Solo Elena Mirel puede ser la asistente de Maximiliano Kade Deveron. Uno de los hombres más poderosos a nivel internacional.
Visionario, frío. Muchos le temen. Otros lo idolatran. Pero solo ella puede entender su ritmo de trabajo.
Pero la traición del novio de Elena hace que Maximiliano descubra que Elena le interesa más de lo que él se pueda imaginar.
Acompáñame a descubrir que pasará con este par.
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Así soy "Mi trabajo"
Chicas les soy la bienvenida, a otra nueva obra.
Espero les guste, es algo muy diferente a lo que estoy acostumbrada a escribir. Si no les gusta solo abandone la obra sin dejar un mal comentario.
Elena Mirel
Ella es Elena Mirel, una mujer que hace que cualquier oficina parezca más que luminosa cuando entra. Su nombre podría olvidarse por el segundo, pero con su fuerza silenciosa que intuye, y en la manera en que sostiene la mirada. Sus ojos grandes, expresivos, parecen captar todo a su alrededor: las tensiones, los movimientos, los detalles que los demás pasan por alto. Cuando sonríe, lo hace con una mezcla de dulzura y confianza que desarma al incluso al más frío de los ejecutivos.
Su cabello, largo ligeramente ondulado, cae sobre sus hombros con la elegancia natural de quién no necesita esfuerzo, para impresionar. A veces lo lleva suelto, enmarcando su rostro casi cinematográfica; otras, recogido en una coleta alta que revela su cuello estilizado y deja ver un aire más decidido, más profesional.
Trabaja en una de las empresas más grandes, y competitivas del sector tecnológico, todos la conocen.
No solo porque es hermosa, aunque eso, inevitablemente a traer miradas. Si no porque posee un tipo de carisma que no se aprende: se nace con él. Caminan por los pasillos con paso seguro, tacones que resuenan sin arrogancia, más bien con ritmo propio, como si marcara el paso al llegar.
Es brillante en lo que hace. Su capacidad, para resolver el problema bajo presión la ha convertido en una pieza clave del equipo. Cuando entra a reuniones, no necesita alzar la voz para ser escuchada, basta con que hable, pausado, y claro, para que incluso los ejecutivos de más alto nivel se inclinen ligeramente hacia adelante, atentos. Tiene esa mezcla perfecta entre inteligencia analítica y sensibilidad humana: entiende cifras, algoritmos y estrategias, pero también emociones, motivaciones, silencios.
Su carisma no es estridente; es cálido. Saluda a todos, desde el director general hasta el guardia de seguridad en la entrada, con la misma educación y una sonrisa sincera. Sabe recordar nombres, detalles, historias pequeñas; logra que la gente se sienta vista, y valorada. Nunca pasa por alto a nadie. Tiene una visión. Clara de lo que quiere en su carrera, pero no pierde nunca la humanidad en el camino.
Muchos la admiran. Otros, secretamente, la envidian. Algunos, simplemente, no pueden dejar de observarla cuando cruza el pasillo. Pero todos coinciden en algo: ella no solo embellece el lugar donde trabaja, lo mejora.
La mañana comienza con un brillo casi plateado sobre las fachadas del cristal de los rascacielos, de la ciudad. En el piso cuarenta y uno. Dónde se encuentra el corazón operativo de la corporación Deveron Industries, la actividad ya hervía en silencio. Los ascensores suben y bajan como latidos metálicos; pantallas se encienden. El día está a punto de empezar.
Elena llegó justo a tiempo, como siempre. No temprano por obligación, sino porque su naturaleza exige precisión. No es el tipo de persona que corre detrás del tiempo:
Elena Mirel, aunque muchos empleados la ven como una figura casi inalcanzable, ella camina con la serenidad de quién sabe exactamente quiénes.
Entró en el edificio empuñando su tarjeta de acceso saludando al guardia de seguridad con una sonrisa cálida, pero breve,
Acostumbrada a que la mayoría la mire con respeto y admiración. Su presencia tiene algo magnético. La gente lo comenta en voz baja: no es solo hermosa... es como si supiera algo más que los demás no"
Lleva un traje elegante color marfil que contrasta con su melena castaña recogida en un moño alto y sofisticado. Su bolso que cuelga de su brazo es discreto, sin logos, pero de cuero tan suave que cualquiera con ojo, para los detalles sabría que costaba lo suficiente para hacer excepcional.
Sus tacones resonaron contra el mármol del lobby como una declaración silenciosa de autoridad.
Al entrar al ascensor privado, exhalo lentamente. Había una junta de inversionistas ese mismo mediodía, debía revisar cada informe disponible antes de que el presidente llegara. Él confiaba plenamente en su capacidad. Es su mano derecha, su estratega de emergencia, su filtro, su aliada en la sombra... y para muchos, la verdadera razón por la que la empresa había logrado mantenerse estable entre turbulencias económicas.
El ascensor se abrió directamente en el pasillo principal de la presidencia. A esa hora solo unos pocos estaban presentes: asistente que organizaban agendas, analista revisando reportes y un par de ejecutivos de marketing preparando presentaciones. Todo se voltearon ligeramente para saludarla. No era una reverencia explícita, pero sí una especie de inclinación instintiva, como si su presencia marcara la entrada oficial del día de trabajo.
-- Buenos días. -- respondió con gentileza, sosteniendo la mirada lo suficiente, para que cada uno sintiera que los veía realmente.
Camino hacia la oficina, se encontraba justo al lado de la del presidente.
Era un espacio amplio, minimalista pero cálido: madera Clara, ventanales que dejaban entrar toda la luz matutina y una mesa de trabajo impecablemente organizada. Encendió su computadora, revisó su tablet y comenzó a ojear una carpeta azul marino marcada con las iniciales del presidente: M K Deveron.
Maximiliano Kade Deveron.
Uno de los hombres más poderosos del sector tecnológico en nivel internacional. Visionario, frío, pragmático. Muchos le temían. Otros lo idolatraban. Pero solo ella entendía el ritmo interno de ese hombre: la forma en que analizaba cada palabra que escuchaba, la forma en que su mente viajaba a velocidades casi imposibles, para los demás. Elena tiene la habilidad de anticiparse a sus pensamientos, de traducir sus silencios, usar un caos interno con una precisión que solo ella sabe.
Sí Deveron Industries era un imperio, Maximiliano era el emperador silencioso. Y Elena, su general más confiable.
Revisó el itinerario del día. Era una agenda apretada: reuniones, entrevistas, diferencias, llamadas internacionales. Ajustó dos tiempos, eliminó una cita innecesaria, reorganizó otra según la prioridad estratégica. nadie más tocaría esa agenda sin consultarla. Todos sabían que la mejor forma de complacer al presidente era, antes, complacer a la mujer que mantiene su mundo funcionando.
Mientras tecleaba con velocidad, la puerta a su lado. La del despacho presidencial se abrió.
Maximiliano había llegado.
no está enamorada ni tampoco necesita esa acuerdo matrimonial 🤔🤨
1ro....2do.....3ro....tú, entonces que se enrede en las patas de los caballos