En el mundo de los negocios, el control y el poder no existe lugar para el amor, o al menos eso es lo que manifiesta Vladimir Chandoski. Sin embargo, al llegar a su cumpleaños número treinta se verá obligado a contraer matrimonio con una de las hermanas Bonfatti y así conservar su imperio y preservar el legado familiar con la llegada de un heredero. Él no tiene el menor interés en conocer a sus candidatas y le da lo mismo contraer matrimonio con cualquiera de ellas, por eso decide hacer un sorteo, pero grande es su sorpresa cuando conoce a su futura esposa y descubre que no es nada más ni nada menos que la dueña de sus desvelos. Una hermosa mujer con un gran secreto que lo cambiará todo.
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Capítulo N°10
En la capilla el silencio era sepulcral, a diferencia de unos días atrás cuando el canto del coro inundaba el lugar con armonía y paz y la dulce voz de la candidata a monja sobresalía entre las demás. El silencio era tal que el ceo podía escuchar cómo resonaban sus pasos a través de la madera del largo pasillo, acompañado por el ritmo inquietante de su corazón. El deseo de ver esos bellos ojos grises una vez más, oír la aterciopelada voz de su novicia lo consumían por dentro y al mirar hacia el altar sintió que cada una de las velas que estaba a sobre el Ara consumiéndose lentamente era un reflejo absurdo de sus emociones.
Él descreída de Dios, hace mucho que había perdido la fé en ese ser tan especial y omnipotente, sin embargo ahí se encontraba de rodillas frente al altar, con su cabeza inclinada en señal de respeto, suplicando poder ver a la novicia tan solo por unos segundos o al menos recibir una señal de que ella también pensaba en él.
Como si sus ruegos hubieran sido escuchados, de repente el sonido del seguro en la puerta trasera y el crujir de la madera siendo arrastrada con fuerzas hizo que levante la vista. El sol detrás de la monja iluminó todo el lugar haciendo imposible ver su rostro y encandilando los ojos claros de Vladimir; sin embargo el aroma a fresa mezclado con incienso le provocó la más bellas de las sonrisas, no necesitaba ver su rostro para saber de quién se trataba.
La puerta trasera que comunicaba la iglesia con el convento se cerró detrás de la joven, volviendo la oscuridad a la pequeña capilla y haciendo del lugar sagrado un espacio íntimo y especial. Jade con ambas manos en los bolsillos, mordiendo su labio inferior y con los nervios a flor de piel de ser descubierta por la madre superiora se acercó al hombre con curiosidad.
Él seguía inclinado mirando su andar y cuando ella estuvo a solo unos centímetros de distancia levantó la vista y miró con devoción a la joven que lo observaba expectante, susurrando y de manera seductora, olvidándose de su condición, preguntó
—¿Acaso eres una visión divina o él realmente me escucha?—interrogó señalando la imagen en el altar.
— No soy un visión, soy real y creo que solo es casualidad que te haya visto llegar en tu auto desde una ventana del convento —respondió descreyendo de cualquier coincidencia divina y con cautela miró para todos lados y Vladimir se incorporó asombrado por su falta de credo y así se lo hizo saber.
— Para ser que estás a punto de ser novicia tu poca fé me asombra, en cambio yo creo que es un milagro que esté pensando en ti y aparezcas frente a mis ojos como la más hermosa visión.
Ella sabía que todo su plan se iría al demonio si lo veían hablando con un hombre, ella aún no podía regresar al mundo real, no al menos que Vladimir Chandoski despose alguna de sus hermanas.
— Ven, no pueden vernos hablar aquí —dijo tomando una de sus manos y guiándolo hasta el campanario.
Ella subía los escalones sosteniendo su larga falda, tenía miedo a resbalar con cada paso que daba subiendo esos viejos peldaños de piedras lustradas y por obra del destino sus temores fueron escuchados. Como en cámara lenta ella resbaló llegando al final de la escalera, sin embargo el ceo la agarró justo a tiempo estrechando su esbelta cintura con cuidado.
Jade apoyó su espada en el pecho de él, sintiendo su colonia para después de afeitar tan varonil y seductora, mientras que sentía como su fuerte brazo la ceñía seguro y con destreza. Sus latidos se desbocaron y su respiración se volvió pesada y errante de estar tan cerca de ese hombre que la confundía a más no poder.
—¿Estás bien?—preguntó Vladimir cerca de su oído y el tibio aliento de su boca le erizo la piel por completo.
— Sí, si…. Ya puedes soltarme, estoy bien —su boca decía una cosa pero su cuerpo pedía otra.
Vladimir lentamente la soltó y el vacío que sintió sobre su pecho fue tal que sin pensarlo la volvió a estrechar contra su cuerpo sorprendiendo a Jade por completo y haciéndola estremecer ante tanta cercanía, entonces él le susurró.
— Déjame solo estar así un minuto—suplico con tanta emoción en su voz que ella aceptó moviendo su cabeza y sin poder pronunciar ni una sola palabra—. Ni siquiera sé tu nombre, sin embargo tú me traes tanta paz, eres un bálsamo para mi corazón herido, una caricia para mi alma destrozada y a pesar que sé muy bien que tú perteneces a este lugar necesito al menos sentirte cerca mío tan solo una vez.
Ella guardó silencio, cerró sus ojos y se dejó llevar por ese abrazo tierno, cálido, tan humano y natural que por un instante pensó en contarle su secreto y decirle que solo era cuestión de tiempo para que ella regresara a su vida, sin embargo no dijo nada, después de todos eran dos personas que recién se estaban conociendo y no podía confiar en él.
El aleteo de una paloma volando sobre sus cabezas, los trajo a la realidad, no podían permanecer más tiempo unidos en ese abrazo infinito. Vladimir soltó su agarré con desgano, rompiendo el cálido abrazo que los unía y acostumbrándose al frío de la lejanía de la joven solo le quedó el consuelo de sentir como todo su ser se había impregnado con su aroma tan peculiar.
Jade giró sobre sus talones para mirarlo directo a los ojos, estaban a la misma altura debido a que ella se encontraba dos peldaños más arriba que él y con su voz quebrada por tanto sentimientos ambiguos le dijo.
— No debes seguir viniendo a este lugar, olvídate de mí por favor—ella se alejó de su mirada penetrante, esos ojos verdes la atraían demasiado, sin embargo no debía sucumbir a sus encantos—. Comprende, mi vida ya es muy complicada y no necesito más enredos en estos momentos y para colmo el otro día la madre superiora nos vio hablar y desde entonces no me deja tranquila, perdí la poca libertad que tenía en este lugar por tu culpa..
Vladimir acortó la distancia que los separaba, se paró frente a ella y tomando su mentón la obligó a mirarlo.
— ¿Por qué presiento que tú no deseas estar aquí?
— No sé, pero te equivocas, este es mi hogar, el lugar donde quiero pasar el resto de mi vida —mintió.
— No te creo —dijo seguro de sí mismo.
— Ese es tu problema, no el mío.
— Dime ¿por qué no has tomado tus votos?¿Qué te impide entregarte a Dios?
— En seis meses lo haré.
— Quiere decir que aún eres una simple mortal—susurro tan cerca de su oído que podía ver como cada poro de su piel cambiaba de color y sus mejillas se enrojecían.
Jade asintió con un movimiento de cabeza, su cuerpo estaba tensó, luchando por no sucumbir ante ese hombre, pero sabía que era en vano, desde que lo vio en la fiesta de ese maldito, no dejó de pensar en él y en lo vulnerable que era.
Él acortó aún más la distancia que los separaba, podía sentir su mentón temblar bajo su mano sin embargo no era miedo lo que veía en sus ojos, era un vivo deseo, un fuego interior que pedía a gritos salir. Lentamente se fue acercando, con suavidad para no asustarla pero decidido a probar el sabor de sus labios aunque sea una sola vez en la vida por más que después su alma se quemara en el infierno.
— Perdóname por lo que estoy a punto de hacer—murmuró sobre la comisura del labio de la joven.
Vamos por la próxima 😘😘
Felicidades por tan hermosa novela 🥰🌹🫂
Felicidades 🎆 querida escritora vamos por más novelas así 🫂🥰