Desde hace mil años, una guerra silenciosa consume los reinos: las Bestias, criaturas feroces que prosperan en la oscuridad, buscan venganza contra las Hadas, cuya diosa, Madre Naturaleza, se atrevió a castigar a su propio dios, Némesis.
Esta guerra oculta una verdad mucho más profunda que la simple rivalidad.
Arthur, un lobo alfa nómada, ha viajado por años, prefiriendo la soledad y los placeres sin compromiso a la idea de una pareja destinada.
En el Reino de las Hadas,Titania creció en una cuna de oro que se convirtió en una sofocante prisión.
Una guerra que se desató hace mil años ha sobrevivido porque la verdad sobre su origen fue silenciada.
Cuando la inocencia se encuentra con la oscuridad, la línea entre el deseo y la destrucción se desdibujo.
Arthur y Titania están en el centro de un torbellino de intriga, magia y una atracción tan intensa que podría ser su perdición.
Libro final del Mundo de Reina Luna 🌙
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Primera conversación
Titania se concentró en atender las heridas de Áine. Los líquidos que había preparado personalmente serían muy útiles, pero también eran sumamente escasos. Necesitaría más hierbas medicinales para poder preparar otra ración, aunque por esa noche tenía justo lo suficiente.
—Titania, esta sería tu oportunidad, ¿no crees? —preguntó Áine, en un bajo susurro.
—Lo sé, pero no tengo deseos de vivir con remordimientos —soltó Titania con frialdad, ella no quería vivir con remordimientos, así que se encargaría de salvar a Áine.
Las puertas se abrieron, y Liam entró con una mujer de cabellos rojizos y ojos claros, era una doctora.
—Ella es Marie —dijo Liam, presentando a la mujer, esperando que pudiera atender las heridas de la Reina Hada.
—Por favor, permítame revisar sus heridas —Marie dio un paso al frente, pero se detuvo en seco. Se encontró con la mirada fría y sin emoción de la rubia de ojos verdes cristalinos.
—No es necesario. Soy la única que puede atender a la Reina Hada —dijo Titania con firmeza, no dejaría que una desconocida se acercara a Áine.
—Agradezco su amabilidad, pero mi hermana tiene razón. Su magia es la única que puede estabilizarme sin consecuencias. —dijo Áine, ofreciendo una sonrisa débil para suavizar el brusco rechazo de Titania.
—Entendemos. ¿Necesitan algo? —preguntó Liam con preocupación en sus palabras.
Tener a la Reina Hada herida en el palacio del Rey de Reyes del Sur era prioridad ; no querían que la posible unión entre razas se desvaneciera sin siquiera poder negociarla.
—Más hierbas medicinales —dijo Titania, mirando los frascos vacíos.
—Claro, tenemos un invernadero. Puede decirnos qué hierbas necesita, y se las traeremos de inmediato —habló Liam con una sonrisa en sus labios.
—Prefiero encargarme personalmente —respondió Titania con seriedad.
Liam asintió. Haría todo lo que estuviera a su alcance para que la reunión no se arruinara. Lo primordial era que la Reina Hada se recuperara para poder reunirse con el Rey de Reyes del sur.
—Gracias —dijo Áine débilmente.
Titania no pronunció una sola palabra, limitándose a observar a los dos lobos. Sabía que la preocupación por la estabilidad de Áine no era por bondad, sino por la supuesta alianza entre las hadas y los lobos, que podía existir entre ellos.
Una vez que se fueron, Titania se encargó de crear una protección mágica en la recámara de Áine. Ningún lobo podría entrar. Esta era la única manera real de proteger a su Reina, ya que nunca fue entrenada para el combate. Nadie había que la Reina estaría sola sin la protección de los tres caballeros.
—Iré a buscar las hierbas —dijo Titania al finalizar la protección—. Debes descansar. Tendrás que comunicarte con tus caballeros, y si se enteran de tu estado, pensarán que te hice daño —dijo, caminando hacia la puerta.
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Arthur estaba en la oficina del Beta Oswaldo. Después del exitoso rescate, tanto Oswaldo como Liam estaban impresionados por las habilidades de él, Arthur no había necesitado siquiera transformarse, y lo más importante, se había dado cuenta del peligro y ataque de las bestias antes que cualquier otro.
—Nos gustaría seguir contando con tu ayuda —dijo Oswaldo sin rodeos. Vio la cara de desacuerdo de Arthur y rápidamente añadió— Aumentaremos la paga.
—Hecho. ¿Qué quieren que haga? —dijo Arthur sin titubear más. El dinero era lo que más lo motivaba en ese momento.
—La protección de ambas hadas. La que salió herida es la Reina Hada y quien la acompaña, al parecer es su hermana —comentó Oswaldo.
—Y también su doctora —intervino Liam—. No permitió que Marie la examinara. Según palabras de la Reina, su hermana es la única que puede curar sus heridas con su magia.
Oswaldo asintió con resignación, no podían hacer nada más que esperar que la Reina Hada no empeorara.
—Arthur, ¿puedes encargarte de ellas? —preguntó Liam. Aunque él era el Gamma del País, tenía asuntos más importantes que atender, especialmente la seguridad general. Tenía que incrementarla ahora que tenían a la sangre real del Reino de las Hadas como invitadas, sabía que las Bestias buscarían sin duda la forma de atacar de nuevo.
—Bien —se limitó a responder Arthur, sin siquiera titubear.
—Perfecto, te instalarás en el ala donde ellas están. Te asignaremos una habitación de inmediato... —empezó a decir Oswaldo.
—No es necesario. No creo que sea cómodo para dos hadas que un lobo esté tan cerca de ellas —intervino Arthur—. Solo díganme dónde está el ala, y me encargaré de la protección de las hadas desde el jardín.
Arthur prefería analizar el perímetro y estar en tierra firme donde pudiera sentir si algún peligro los amenazaba.
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Titania estaba en el invernadero se sorprendió al ver que había toda clase de hierbas útiles, aunque sabía que faltaba una en especial, una que solo crecía en el Bosque Espiritual. Por el momento no era necesaria, y esperaba que así fuera hasta su regreso al reino.
—Serán suficientes —susurró, mirando la canasta llena. Levantó la mirada al techo de cristal. La luna iluminaba el lugar, y esa luz era absorbida por la naturaleza, algo normal que ella podía siempre notar.
Se dio la vuelta y salió del invernadero. Sus ojos rápidamente lo encontraron a ese sexy hombre de ojos oscuros, el alfa que la había salvado hace algunas horas.
Él era el hombre que hacía que su cuerpo reaccionara de maneras inexplicables. No entendía lo que pasaba, pero solo verlo despertaba en ella una necesidad irresistible de acercarse a él, de sentir su aroma, su calor, todo de él.
A pesar de la larga distancia, Arthur pudo sentirla. No solo por su aroma, sino también por sus pasos, que ya se habían grabado en su memoria. Sus ojos oscuros se deleitaban con aquella belleza sin igual, una belleza que él sabía sería la perdición de cualquier hombre, incluyéndolo a él.
Había algo en ella que la hacía desearla con tanta urgencia, su instinto primitivo quería tomarla, hacerla gemir su nombre mientras le mostraba una cara lujuriosa que solo él provocaría con sus caricias.
Titania caminó hacia él pues no tenía opción; el camino al ala asignada pasaba justo por donde él estaba. El latido de su corazón aumentaba sin control con cada paso que acortaba la distancia con aquel sexy lobo.
Pero mantenía su rostro sin ningún rasgo de emoción, lo había aprendido a hacer muy bien desde hace muchos años, pero mientras más avanzaba, la intensidad de Arthur hacía que mantener esa máscara estoica se hacía más difícil.
Ambos quedaron frente a frente. Arthur no era de los que se inclinaba, y aunque Titania fuera una Princesa, él no lo haría. Tampoco podía apartar su vista de ella. Su rostro era hipnotizante, igual que esas preciosas piedras verdes cristalinas que lo miraban sin emoción alguna.
O eso era lo que ella intentaba.
Arthur podía sentirlo, que estaba penetrando esa barrera helada que Titania había mantenido por tantos años. Sabía que detrás de la máscara estoica se escondía una tormenta, y él tenía podía desatarla.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Titania sin pensarlo.
—Arthur Sterling —respondió él, su voz era ronca y masculina, Ambos se seguían mirando con intensidad.
Titania exhaló un suspiro de sorpresa, ni siquiera podía entender por qué reaccionaba de esa manera.
—¿Encontró todo lo que necesitaba? —preguntó Arthur. Ya había sido informado por el Gamma Liam que ella estaba recolectando hierbas medicinales.
—Sí —respondió apenas Titania, con su voz tranquila—Gracias por salvarnos —continuó. Sabía que de no ser por él, ella no estaría con vida.
—La paga fue por adelantado. Es mi trabajo —dijo Arthur despreocupado, recorriéndola rápidamente con la mirada.
—Entiendo. ¿Cuál es su trabajo ahora? —preguntó Titania. Algo en su interior quería seguir ahí, con él, platicando, aunque incluso mantener una conversación era difícil para ella.
—Proteger a la Reina y a usted —respondió Arthur sin tomar mucha importancia a su respuesta.
Titania sintió una punzada en su corazón. No era ella la prioridad, eso era un hecho, sino su hermana. Pero el saber que incluso este lobo sexy protegería a su hermana la hacía sentir incómoda, molesta.
Arthur sintió un pequeño cambio en su mirada, no era para nada alegre, al contrario era molestia. Fue momentáneo, pero logró ver a través de esa máscara lo que la hermosa rubia trataba de ocultar. El deseo de destrozar esa barrera, de sacar a la luz sus verdaderas reacciones, creció en él.
—¿Te molesta ser la segunda en la lista? —preguntó Arthur, un tono divertido en sus palabras. No dejó de mirarla, ansioso por ver qué reacción provocaría en ella.
—No. Siempre ha sido así —respondió Titania fríamente. El plan de Arthur no funcionó en absoluto. Su voz era fría al igual que su rostro.
Titania continuó su camino, dejando atrás a un Arthur pensativo por esa respuesta. Él se giró para verla alejarse. La imagen que le ofrecía hacía que su cuerpo se encendiera y provocaba una reacción inmediata en su entrepierna.
—Carajo —soltó pesadamente, pasando su lengua por sus labios y saboreando la belleza de esa hada que se alejaba de él.