Si hubiera sabido el impacto que tendrías en mi vida, hubiera corrido en otra dirección que no fuese la tuya
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¿Quién nos observa?
April despertó lentamente, su mente aún atrapada en un torbellino de confusión. Estaba tendida en el sofá de la sala, con Jota y Alex a su lado. La respiración de ambos era pesada, y sus rostros reflejaban preocupación.
—¿Qué… qué pasó? —murmuró, sintiendo un dolor punzante en la cabeza y el pecho. No recordaba bien cómo había terminado ahí.
—Te desmayaste —dijo Jota suavemente, con los ojos llenos de preocupación—. Estabas muy alterada.
April cerró los ojos un momento, intentando reunir sus pensamientos. Las imágenes del mensaje, las amenazas, la foto de su hermano… todo volvió a su mente como una avalancha. De repente, el pánico comenzó a volver, pero esta vez Jota estaba ahí, apretándole la mano.
—Estás bien, respira —le dijo, tratando de mantener la calma.
Alex, en cambio, estaba de pie, cruzado de brazos, todavía visiblemente frustrado.
—April, ¿por qué no nos dijiste nada? —dijo, su tono más firme que antes—. Los mensajes, las amenazas… todo esto podría haber sido clave. ¡Podríamos haber actuado antes!
April bajó la mirada, su voz apenas un susurro.
—No quería preocuparlos. Pensé que si se enfocaban en Lucas, tendríamos más posibilidades de encontrarlo. No quería ser una distracción… —confesó, su voz cargada de culpa.
—No eres una distracción, April —dijo Jota, mirándola con seriedad—. Estamos en esto juntos. Y si alguien te está amenazando, eso es tan importante como encontrar a tu hermano.
Alex suspiró, pasándose la mano por el cabello, intentando contener su frustración.
—Mira, lo que importa ahora es que tenemos más información, pero el tiempo corre. Si están vigilándote, significa que estamos mucho más cerca de la verdad de lo que pensábamos. Y también que tú podrías estar en peligro.
El corazón de April se aceleró al escuchar esas palabras. El peso de la situación la abrumaba. No solo su hermano estaba en peligro, sino que ahora ella también se encontraba bajo la sombra de los secuestradores.
—¿Qué hacemos entonces? —preguntó April, aún sintiéndose débil.
Alex se acercó, esta vez con una mirada más suave, pero determinada.
—Primero, necesitas estar segura. No puedes andar sola. Si te están vigilando, cualquier movimiento podría ser peligroso. Jota y yo nos encargaremos de seguir las pistas sobre Richmond. Tenemos que averiguar qué hacía Lucas allá y si tiene alguna relación con esto.
Jota asintió.
—Además, debemos avisar a la policía sobre los mensajes y la foto de Lucas. Esto es una prueba concreta de que lo tienen y de que están siguiendo cada paso que damos.
April apretó los labios. **La idea de involucrar a la policía más directamente la aterraba**. No sabía cómo podrían reaccionar los secuestradores si supieran que estaban siendo rastreados de cerca. Pero ya no podía seguir callando.
—Está bien, hagámoslo —dijo, finalmente, aunque su voz temblaba un poco.
Alex se giró, recogió el teléfono de April del suelo y revisó los mensajes de nuevo. Su expresión era severa, pero había una chispa de esperanza en sus ojos.
—Lo encontraremos, April. **Y nos aseguraremos de que nada te pase a ti tampoco.**
Mientras Jota comenzaba a hacer las llamadas necesarias, April permaneció en el sofá, con las manos temblorosas. **Sabía que las cosas iban a empeorar antes de mejorar**. Las amenazas se volverían más intensas, los riesgos más altos. Pero en ese momento, entendió que no estaba sola. Alex y Jota estaban con ella, y juntos, lucharían por descubrir la verdad.
Sin embargo, el miedo seguía presente, latente. Y una pregunta quemaba en su mente: **¿Hasta dónde llegarían los secuestradores para asegurarse de que ella fuera la próxima?**
En la tranquilidad de la noche, la casa estaba sumida en un silencio que contrastaba con el caos del día. La luz tenue de una lámpara iluminaba suavemente la sala donde April y Alex estaban sentados, ambos con miradas perdidas, tratando de procesar todo lo que había sucedido. Jota se había retirado a descansar, dándoles a ambos un momento a solas. El reloj en la pared marcaba el paso de los minutos, pero ninguno de los dos sentía prisa por hablar. El ambiente se había relajado lo suficiente como para que por un instante, dejaran de lado la situación de Lucas.
April suspiró, rompiendo el silencio.
—A veces siento que todo esto es demasiado… —dijo en voz baja—. No puedo evitar preguntarme cómo llegamos hasta aquí, cómo nuestra vida se volvió tan complicada.
Alex la miró, su expresión suavizándose. El peso de la preocupación por Lucas seguía presente, pero por un momento, sus pensamientos se desviaron hacia ellos dos, hacia su propia historia.
—Lo he pensado mucho también —admitió—. Sobre todo en los últimos días… desde que volviste a aparecer en mi vida. —Alex se inclinó un poco hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas, mientras sus ojos la buscaban—. Después de nuestra última conversación… después de que todo se desmoronara entre nosotros, intenté seguir adelante.
April lo miró, curiosa. Sabía que Alex había intentado rehacer su vida, pero nunca había conocido los detalles. Él respiró hondo antes de continuar.
—Seguí con ella —continuó Alex, su voz más seria ahora—. Al principio, pensé que era lo correcto, que era lo que necesitaba para seguir adelante. Pero… nunca fue lo mismo. Nunca se sintió bien.
April asintió en silencio, sin apartar la vista de él. No era fácil escuchar esto, pero algo en su tono la hacía querer saber más.
—¿Qué pasó? —preguntó ella, su voz suave.
Alex se pasó la mano por el cabello, una señal de que estaba nervioso por lo que iba a decir.
—Ella… —comenzó, buscando las palabras adecuadas—. Al principio parecía normal, como cualquier otra relación. Pero luego empezaron a aparecer… cosas raras. Se volvió distante, evasiva, y luego, de repente, tenía estos episodios, brotes de ira y comportamiento errático. Al principio pensé que era algo que pasaría, pero se volvió más y más intenso. —Hizo una pausa, sus ojos reflejando la incomodidad de revivir esos momentos—. Hubo noches en las que no podía reconocerla, era como si se transformara en otra persona.
April lo miró con preocupación.
—¿Brotes psicóticos? —preguntó ella, sorprendida.
Alex asintió lentamente.
—Sí, y fue aterrador. No solo por cómo ella actuaba, sino porque me di cuenta de que yo no podía hacer nada para ayudarla. Había algo más profundo en su mente que yo no entendía… y no era justo para ninguno de los dos seguir así. Después de nuestra última gran pelea, simplemente lo terminé. Sabía que no podía seguir sosteniendo una relación que se estaba desmoronando de esa manera, sobre todo porque… —Alex hizo una pausa y la miró directamente a los ojos—. Nunca pude dejar de pensar en ti.
April se quedó en silencio, sorprendida por la sinceridad de Alex. Las emociones que había mantenido ocultas empezaron a salir a la superficie. Sabía que su relación pasada había dejado heridas, pero no esperaba que él hubiera cargado con ese peso también.
—Alex… —murmuró, sin saber exactamente qué decir.
—Sé que lo arruinamos, que nuestras decisiones nos llevaron por caminos diferentes, pero… nunca pude dejar de sentir que, de alguna manera, siempre volvía a ti. Y ahora que estás aquí, no puedo evitar pensar que… tal vez nunca terminamos de verdad. —Alex sonrió con tristeza—. Tal vez todo esto, lo que estamos pasando con Lucas, nos está llevando de nuevo al mismo punto.
April lo observó en silencio, dejando que sus palabras se asentaran. Había tantas emociones en su interior: dolor, arrepentimiento, pero también una chispa de algo que no había sentido en mucho tiempo. La conexión entre ellos, a pesar del caos, seguía ahí, latente.
—No sé qué decir —admitió ella—. Las cosas han cambiado tanto, y ahora todo es tan complicado.
—Lo sé —dijo Alex—. Pero eso no significa que no podamos intentar entender qué nos está pasando ahora. No tiene que ser ahora mismo, no con todo lo que está sucediendo, pero… quiero que sepas que estoy aquí, no solo por Lucas, sino también por ti. —Alex se inclinó un poco más cerca, su tono más suave—. Y si alguna vez quieres hablar de nosotros, estaré aquí para eso también.
April sintió un nudo en la garganta. Todo en su vida se sentía incierto, pero en ese momento, Alex le estaba ofreciendo algo que no había sentido en mucho tiempo: comprensión y apoyo incondicional.
—Gracias —murmuró finalmente, mirándolo a los ojos—. Lo que estás haciendo… significa mucho para mí.
Alex sonrió, y aunque las sombras de la situación con Lucas seguían presentes, en ese momento ambos encontraron una pequeña isla de calma en medio de la tormenta.
Se quedaron en silencio unos minutos más, simplemente disfrutando de la compañía del otro, sin la presión de resolver nada. Afuera, la noche seguía su curso, pero dentro de la sala, April y Alex se permitieron, aunque fuera por un instante, reconectar con lo que alguna vez compartieron.