Entre la oscuridad y el eco de la sangre derramada, dos almas se cruzaron:
Elara Veyren, que deseaba liberarse del dolor, y Nyssa, que ansiaba una nueva vida.
El destino unió sus caminos.
Cuando Elara murió, Nyssa fue arrastrada hacia la luz, encadenada a ese cuerpo que dejaba de latir.
Cuando abrió los ojos, no estaba en el campo de batalla.
Estaba en la iglesia, vestida de novia… el día de la boda de Elara.
Pero ya no era la tímida joven.
Ahora, detrás de aquellos ojos grises, habitaba la mirada letal de La Furia Silente.
“Bien…
Me dan un matrimonio forzado, un esposo frío, una familia que la vendió…
No saben lo que acaban de desatar.”
Su sonrisa, apenas torcida y peligrosa, fue la primera señal de que la historia había cambiado para siempre.
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Algo más grande que pagar
Darius la sostuvo con sumo cuidado al bajarla del Jep. La lluvia seguía cayendo, con mas fuerza.
Elara, temblaba entre sus brazos. Su piel ardía, y cada vez que respiraba, un gemido pequeño se escapaba entre sus labios.
—Tranquila, llegamos —murmuró en su odio, empujando la puerta de la casa con el hombro.
Gregori corrió desde el pasillo apenas los vio entrar. — Por dios . Mi señora..‐ dijo más que preocupado al verla
—Busca una enfermera —ordenó –Y que alguien prepare agua limpia y toallas.
Gregori asintió y desapareció en el pasillo. Darius llevó a Elara hasta su habitación. La recostó sobre la cama, tratando de no tocarle demasiado la piel lastimada por el sol y el polvo. Su cabello, empapado, que se pegaba al rostro pálido.
Le quitó el abrigo con suavidad, buscando no incomodarla, y colocó sobre su frente un paño húmedo.
La fiebre la hacía delirar,aún resitaba las leyes
—Muy buen soldado.. Castigo terminadk —susurró en su oido.
Elara suspiró como si eso fue un botón de apagado y se callo.
Cuando llegó la enfermera, Darius se apartó apenas lo necesario para dejarla trabajar. La mujer, le tomó la temperatura y revisó los vendajes.
—Está deshidratada Comandante. El calor, el agua fría y la exposición le dieron fiebre. No parece grave, pero necesitará reposo, ya limpie sus heridas —mostró una caja pequeña—, para las quemaduras, cada dos horas hay que limpiarlas y ponerlo, esto ayudara a que se cicatrice mas rápido.. y que no deje marca en su bello rostro .
Darius asintió sin dudar. —¿Qué mas necesita?
—Vendas nuevas, gasas, más ungüento y agua tibia para limpiar las heridas —respondió ella mientras preparaba una inyección para bajar la temperatura.
Sin esperar más, Darius pidió todo lo que necesitaba —Que traigan todo lo que la Enfermera pidió.
El médico llegó poco después, revisó a Elara con calma, y confirmó lo que la enfermera había dicho.
—El cuerpo reaccionó al exceso de calor y la lluvia. No hay daño interno, pero está agotada. El descanso es fundamental, comandante. Por lo menos dos demandas..
— Esta bien.
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Durante las horas siguientes no se movió de su lado. Cuando las sirvientes la bañaron y limpiaron, entró. Se sentó en la silla junto a la cama, cambiando el paño cada vez que se calentaba, limpiándole el sudor de la frente, acomodándole las sábanas. En algún momento, los sollozos de Elara se mezclaron con sus suspiros; ni siquiera dormida dejaba de quedarse.
《 En que sueñas Ela.. 》 pensó tomando su mano.
Cuando la fiebre empezó a bajar, la respiración de Elara se volvió más tranquila. Darius se permitió entonces apoyar el codo sobre la cama y quedarse mirándola. Sus dedos rozaron los mechones húmedos que caían sobre la almohada.
—No vas a volver a pasar por esto —murmuró —. No mientras yo esté aquí..
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La noche se hizo larga, pero no se movió. Quedó dormido, con su agarre en la mano, cuando Gregori volvió con los suministros los dejo despacio y se fue sin molestarlo,
Cuando el médico regresó, confirmó que la fiebre había cedido, Darius suspiró más aliviado.
– Seguro despertará pronto.. El calmante la ayudó mucho ‐ Dijo el doctor.– Lo hizo bien Comandante.. Si sin su ayuda no hubiera bajado la fiebre.
Darius asintió, la miró de reojo– Gregori.. Envía esto.. – le dio una orden para tomar licencia estas dos semanas y una para Elara con una orden del doctor.
Gregori asintió y salió firme hacia la oficina de militancia
Se acercó a la ventana, miró la lluvia que todavía caía fina sobre los tejados, y respiró hondo.
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Treytan apareció en su cada después de unas horas, con las botas empapadas y el rostro rígido. En sus manos traía un cilindro metálico
—Lo tengo .. —dijo con voz áspera, Darius apretó los dientes asintiendo
Gregori cerró la puerta tras él. Darius se incorporó guiándolo a su oficina, Elara, aún dormía.
– Está todo acá.. Todo lo hizo ella– dijo con rabia mirando el video.
En el pequeño monitor la imagen ,
La cámara mostraba el borde del campo, la fila de armas, y a Selene con su carpeta. Primero fingía anotar, inclinándose sobre el escritorio. Después, sin prisa, revisó la mesa; en su mano se deslizó bajo el frasco que nadie había notado, lo alzó con un gesto rápido y limpio. Con la otra mano sacó una pequeña daga y, con un movimiento casi mecánico, cortó la cuerda del uniforme de Elara que colgaba sobre la silla.
– Ese día llego tarde – Dijo Treytan reproduciendo el otro video
Donde se acercó al casco y lo frotó con algo Estiércol.
– Ese día hacía calor y estaba de guardia– continuo
– Estuvo con insolación tres días – dijo Darius apretando los nudillos
El ultimo video mostro como tomo el arma apoyada en el banco, la" limpió " cuando pasaron algunos pero al instante introdujo la pólvora , sonrió y se alejó tan tranquila como si estuviera poniéndose al día con su lista de tareas.
El silencio rompió la habitación como un vidrio partido
Darius apretó el puño hasta que los nudillos se le pusieron blancos. —¡Maldita…! .
La mirada de Treytan no tenía reproche: tenía la gravedad del deber.
—He pedido que aseguren la copia y que se envíe al concejo de Ética Militar.
– Bien. Pero no lo dejaré solo así.. En un mes el examen.. Hay que hacer que esté lejos de Elara.. Saboteará sus pruebas.
– ¿ Qué tienes pensado? – preguntó Treytan
– Lo pondremos en la Gala.. ‐ dijo con una mueca de sonrisa – No le saldrá nada fácil lo que hizo..
– A tu Suegro no le gustará nada de eso..
– No me interesa.. Elara es mi esposa, no dejaré que la siga humillando..
Treytan asintió, sonrió ladino – ¿Cómo esta ?
– Mejor... la fiebre bajó
– Que bueno.. Gabriel y sus compañeros estaban preguntando, tampoco estaban de acuerdo con el castigo.
Darius asintió, sabes eso le agrado, Elara hizo buenos compañeros que la respetan y saben lo dedicada que es. Treytan se fue después de eso, paso unos minutos cuando, Gregori llegó rápido con una carta en mano
– Mi señor.. Para usted..‐ dijo mirando a la ventana
Darius se levantó viendo al hombre con sombrero bajar la cabeza e irse, era el investigaron que envolvió cuando Elara le dijo que mande a buscar información de el juez y las tierras.
– Ella tenía razón.. Hijo de.. ‐ apretó los dientes furioso.
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