Chris es un pequeño que para su cumpleaños número 4 no quiere ningún obsequio. Su padre se preocupa al verlo triste.
-¿Hijo que deseas éste año?
-Lo que deseo no sé si puedas dármelo- las lágrimas en sus ojos lo conmovieron
-Tendras lo que desees Chris, ¿Que quieres?- preguntó confundido
-¿Lo prometes?- secó sus lágrimas y esperó ansioso
-Si hijo- afirmó con seguridad
-Quiero una mamá- su padre tragó grueso
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Capítulo 2 XAVIER AMERY
...XAVIER AMERY...
Acabo de recibir la dicha más grande del mundo a mis treinta años. Mí novia desde hace tres años aceptó ser mí esposa y me confesó que está embarazada.
Nací en una familia de clase media alta, origen estadounidense. Mí padre creó una pequeña empresa que fue ganando dinero y así ampliando sus horizontes. La confección de ropa deportiva nos ha impulsado muy gradualmente a la cima.
Estudié, me preparé lo suficiente y me involucré activamente en la empresa de mis padres. Tengo un hermano mayor que es abogado.
Desde que me convertí en CEO todo ha mejorado en nuestras vidas, los ingresos se multiplicaron, compre mí primer apartamento y me independice completamente.
Siempre busqué una pareja que me diera cierta estabilidad pero con tantos compromisos y trabajo eso era como buscar una aguja en un pajar.
Me enamoré de Ámbar, una mujer preciosa, inteligente, amorosa, amable. Me imaginaba a su lado con hijos propios pero la descubrí en la cama con un supuesto compañero de universidad cuando debía estar en un grupo de estudios. Allí terminó mí relación, la infidelidad me parece imperdonable, un acto despreciable.
Ludmila llegó más tarde a mí vida, una hermosa castaña con una personalidad dulce y serena. Ella me transmitía paz y seguridad de que todo en mí vida estaba siguiendo el orden correcto. Nuevamente sentí que todo tenía sentido, que ella era la mujer ideal para mí. Compare sus cualidades con Ámbar y realmente comprendí que estaba cegado la primera vez. Ludmila tenía que ser mí mujer.
Compré una alianza para proponerle pasar su vida a mí lado pero cuando fui a sorprenderla me encontré siendo yo el sorprendido. Ella estaba llorando y me mostró un análisis de laboratorio donde comprobaba que estaba embarazada. Me sentí tan feliz que dejé de lado la voz de mí conciencia, siempre me había protegido.
-Xavier lo siento, eres un gran hombre pero hay alguien más en mí vida- se alejó de mí
-¿El bebé no es mío?- pregunté con un nudo en la garganta y la respiración agitada
-No, tu no me dabas lo que yo necesitaba. Eres un gran hombre pero tengo necesidades que no puedes satisfacer, lo siento- se disculpó luego de sentir que atravesó mí corazón con una filosa daga sin miramientos
La alianza que había comprado se la regalé a un compañero que quería pedirle matrimonio a su novia pero no tenía dinero para ese detalle. Ya no soportaba verla.
Sentí vergüenza, desilusión y una profunda tristeza. La mujer que creí ideal me había engañado, se había embarazado de otro y me había tratado como un inútil en la cama. Era el colmo de las desilusiones, de la ruptura de una relación sentimental.
Muy pocas veces mantuve relaciones después de eso. Mí orgullo estaba profundamente herido y lo que menos quería era enamorarme y que otra mujer me fallara.
Cómo modelo de una de las colecciones de la empresa conocí a Virginia Santamaría. Una mujer rubia, dulce, simpática. Hablamos y me quedé fascinado por su manera de expresarse. La invité a una cita y luego de esa vez con mucha cautela comenzamos a acercarnos más hasta que estuve finalmente seguro de mis sentimientos y de los suyos.
Mí familia no la quería pero al investigarla descubrieron que estaba limpia así que no interfirieron en mí relación.
Llevábamos dos años de relación cuando le propuse convertirse en mí esposa, ella me confesó su embarazo y creí que estábamos destinados, patrañas.
Ella quiso casarse de inmediato antes de que el embarazo se notara y ya ningún vestido le resaltara su esbelta figura de la que tanto se enorgullecía. Cumplí su deseo, tuvimos una boda grande y lujosa.
La luna de miel fue digna de reyes pero al volver comencé a notar que ella ya no era la misma. Se veía deprimida y otras veces furiosa hasta con el aire que respiraba.
La escuché quejarse del embarazo y de que perdía su figura. Creí que se le pasaría, que seguramente ella cambiaría de parecer más adelante, que tal vez las hormonas o un indicio de depresión estaba atravesando. La llené de detalles, le di cariño, la traté como la reina que era para mí pero nada fue suficiente.
Mí dulce y amada Virginia parecía haber cambiado. Su alegría no estaba, fuimos a terapia de pareja así como ella al psicólogo. Haría lo que fuera para hacerla feliz y proporcionarle bienestar físico y mental.
Comenzaron los celos pero mis ojos solo estaban puestos en ella.
Con el transcurso de los meses supimos que esperaba un niño, estaba loco de felicidad, era lo que más anhelaba pero mientras yo me emocionaba ella lloraba angustiada mirando su vientre abultado. Comenzó a intentar bajar de peso después y yo a preocuparme cada vez más..
El embarazo estaba transformando mí relación en un infierno, vivía preocupado pensando que mí hijo corría peligro pero ya no sabía que más hacer. Lo había intentado todo por ella pero nada parecía ser suficiente.
esta 2da parte muy bella! me encantó. Bendiciones escritora