Te daré un millón de dólares por pasar 30 días con tu mujer- dijo con ese tono altanero que lo caracteriza desde el primer día que lo escuche hablar.
Debes estar loco- contesto mi esposo sin dudar un solo segundo.
Acepto- dije recibiendo las miradas de todos los presentes. Quizás nadie lo entendería pero era la única manera de salvarla y darle todo aquello que luego de la operación necesitaría.
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capítulo 1
La música alta me sirve para que mis pensamientos no me lleven a hacer lo que hace tiempo deseo, no importa cuanto alcohol haya en mi sistema, no consigo la fuerza o mejor dicho el coraje para terminar con este sufrimiento, así que opto por tomar hasta perder la conciencia y al menos olvidar aunque sea por un momento todo esto que me llevó a donde estoy ahora.
Siento como mi cuerpo va pesando cada vez más, mis ojos se cierran y no consigo ni siquiera arrastrarme hasta la cama. Estoy a punto de dormirme cuando un golpe o una fuerte patada a la puerta de entrada me desvela y asusta, pero aun así no consigo ni siquiera sentarme.
Veo borroso, sé que alguien se me acerca y me toma entre sus brazos, me sacude y dice cosas que no consigo ni siquiera entender. Mis ojos me traicionan y comienzo a llorar. Grito desesperada qué me suelte, que me deje hundirme en mi miseria, pero el abrazo se hace aún más fuerte. Unas gotas caen en mis mejillas ¿acaso esta persona está llorando por mí? Me gustaría poder tener aunque sea un poco de fuerzas para levantar una mano y acariciarle el rostro, pedirle que deje de llorar, decirle que todo saldrá bien aunque sea la mayor mentira dicha en mi vida.
Caigo en la oscuridad de la inconsciencia y su rostro aparece en mis memorias. Los mejores momentos vividos a su lado, su risa, la inocencia de su rostro. ¿cómo fue que todo terminó así? ¿De dónde saca el valor una persona para seguir viviendo?.
Alzó mi mano para intentar alcanzarla, pero está tan lejana. Me llama y mi piel se eriza, quiero correr a su lado, abrazarla y llenarla de besos hasta escucharla reírse.
Consigo ponerme de pie y salir corriendo tras ella, por primera vez en meses de soñar siempre lo mismo, puedo llegar hasta donde está. La levanto entre mis brazos y mis lágrimas me traicionan cayendo de los ojos como el agua cae de una canilla. la extraño y el dolor en mis entrañas se hace presente, sé que desaparecerá nuevamente y que al despertar me tendré que enfrentar a la cruda realidad, pero está vez al menos pude volver a sentirla en mis brazos y eso aunque nadie me lo crea le da calor a mi dolido corazón.
10 meses atrás.
Hola a todos mi nombre es Cassidy Matzkevich, tengo 24 años y estoy casada con Antony Wilson. Vivimos en la hermosa ciudad de Buenos Aires y tenemos una pequeña de tan solo 4 años llamada Hannah que es la luz de nuestras vidas.
No tuve una infancia sencilla, a mis 9 años perdí a mis padres en un accidente automovilístico y me tuve que ir a vivir con mi abuela. No puedo quejarme de eso, era una gran mujer y me crío como si fuese su propia hija, hasta diría que me amo más que a mi padre, pero me dejo cuando a las pocas semanas de cumplir los 19 años. Para ese entonces yo ya me encontraba en una relación con Antony y planeábamos casarnos al cumplir los 20, pero ella no llego a verme vestida de blanco, ni tampoco conoció a Hannah qué nació poco después. Quizás si la hubiese tenido a mi lado, podría haberle preguntado como enfrentar lo que tiempo después ocurrió, pero la vida siempre estuvo emperrada en joderme.
A los dos años de nacida de Hannah, durante un verano en la costa, se descompensó y ahí empezó el calvario. De médico en médico hasta que descubrieron una falla en su pequeño corazón. Las dos primeras operaciones creí que moriría en la sala de espera. La familia de Antony estaba siempre pendiente a nuestro lado, pero me sentía sola, todos decían que saldría todo bien, pero nadie entendía mis miedos.
Luego de casi 6 meses en el hospital de niños nos dieron el alta, obviamente viví ese tiempo con ella ahí adentro. No me iba ni siquiera para bañarme, ya que en el baño de la habitación podía hacerlo sin tener que dejarla.
El llegar a casa se sintió raro, al principio no le di bolilla a la situación, hasta que una noche descubrí sin querer que el amor de mi vida me engañaba con la madrina de mi hija y mi mejor amiga. No voy a mentirle a nadie, no estaba bien ni psicológicamente ni emocionalmente para discutir o separarme, así qué hice como que no sabía nada y deje que siguieran en su juego.
Llegue hasta escuchar de sus hermanas que esas cosas pasaban cuando se descuidaba la pareja, pero demonios ¿en serio? Me la pasaba en el hospital con nuestra hija y si es cierto que el enterarnos de su condición hizo que el sexo empezará a faltar en nuestra cama, pero ¿qué se suponía que hiciera? Mi cabeza estaba en mi hija no en mi propio placer, aunque se ve que para él era muy necesario.
Nunca nos sentamos a hablar de ese tema, sé que él sabía o sospechaba que yo ya había descubierto su aventura, pero jamás tuvo el valor de preguntar y yo la verdad no estaba bien para hablar de eso. Hannah era mi prioridad y por ahora nos necesitaba a los dos bien. Al menos así fue por casi un año, cuando nuevamente en el jardín se descompensó. El médico no tenía las mejores noticias para nosotros, las válvulas que le habían puesto no estaba funcionando como deberían y necesitaba un trasplante de corazón. Había un reconocido cardiólogo pediátrico en Estados Unidos que tenía una taza de éxitos de 90% y conseguir un turno con él era casi imposible, pero gracias a mis contactos y a los de mis suegros, podía operar a Hannah luego de cumplir sus cuatro años, ya que le podrían un corazón artificial en caso de no conseguir donante.
Soy diseñadora de vestidos de novia y durante mi estadía con mi pequeña en el hospital pude trabajar con mi computadora mandándole diseños a mi socia, quien los replicaba exactamente y los vendía en excelente precio. Por suerte nuestra marca era reconocida mundialmente y así conocí gente de afuera.
Mis suegros nos regalaron un viaje a Italia, más precisamente a Roma para que el mismísimo Papa nos diera la bendición para la operación qué nuestra pequeña iba a enfrentar. Serian 10 días también para descansar de todo lo que habíamos pasado y para recargar energías para lo que se venía. Luego volveríamos a casa a prepararnos para el viaje a Estados Unidos y nos quedaríamos allí un mes antes de la fecha programada y un mes después que era lo que más o menos nos habían dicho que duraría, si no había ninguna complicación, la recuperación de Hannah.
Mañana partiríamos para el aeropuerto, la verdad necesitamos este viaje, aunque sé que mis suegros lo hacen con la intención de que salvemos nuestro matrimonio y yo ya estoy convencida de que luego de que regresemos de Estados Unidos, el divorcio es el siguiente paso.
Feliz navidad 🥰