada estaba encima del cesto, la quemaría más tarde, no quería algo en su basura, eso podría meterla en otro lío, trataría de no pensar más en eso, en ese momento solo quería su baño y luego descansar.
Llenó la bañera poniendo sales de baño, el agua estaba tibia, al punto que le gustaba, se quitó toda la ropa y se metió, sintiendo como el agua envolvía su cuerpo, como un abrazo acogedor.
Aun intentando relajarse, sus pensamientos no salían de aquel hombre, pensaba en lo surrealista que parecía todo, ella que tenía una vida tranquila, sus únicos problemas eran pagar sus facturas y su desordenada vida amorosa, ahora se veía en medio de un lío, que parecía ser mucho mayor que sus pequeños problemas por dinero y amor.
En lo que pensaba era en el hecho de que además de sus problemas habituales, aún podía haberse mezclado con la mafia, eso ya era demasiado para ella, pensó que se volvería loca si seguía dándole vueltas a esos pensamientos.
Se hundió en el agua durante unos segundos, quería que todo desapareciera de su mente, el barullo de sus pensamientos, quería que todo quedara en un completo silencio.
Samantha se levantó después de unos segundos de estar sumergida en el agua, terminó de ducharse, se secó el pelo e intentó dormir, aunque sabía que esa mañana no podría conciliar el sueño.
En la clínica, Andrés acababa de llegar, cuando el doctor Carlos le contó y pasó la información sobre el estado de salud de Adán.
- Entonces doctor, ¿cómo está mi hermano? - preguntó Andrew apresuradamente.
- Sus constantes vitales son estables, la herida estaba empezando a inflamarse de verdad, cuanto más tiempo permanece el proyectil en el cuerpo peor es - le explicó Carlos.
- ¿Podemos verle? - Caio quería comprobar de cerca el estado de su amigo.
- En este momento está sedado, no podrás hablar con él ahora, pero ya está en su habitación, puedes ir a visitarlo.
Carlos salió y los dos se dirigieron a la habitación, necesitaban ver a Adán personalmente, Caio lo tenía no solo como su jefe sino también como un gran amigo.
Adam estaba conectado a aparatos de monitorización por precaución, respiraba sin ayuda, incluso parecía sereno en ese momento.
- Ahora explícame qué ha pasado -le interrogó Andrew-.
- No estaba con él cuando ocurrió, lo dejé en el piso de Sabrina, dijo que tenían una reunión para celebrar algo.
- Sabe que tiene enemigos e insiste en salir solo -habló Andrew irritado.
- Tu hermano es bueno con las armas y los puños, lo sabes, mis sospechas son que cayó en una trampa, para haberlo atrapado solo si estaba con la guardia baja.
Las sospechas de Caio eran sobre Sabrina, nunca le agradó, la había visto varias veces siendo grosera con los empleados, pero frente a Adam, siendo de una manera dulce y gentil.
- ¿Cómo sabía que era así?
- Una mujer me llamó desde el móvil de Adam\, me dijo que él se le acercó en la calle y me pidió que lo llevara a su casa\, ella fue la que ayudó a sacar la bala\, cuando llegué él ya estaba inconsciente -seguía pasando los detalles\, de lo que sabía.
- ¿Sabes quién es esta mujer?
- No, pero ya he pensado en llamar a Michael y darle lo que tengo sobre ella, le pediré que averigüe todo lo posible sobre ella, sé que Adam querrá saber todo lo relacionado con esta mujer cuando despierte.
- Está bien, hazlo, si quieres puedes irte y hacer lo que me dijiste, deja a dos o tres hombres de civil en la clínica, yo me quedaré aquí el resto de la noche, en la mañana regresas y yo me voy a casa a contarle a Sophia.
Caio aceptó y salió a cumplir órdenes, sabía que no serviría que los dos se quedaran allí, necesitaría estar descansado cuando Adán despertara, ya que podría pedir ir tras alguien, y estar de buen humor era imprescindible.
Proporcionó a los hombres de los que hablaba Andrés y llamó a Miguel, era de madrugada, pero Caio sabía que podía recibir llamadas a cualquier hora del día y de la noche.
Cuando contestó, Caio ya le dijo lo que necesitaba de él, y añadió la urgencia.
- Voy a enviarte una dirección, averigua todo sobre la persona que vive allí, información personal y profesional sobre una mujer llamada Samantha, no sé su apellido.
Michael ya confirmó que comenzaría la investigación, era un excelente hacker, por no decir que hacía un gran trabajo de investigación.
Otro que también estaba impaciente por información era Oliver, ya había enviado a sus hombres a conseguir noticias sobre el paradero de Adam, y estaba esperando la respuesta.
Estaba fumando frente a la ventana, cuando uno de sus hombres entró en el despacho, ya había dejado a Sabrina en la clínica siendo vigilada, y se fue a casa, odiaba los hospitales.
- Señor, tenemos información sobre la fuga de Adam -intervino un subordinado.
Oliver se dio la vuelta y cogió el iPad que estaba en la mano de uno de sus hombres, en él había imágenes de un vehículo, y de Adam subiéndose a él.
- Ya tenemos la matrícula del coche\, estamos comprobando a quién pertenece\, pero por las imágenes del circuito de seguridad de la calle\, era una mujer la que conducía\, todo indica que se escondió en un callejón\, que está antes del lugar del piso\, y allí se acercó a la mujer que paró en el semáforo -le explicó todo a Oliver.
- Así que averigua quién es exactamente esa mujer que le ayudó, mira a ver si ya se conocían de antes o todo fue una coincidencia y házmelo saber inmediatamente.
Oliver quería averiguar quién era la mujer que ayudó a Adam, en su opinión si era amiga de su enemigo se convertiría también en su enemiga.
Amaneció el día y Samantha no pegó ojo, consiguió dormitar como mucho media hora aquella mañana, como no podía dormir, se levantó, ordenó toda la casa e incluso prendió fuego a su camisa en el patio trasero.
Mientras se ocupaba de sus deberes, ni se imaginaba que las dos partes del lío en el que se había metido tenían el mismo objetivo, averiguar su identidad, si solo se lo imaginara, estaría flipando.
Samantha trabajaba en el hotel, con turnos de doce por treinta y seis, empezaba a las diez de la mañana y se iba a las diez de la noche, con el día siguiente libre, realmente deseaba que ese día fuera su día libre, para poder pasar el resto del día durmiendo, necesitaba recuperarse, porque le dolía mucho el cuerpo, por no hablar del cansancio que sentía y que sabía que era debido a todo el estrés que había pasado últimamente.